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Tribuna libre / OPINIÓN

Más futuro que pasado

20/01/2017 - 

No hay nada más reiterativo que aquello que se pospone. Especialmente si lo que se pospone no tiene más razón de ser que la falta de unas bases sólidas sobre las que asentar el desarrollo de lo pospuesto. Traigo esto a colación a propósito de la invitación que me hace Valenciaplaza para participar en el debate: El modelo mixto, una forma de colaboración público-privado: pasado, presente y futuro.

Es necesario destacar cuanto antes que el modelo mixto de gestión es una constante cuanto menos desde mediados de los años cincuenta del siglo pasado, cuando se alcanza el gran acuerdo de construcción del Estado del bienestar. A partir de entonces, la mejora de las condiciones de vida de las sociedades, por un lado, los avances científicos y tecnológicos por otra y la posición del Estado como garante de una serie de derechos que, con los desarrollos legislativos, se convierten en alienables para el ciudadano. Todo ello, sin embargo, entra en crisis a partir de la incorporación de las políticas ultraliberales a los gobiernos, el cambio de paradigma económico y el aumento exponencial de la esperanza de vida en algunas zonas del planeta.

En nuestro caso, este proceso tuvo que esperar hasta los años ochenta. El Estado del bienestar llegó con cuarenta años de retraso, tras salir del franquismo, y eso hizo que su formalización tuviese que acelerar el proceso de cambio. La salida de la dictadura generó muchas esperanzas en todos los ámbitos, no solo políticas, sino también sociales. El procesó se aceleró y el Estado asumió gran parte de las reivindicaciones sociales, sin que se consolidase una colaboración público-privada que llevaba años asentándose en Europa. En ese momento, podemos situar muchas de las reticencias que ha generado este tipo de colaboraciones, pues el sector privado era asociado en exclusiva al afán de lucro, y el Estado debía neutralizar dicha tendencia. Bien es cierto, que después, una vez universalizados los derechos en ámbitos como la sanidad y la educación, se ha echado en falta una estrategia colaborativa de largo alcance para el modelo mixto público-privado.

La falta de una estrategia sólida es la que ha podido situar el punto de debate en un punto que hoy conceptualizaríamos de postverdad. Ni el Estado, por los cambios antes mencionados, tiene capacidad para asumir en su totalidad las necesidades derivadas del nuevo paradigma social ni la empresa privada debe mirar el lucro infinito como modelo de crecimiento. Y con ello no planteamos un debate sobre la ética del crecimiento –que también– sino la forja de un modelo colaborativo que dé respuesta a las necesidades y demandas de los ciudadanos a partir de la equidad, la igualdad, la solidaridad, la participación y la transparencia.

Equitativo porque el modelo mixto debe constituirse sobre principios de moderación en los contratos para asentar un proceso de sostenibilidad social que ofrezca igualdad de acceso sin dejar en el margen a nadie. A su vez, tendrá que tener un carácter solidario en el que la Administración ostenta la titularidad del derecho y lo gestiona, además de ejercer su control sobre dicha gestión. En otras palabras, cuanto más nos alejemos de la propiedad por una parte y la gestión por otra, más nos acercaremos a un modelo colaborativo en que el ciudadano tiene un derecho protegido por la administración y la empresa privada colabora en su gestión y participa en la inversión que permita consolidar la red pública.

Hay dos premisas, que a veces se olvidan, y deben formar parte de esta estrategia: la participación ciudadana y la transparencia. Son dos vasos comunicantes cuyo equilibrio es necesario para disipar cualquier mecanismo que pueda llevar a la distorsión.

Grandes posibilidades de innovación y renovación

Finalmente, el diseño de este modelo en el ámbito de las políticas sociales tiene en su potencial de crecimiento no solo cuantitativo, sino en cuanto al fortalecimiento de un sector con grandes posibilidades de innovación y renovación. El sector público valenciano y el sector privado valenciano tenemos la posibilidad de gestar, aprovechando las experiencias adquiridas por ambas partes, un espacio de confluencia estratégica de cara a los próximos quince años.

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