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el muro / OPINIÓN

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19/06/2022 - 

Escuchando una de esas tertulias de eruditos tertulianos que saben de todo, y si no tiran de argumentarlo político, se me ponen las orejas de punta cuando oigo a uno de ellos decir que si este domingo los pronósticos en Andalucía se cumplen, esto es, un buen tortazo de la izquierda exquisita, la mejor forma de lavar la cara será un cambio de Gobierno. Supongo, que además, en verano para que no se note demasiado. Es lo habitual.

Así que, además, apuntan que muchos de los ministros que llevan en el cargo apenas meses saldrán rumbo a otros menesteres frente a tantas elecciones que nos esperan, o sea, aspirantes/as a listas autonómicas o municipales. Y el primero en la lista aparece Miquel Iceta, el Ministro de Cultura, al que alguno ya ha bautizado como “Miquel El Breve” o incluso Diana Morant, como contaba en estas páginas Ximo Aguar, aunque ahora nos interese el catalán.

Estaba cantado, por otro lado. Lo pusieron en el cargo con forma de florero y asuntos festeros. Que no hiciera ruido. Así como para justificar en su día una purga interna en sus dominios y, de paso, atemperarlo. Ya sabrá cada uno, pero para nuestra autonomía significará algo así como volver a empezar después de tantos años por mucho que nuestro President Puig se haga la foto en el Prado para prometer una proximidad con la pinacoteca nacional aunque sin papeles, proyectos definidos ni convenio conocido de intercambio de exposiciones que de resultar como parece tendrá que negociar otro ministro que a falta de ponerse al día pasará, por supuesto y como todos, por el cargo de puntillas.

Eso de prometo y prometer está muy bien para las fotos. Dan juego. Luego habrá que escuchar a los supercicutas de los patronatos correspondientes. Por lo menos al de Madrid que es el que manda. Porque el del Museo de Bellas Artes de Valencia es otro florero que como habrá que renovar de nuevo estará en el inicio del juego de la oca. Tampoco pinta demasiado más allá del Turia.

El president de la Generalitat, Ximp Puig. Foto: ROBER SOLSONA/EP

Esa jugada de Puig me ha dejado, sin embargo, un poco descolocado. No sé si el esperado tres doble es para completar la compra millonaria del Edifico de Correos de Valencia y darle una cierta utilidad o financiar de paso, como tantas otras cosas por una foto fotogénica, al Museo del Prado. Porque los cuadros de una institución de ese nivel no salen así como cualquier cosa. Tendremos que pagar comisarios, estudios, conservadores, correos, transportes, seguros, embalajes, y préstamos, digo yo. Si es que somos normales. Pero al parecer lo que vende es la intención. No tenemos para dota internamente al San Pío V y ya estamos hablando de poderío provincial.

Decía lo de Iceta porque de resultar cierta la debacle socialista y los cambios prometidos todo aquello en lo que el actual ministro se haya podido comprometer con esta autonomía en el corto espacio de tiempo que ha estado en el cargo será de nuevo papel mojado. Así que habrá que comenzar de nuevo con el que venga que como casi todos los designados necesitará de un largo periodo para ponerse al corriente, hacer los nombramientos oportunos e ir dejando por el camino nuevas promesas de esas a las que estamos tan acostumbrados, pero jamás se cumplen.

Por ello me ha hecho gracia lo de relanzar el Museo de Bellas Artes de Valencia de la mano del Prado cuando durante los últimos ocho años de legislatura de Botànic no se ha cumplido apenas ninguna de las promesas en torno a él, y menos aún desde el Ministerio de Cultura, su propietario, por no hablar de las carencias de personal en el Museo de Cerámica González Martí, también del Ministerio, y esos compromisos de boquilla en torno a la financiación del IVAM o el Palau de les Arts.

El president de la Generalitat, Ximo Puig. Foto: ROBER SOLSONA/EP

Así nos ha ido y así nos va. Sin prioridades objetivas y exigencias nada se moverá, ni ahora ni después. Somos una sociedad complaciente con el centralismo, por mucho nacionalista que haya en el Gobierno local, tan complacientes como también fue en su momento de gobierno central y autonómico la derecha. Mejor nunca hacer ruido, ni molestar. Menos todavía criticar, un género periodístico que se ha perdido.

Pero lo preocupante también es comprobar cómo las promesas municipales de arreglar su entorno, crear nuevos accesos desde Viveros y ordenar su perímetro tampoco se hayan cumplido en esos casi ya ocho años de gobierno municipal del Rialto. Vayan y observen los alrededores para comprender el despropósito.

Mucha plaza y carril bici, pero poco museo después de más de treinta años de espera. Eso sí, alardear de segunda pinacoteca española queda bien para las intenciones pero resulta vergonzoso para una realidad más que objetiva.

Por tanto, esperaremos al nuevo o nueva ministra. Cuando venga lo llenaremos de fotografías, llevaremos de paella y nos dejará como siempre muy buenas intenciones, esas que por lo general nunca se cumplen, ni heredan. Menos aún sabiendo lo que económicamente nos espera. Algo así como política hueca de pandilla.

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