El histórico restaurante Montes o La cepa vieja son dos estupendas opciones para los viajeros que quieren comer bien y barato
De tanto ir y venir en AVE –y, por qué no decirlo, de tanto hacer el primo comprando sándwiches intragables a precios desorbitados-, he acabado desarrollado la neurótica teoría de que muchos establecimientos se aprovechan del terror de los viajeros a perder el tren. Saben de antemano que vas a pasar por el aro, porque tienes hambre y no te atreves a salir de la estación. La buena noticia es que existen alternativas buenas y baratas a pocos minutos a pie de Joaquín Sorolla. En Guía Hedonista hemos seleccionado algunos restaurantes de València donde puedes comer estupendamente por menos de 14 euros, y de forma más saludable.
Justo cuando la crisis económica arreciaba más fuerte, la apertura de la estación de alta velocidad cayó como un maná del cielo para Raúl Calatayud y Cecilia Bravo, propietarios de La Cepa Vieja (San Vicente, 209). Este pequeño restaurante, situado a tiro de piedra de la puerta de embarque del tren, es una de las mejores bazas para los viajeros. Aquí están muy acostumbrados a lidiar con las prisas de los clientes, el 80 por ciento de los cuales son madrileños, catalanes o valencianos que van o vienen a la capital del Turia. “Nuestra especialidad es dar de comer bien, pero a contrarreloj ¡Algunos llegan advirtiendo que no tienen más de quince minutos!”, asegura Cecilia.
No hay que dejarse engañar por el aspecto exterior del local –que parece más un salón de manicura que un restaurante-; dentro las cosas las manejan dos personas con el honesto ánimo de ofrecer menús económicos (12,90) con productos de temporada y elaboraciones más ligeras y refinadas de las que encontramos en cualquier bar escogido al tuntún. Las verduras –procedentes de su huerto propio- asumen el protagonismo en cada plato. También las carnes ibéricas de Salamanca y los quesos artesanos (que suelen ofrecerse como complemento voluntario). Además, cuentan con una singular selección de vinos por copa que trata de diferenciarse de la competencia aposando por los ecológicos, naturales y biodinámicos.
Tomemos como referencia uno de sus menús de mediodía. Entre los primeros nos dan a elegir entre unos bastoncitos de calabacín con salsa yogur, mango, mostaza y maíz; una crema de pescado con codium y un ligero toque picante o una patata rellena de queso, berenjena ahumada y anchoa casera. Entre los segundos podríamos elegir entre un arroz verduras de temporada (el único plato fijo del menú), pluma ibérica o un guiso de pez espada. En el servicio de la noche –al que acude clientela valenciana principalmente- se ofrecen de martes a jueves un menú de tres platos por 16,50, y entre semana otro de 23 euros con cuatro platos. No está mal, ¿no?
Nuestra segunda recomendación requiere mayor margen de tiempo, pero la inversión valdrá la pena a los forofos de los platos de cuchara. El restaurante Montes (Plaza Obispo Amigó, 5) -situado a tres minutos a pie de la Plaza de España y a diez de la estación Joaquín Sorolla- fue el primero de València incluido en la lista Bib Gourmand –creada en 1955 por Guía Michelin para certificar los restaurantes con la mejor calidad-precio donde es posible comer por menos de 35 euros en España y Andorra-. Hoy en día comparten esta distinción con 2 Estaciones, Gran Azul, Lienzo, Blanqueries, Kaymus y Saiti.
Eso sí, el restaurante Montes que vemos hoy no tiene nada que ver con el local de cortinas echadas, mesas redondas con mantel y servilletas de tela que lo hizo tan célebre durante la época de las vacas gordas. Una reciente remodelación lo ha reconvertido en un luminoso local centrado en servir almuerzos y menús de mediodía con una excelente calidad-precio.
Fundada en 1939 por el abuelo de Luis, su actual propietario, esta casa tiene una gran historia detrás. Sus inicios no pudieron ser más moviditos. “Cuando mi abuelo inauguró el local, aun estaban cayendo las bombas de la Guerra Civil en el Puerto de Alicante. Empezó vendiendo vermuts y poca cosa más. Me contaban que en aquella época les cambiaban a las prostitutas del barrio los trozos de pan que sobraban en el bar por tarjetas de racionamiento que a su vez mi abuelo trocaba por otros productos. El estraperlo era de lo más natural”, comenta Luis.
Poco a poco, el restaurante fue progresando. Su proximidad a la entrada desde Madrid por la Avenida del Cid fomentó la aparición de muchas empresas en los alrededores. Del mismo modo, la cercanía al mercado de abastos garantizaba mucha clientela del gremio de camioneros. A finales de los noventa, ya en plena burbuja inmmobiliaria, el restaurante Montes era un lugar de encuentro habitual para empresarios adinerados de la zona. Abrigos de pieles, el mejor marisco del Mercado Central, mucho Viña Ardanza… Pero esa etapa acabó –“el 95% de esas empresas desaparecieron”- y hubo que ponerse las pilas.
“Los cambios han venido poco a poco, pero hay que adaptarse a los tiempos. Ahora no me sale a cuenta traer a diario las mejores paletillas y marisco, así que prefiero ofrecer muy buenos menús, con arroces con buenos fondos y platos de cuchara por los que hay gente que viene aquí dos y tres días por semana”. El plato especial de la casa (siempre presente en el menú) es la Olla Montes, una extravagante mezcla de legumbres -alubias blancas, pintas y rojas, judiones y garbanzos- con costilla, morcilla y chorizo que funciona muy bien y se sirve en una cantidad moderada para poder acometer el segundo plato. Un bacalao a la riojana con un pisto sencillo y muy natural; unas croquetas de bacalao fritas al momento; una riquísima tarta casera de zanahoria, plátano y galleta… un menú tradicional, elaborado con acierto.
Y en Patraix…
Terminamos este artículo rescatando una recomendación del periodista Eugenio Viñas. Situado a tan solo 7 minutos de distancia de la estación Joaquín Sorolla, dentro del barrio de Patraix, encontramos El Astrónomo (Calle de Jeroni Munyós, 15): “El menú siempre tiene una fuerte presencia de las verduras y una búsqueda decidida por el equilibrio calórico en tres tandas. Los postres destacan, quizá porque del buen hacer en la repostería también se sirve parte de la oferta para almuerzos y meriendas. Las ensaladas y los pescados -a menudo por la combinación de técnicas, pero también por su presentación- suelen encontrarse entre los aciertos constantes del pequeño restaurante”.