Los mercados dependen de las expectativas. Por ejemplo, los beneficios. Durante la última temporada de presentación de resultados, el 78% de las empresas del S&P 500 superaron las previsiones. Esto contrasta con las medias de cinco y diez años del 77% y el 74%, respectivamente. Entonces, ¿va todo bien? No tan rápido. Si nos fijamos en las expectativas de crecimiento de los beneficios, el panorama cambia. Los mercados habían previsto un crecimiento medio de los beneficios del 8%. La cifra se acercó más al 3%. Mientras tanto, las medias a cinco y diez años eran del 8,6% y el 6,8%, respectivamente. [1]
También observamos una ligera desaceleración del crecimiento de los ingresos, que sólo superó en un 0,5% las estimaciones (frente a las medias de cinco y diez años del 2% y el 1,4%, respectivamente). Dicho esto, siempre fue probable que la cifra se estabilizara tras 15 trimestres consecutivos de crecimiento. [1]
¿En qué situación nos encontramos? Aunque la reciente temporada de presentación de resultados no ha desencadenado una reevaluación generalizada del riesgo de crédito, sí señala un posible cambio en el panorama de la inversión.
Históricamente, los periodos de fuerte crecimiento económico han ido a menudo acompañados de elevadas expectativas de beneficios empresariales. Los inversores, impacientes por aprovechar este impulso, han elevado los precios de los activos, incluidas las acciones y el crédito. En este entorno, las estrategias centradas en los flujos de rentas han prosperado, ya que las empresas con fuertes beneficios tienden a ofrecer mayores rendimientos.
Esta discrepancia entre las expectativas de beneficios y la realidad ha provocado un rendimiento inferior de las empresas en los mercados de renta variable y de crédito.
Es importante subrayar que no pensamos que la rentabilidad de las empresas vaya a caer en picado. Por el contrario, esperamos cierta moderación de las previsiones excesivamente optimistas. Las empresas siguen generando beneficios, y muchas siguen ofreciendo rendimientos elevados y manteniendo perfiles crediticios sólidos. Sin embargo, este desfase entre expectativas y resultados ha creado volatilidad e incertidumbre entre los inversores.
Para los inversores en rentas, esta evolución plantea dos cuestiones:
¿Hasta qué punto son sostenibles los rendimientos actuales?Aunque los recortes siguen siendo relativamente poco frecuentes, la presión sobre el crecimiento de los beneficios podría afectar a futuras subidas.
¿Qué perspectivas tenemos hoy en día para la calidad del crédito? El entorno crediticio general sigue siendo sólido. Dicho esto, no puede ignorarse la posibilidad de que aumente la tensión financiera entre las empresas que incumplen sistemáticamente las estimaciones de beneficios.
Consideramos que los inversores en rentas pueden adoptar un enfoque más selectivo para sortear este entorno cambiante. Centrarse en empresas con modelos de negocio resistentes, balances sólidos y un historial de mantener rendimientos más altos puede ayudar a mitigar los riesgos. Además, la diversificación entre diferentes clases de activos y sectores puede proporcionar cierto aislamiento frente a los retos específicos de cada compañía.
También es esencial vigilar los diferenciales de crédito. Aunque no se han ampliado significativamente, los indicios de un aumento del riesgo crediticio deberían incitar a reevaluar las asignaciones de cartera. En nuestra opinión, los bonos de alta calidad, como los que emiten los gobiernos y las empresas con grado de inversión, pueden ofrecer un refugio relativamente seguro durante los periodos de incertidumbre del mercado. Estos bonos ofrecen rendimientos históricamente constantes y una volatilidad menor en comparación con la renta variable.
En este contexto, nos gustan los bonos con grado de inversión de alta calidad (A o superior), los nombres no cíclicos y sobreponderamos los vencimientos en la parte intermedia de la curva de rendimientos.
La reciente tendencia de los beneficios a no alcanzar las expectativas ha introducido un nuevo elemento de complejidad para los inversores en rentas. Para nosotros, destaca la importancia de un análisis cuidadoso y de la diversificación de la cartera.
Aunque las últimas temporadas de resultados pueden dar a algunos inversores motivos para detenerse, creemos que es importante mantener la perspectiva. Las condiciones económicas son dinámicas, y el crecimiento de los beneficios volverá a acelerarse en el futuro. Además, la inversión orientada a las rentas sigue siendo una estrategia viable para la creación de riqueza a largo plazo.