El danés avisó a sus contactos con la comunidad LGTB rusa un día antes de que se publicara que su fotografía era la ganadora del WPP 2015
VALENCIA. De su colección de imágenes sobre la homofobia en Rusia, fue la instantánea de Jon y Alex la que le valió el primer puesto en el World Press Photo 2015. Un momento íntimo, en su casa, en su cama. Sin ruido ni violencia. La habitación de esta pareja gay rusa se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos LGTB, una trinchera paradisiaca en plena guerra. La fotografía, capturada por el danés Mads Nissen, ya ha dado la vuelta al mundo tras haberse hecho con el galardón. Su próxima parada será Valencia, que acogerá la selección WPP 2015 en la Fundación Chirivella Soriano, que expondrá las piezas desde mañana hasta el próximo 13 de marzo.
"¿Eres maricón?¿Eres un puto maricón?". Tras estas palabras, un puñetazo directo en la cara de Pavel Lebedev, de 23 años. Este episodio durante el Orgullo Gay de San Petersburgo de 2013 encendió la llama de Nissen, que acompañaba a un grupo de activistas con el objetivo de fotografiar un acto que, lejos de ser festivo, acabó con ataques homófobos y una fuerte presencia policial para controlar a los manifestantes. Como en otras tantas situaciones, el danés volvió a conectar alma y fotoperiodismo.
-¿De dónde surgió la necesidad de iniciar este proyecto?
-He visto ataques violentos de grupos que raptan a gays y los torturan durante horas, lo graban todo y después lo comparten en redes sociales. He fotografiado parejas de lesbianas que temen que un día se lleven a sus hijos. He estado en juicios con gente acusada bajo la excusa de la nueva ley anti-gay. Hubo un momento en el que sentí que necesitaba tomar fotografías de lo que, al final, trataba todo: amor y el deseo imparable de dos personas, sin importar su orientación sexual. Esta imagen no es sobre la homofobia en Rusia, es una oportunidad para que todos nos miremos a nosotros mismos y nos preguntemos si somos suficientemente tolerantes.
-¿Cómo hiciste para ganarte la confianza de Jon y Alex y conseguir que compartieran con el mundo su relación?
-Hay mucho escepticismo dirigido hacia los extranjeros y los medios de comunicación desde la comunidad LGTB rusa, y con buena razón. Precisamente pregunté sobre este tema a algunas de las personas que se dejaron fotografiar por mí y la respuesta que recibí fue siempre que parecía un buen chico y que me preocupaba de manera sincera por ellos, por su vida y por la causa LGTB. Otros admitieron que habían buscado mi nombre en Google y, por mi presencia online, habían visto que la mayor parte de mi trabajo se centra en asuntos de índole social y sobre los derechos humanos, lo que les dio confianza. De todas formas, también pienso que es muy necesario dedicarle tiempo, siempre volvía [a Rusia] y, cada vez que lo hacía, nuevas puertas se abrían ante mí.
-¿Has hablado con Jon y Alex desde que ganaste el WPF 2015?
- Una de las primeras cosas que hice cuando me llamaron desde el WPP fue contactar con mis contactos de la comunidad LGTB rusa. En ese momento la noticia estaba embargada, no era hasta el día después que se iba a publicar. Básicamente necesitaba compartir la noticia con ellos, que supieran que de repente los ojos del mundo se habían fijado en su lucha, aunque también tenía que darles una pequeña advertencia. Mucha gente poderosa y colectivos violentos odian mis imágenes y, por supuesto, a quienes salen en ellas. Hasta el momento ni Jon ni Alex han experimentado ataques físicos o tenido problemas legales a causa de la fotografía. Mi contacto con ellos es constante, la última vez que estuvimos juntos fue en septiembre, cuando inauguramos juntos la muestra del World Press Photo en San Petersburgo. Fue un momento increíble para todos nosotros.
-Mucha gente califica la pieza de arte, ¿qué puedes decirnos sobre la relación entre fotografía, periodismo y arte?
-La palabra arte es difícil de definir y parece confusa para muchas de las personas que me siguen. Muchos otros, incluso, pueden haber dejado de considerar mi trabajo como periodismo puro. Por eso he decidido otorgarme el título de fotógrafo documental. Dicho esto, sin embargo, sí que veo que mi propio trabajo y el de algunos de mis colegas nada en la línea entre la creación artística y el fotoperiodismo. El compromiso personal, la voz única, el deseo de preguntar y de forzar los límites desde un punto de vista artístico me atrae. Realmente me aburre cuando el fotoperiodismo tradicional pretende mostrar 'la verdad', lo que se ve, pero nunca cómo se siente. De igual forma, mi trabajo siempre sigue estrictamente la ética del periodismo.
-Desde el punto de vista de la tolerancia, ¿hacia dónde crees que está caminando Europa?
-La tolerancia está siendo desafiada en estos últimos años, especialmente con el auge del conservadurismo en muchos países europeos, pero yo soy optimista. Ser abiertamente LGTB es, en términos generales, mucho más fácil ahora que hace 40 años, como lo es ser negro. Hace cuarenta años muchos países europeos estaban sumidos en regímenes totalitarios, incluido España. Así que, a pesar de la pobreza, de la violación de los derechos humanos y conflictos que he fotografiado, soy optimista. A largo plazo, lo que he encontrado más preocupante es el cambio climático y la creciente desigualdad en el mundo que no sólo tiene que ver con el dinero, también con la acumulación de poder en las manos de muy pocas familias.
-¿Tiene el fotoperiodismo una responsabilidad sobre cómo evoluciona el mundo?
-Absolutamente. Creo en el poder de la fotografía, en la capacidad de crear para cambiar. Si no fuera de esta manera me buscaría otro trabajo ahora mismo.