MADRID. Los bancos centrales de los países desarrollados se enfrentan este año a una desalentadora disyuntiva entre crecimiento e inflación. Es la primera vez desde la década de los 70 que tienen que apretar para empujar la inflación hacia abajo, en lugar de simplemente mantenerla bajo control.
El mercado está valorando casi diez subidas de tipos de la Reserva Federal estadounidense (FED) este año, frente a las menos de tres previstas cuando empezó el año. Esta revalorización masiva ha provocado una caída de más del 10% en el índice de bonos del Tesoro estadounidense (gráfico).
Este terrible comportamiento de la renta fija puede explicar que los fondos de renta variable mundial hayan registrado entradas de dinero este año, a pesar del deterioro de las perspectivas económicas (aumento de los precios de las materias primas, subida de los tipos, incluidas las hipotecas, debilitamiento de la confianza...). El mercado está valorando el pico de los fondos federales de la Fed por encima del 3,25% para el verano de 2023.
Nos preguntamos si la Fed puede hacer tanto sin causar inestabilidad financiera y una recesión, en lugar del deseado aterrizaje suave. Es de esperar que los resultados económicos se deterioren, sobre todo (pero no únicamente) en Europa.
Por lo tanto, sospechamos que la subida de los rendimientos a largo plazo se moderará, lo que nos hace ser cautelosos en cuanto a los activos de riesgo (infraponderamos ligeramente la renta variable y sobreponderamos el crédito, pero favoreciendo las estrategias defensivas).
Vincent Chaigneau es jefe de Análisis de Generali Investments Partners