VALÈNCIA. Este domingo se celebran en Galicia unas elecciones autonómicas que significan la primera prueba de fuego para las distintas formaciones políticas después de las últimas elecciones generales. Así, al margen de conocer quién se situará al frente de la Xunta, estos comicios adquieren un significado especial en el ámbito nacional puesto que pueden marcar una tendencia de cara a las elecciones posteriores en el País Vasco, en Europa, en Cataluña y, en general, respecto a la legislatura en el marco estatal.
No es la única razón. Galicia es el territorio natal del actual presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, lo que le confiere un extra de picante a la cita con las urnas. Su valido, Alfonso Rueda, se prueba por primera vez como cabeza de lista ante la ciudadanía, por lo que de alguna manera el líder popular también se examina este domingo. Sólo en una ocasión en las últimas nueve elecciones autonómicas, los populares no consiguieron la mayoría absoluta: fue en 2005, cuando Manuel Fraga salía de la Xunta (por sólo un escaño) tras 16 años de mandato en beneficio del socialista Emilio Pérez Touriño. No obstante, al partido del puño y la rosa le duró poco la alegría y en la siguiente convocatoria, era precisamente Núñez Feijóo quien, de forma ajustada, lograba recuperar el timón autonómico para la gaviota, encadenando cuatro triunfos consecutivos.
Así pues, todas las autonomías tienen su relevancia, pero Galicia es especial para el PP. Las distintas encuestas sitúan a la formación popular como fuerza más votada aunque en varias de ellas la horquilla se mueve en torno a los 38 escaños, es decir, una mayoría absoluta muy ajustada. Los sondeos reflejan que el BNG mantendría la segunda posición aunque lejos de los conservadores mientras que el PSdeG-PSOE debería confirmarse con el tercer puesto.
En los últimos días, los nervios han crecido en la formación popular: la revelación de Feijóo a varios periodistas días atrás de que su partido estudió la amnistía propuesta por Junts tras las elecciones generales, cayó como una bomba en medio de la campaña gallega. Aunque posteriormente se produjeron matizaciones, la sensación es que el líder nacional del PP no ayudó demasiado -más bien lo contrario- a Rueda con esta intervención.
De esta manera, y aunque los populares siguen siendo los favoritos, por primera vez en varias convocatorias se percibe más cercana la posibilidad de un cambio en Galicia. ¿Cómo repercutiría un vuelco de estas características en las siglas del PP? Si los populares pierden la Xunta sufrirían un duro golpe como formación política pero, sin duda, el que más dañado resultaría sería Feijóo por diversos motivos. La izquierda ganaría en su tierra, pese a su implicación en primera persona en la campaña, y siendo los primeros comicios después de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno tras su pacto de la amnistía con los independentistas catalanes. O lo que es lo mismo, para el PP significaría perder un territorio en una coyuntura que, a priori, debería ser buena para revalidar la victoria. A este proceso, le seguirá probablemente el de los comicios vascos (se habla de abril) donde los populares no esperan grandes resultados y, posteriormente, las europeas.
En este punto, conviene recordar que el liderazgo de Feijóo quedó notablemente debilitado tras las elecciones generales del 23 de julio. Pese a que gran parte de los sondeos le daban vencedor y con opciones amplias para conformar una mayoría con Vox, las urnas no arrojaron ese veredicto, siendo el PSOE de Pedro Sánchez quien sí pudo, no sin dificultades y acuerdos complejos, alcanzar los 176 diputados necesarios para la investidura. Si el PP pierde Galicia, la figura de su líder quedaría ensombrecida frente a otros barones autonómicos como la madrileña Isabel Díaz Ayuso o el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla.
Es aquí donde no hay que olvidar al presidente de la Generalitat y líder del PPCV, Carlos Mazón. De inicio, un dirigente que no convencía a la nueva dirección en Génova dado que venía de la mano de Pablo Casado y Teodoro García Egea, pero que con su victoria en la Comunitat Valenciana se ha hecho un hueco por derecho propio entre los barones autonómicos del partido. Un espacio que Mazón se ha encargado de alimentar tejiendo alianzas y actos conjuntos tanto con Ayuso -reivindicaron unidos la ampliación del Puerto en diciembre- como con Moreno Bonilla -a tenor de la financiación-, además de otros acercamientos a presidentes autonómicos.
La aspiración del líder valenciano parece clara. Además de que se escuche la voz de la Comunitat en el ámbito nacional, Mazón sabe que internamente el PPCV tiene un peso numérico que debería ir en consonancia con la jerarquía orgánica. El presidente de la Generalitat, al menos así lo afirman fuentes de su entorno, no tiene intención alguna de entrar en una batalla por la hipotética sucesión de Feijóo si esta llegara a producirse, pero sí entiende que el PPCV deberá ser tenido en cuenta como un aliado muy poderoso para cualquiera que quiera postularse.
Es por ello que las elecciones gallegas de este domingo cobran especial relevancia en el ámbito orgánico para el PP, dado que una derrota popular podría acentuar la debilidad de Feijóo y quién sabe si activar algún proceso de sucesión a medio plazo. Los estrategas del partido consultados por este diario opinan que, sea cual sea el resultado, admiten que no sería una situación fácil la pérdida de la Xunta, pero que no creen que esto precipitara cambios inmediatos, si bien podría iniciar un debate interno sobre si Feijóo debería ser el futuro candidato a la Presidencia del Gobierno en 2027.
En el caso de que la gaviota siga dominando en Galicia, las distintas fuentes consultadas coinciden en que Feijóo habrá salvado de momento una situación difícil, pero eso no significará que las posiciones estratégicas a las que han accedido Ayuso, Moreno Bonilla o el propio Mazón sean menos sólidas.