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mar abierto / OPINIÓN

Mens sana

28/03/2023 - 

Vivimos demasiado deprisa. Sin tiempo para detener nuestra atención -y sensibilidad- en lo que tenemos cerca, incluso a la vista. Porque, como nos enseña Saint-Exupéry en su Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”.

La salud mental, que no es sólo la ausencia de transtornos diagnosticados, genera complicaciones diversas que habrían de resolverse mejor. Debe ser también un objetivo prioritario, que ha de promoverse y prevenirse.

Sin embargo, muchas veces -también desde el punto de vista de la eficacia institucional-  parece un problema invisible, que se trata como si no existiera.

En primer lugar porque se confunde salud mental con enfermedades graves, cuando aquel concepto es mucho más amplio. También, por se piensa que eso únicamente les pasa a los demás. Pero, además, porque los afectados, y sus familias, en muchas ocasiones conllevan a diario esa realidad -de muy diversas causas y grados- en silencio y soledad.

Por déficits en un acompañamiento estructural realmente continuo y eficaz. Por la falta de comprensión social, en el doble sentido de entenderlo y de empatizar. Y por el estigma que, además, supone el diagnostico -a veces ya sólo los síntomas- de algún tipo de afección relacionada con la mente y hasta con el estado de ánimo.

Sin embargo los datos son elocuentes: la realidad está ahí y, además, en aumento.

Así, una de cada cuatro personas va a tener en su vida alguna afectación mental. En el mundo, 450 millones. Y el número se multiplica si contamos a quienes están al cuidado de ese 25%. Porque casi el 90% de su atención la realizan cuidadores no profesionales, fundamentalmente familia.

Por otra parte, más de 300 millones de personas (3 millones sólo en España) padecen depresión, una de las principales causas de discapacidad. Y más de 8 de cada 10 con algún problema de salud mental, lo tienen también de empleo.

Es alarmante el incremento de cifras entre niños y adolescentes, que evidencia la falta de una promoción adecuada de la salud mental y de prevención (a tiempo) para evitar que se produzcan sus primeros indicios o se agraven, teniendo en cuenta que es la primera causa de muerte no natural en los jóvenes (15-29 años).

Y resulta desolador el desamparo en que se encuentran los afectados y sus familias, dada la insuficiencia de herramientas y medios, por más empeño que vuelquen los profesionales socio-sanitarios, con riesgo también de acabar alcanzados por la dureza de las situaciones que han de tratar a diario.

Hubo un tiempo en que no se informaba sobre suicidios. Para no provocar efecto llamada, se decía. Pero esconder las realidades no las soluciona: las precariza.

Y qué decir de las personas mayores… Porque las carencias de su atención integral, uno de los problemas de nuestra sociedad peor resueltos y en los que menos hemos  avanzado, se complican dolorosamente cuando se suma alguna alteración mental, incluyendo las pérdidas cognitivas o de memoria.

La salud mental, pues, genera ansiedad, déficits de todo tipo en la calidad de vida, discriminación por estigmatización (escolar, socio-económica, laboral), pérdida de oportunidades emocionales, limitación derivada en los derechos... Pero también, y sobre  todo, provoca sufrimiento. En los directamente concernidos y en sus entornos familiares, así mismo afectados en cadena por ansiedad, déficits, estigmas, pérdidas y limitaciones.

Y ante ello es necesario tratar el tema con prevención, inmediatez, recursos (comenzando por psiquiatras y psicólogos clínicos, en que la Comunitat Valenciana tiene las tasas por población entre las más bajas de España), trasnsversalidad (no solo sanitaria), seguimiento, calidad y eficacia. Y con respeto. 

El “mens sana in corpore sano” del antiquísimo poeta romano Juvenal, no es tanto un lema invitando al gimnasio como solemos entender, sino la necesidad de aunar un espíritu y cuerpo equilibrados.

La salud mental ha de dejar de ser un tabú del que no se habla. O que se ignora porque no se conoce. Y no nos podemos poner de perfil. Así que hay que situar el foco en esta realidad que convive con nosotros.

Por eso he recibido, con esperanza, la presentación por Carlos Mazón de un programa de gobierno sobre salud mental y, sobre todo, el compromiso de aprobarlo en los 100 primeros días al frente de la Generalitat.

Que así sea. Urge. Mucho.

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