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el tintero / OPINIÓN

Miércoles Santo sin Iglesias

Foto: VICEPRESIDENCIA DE DERECHOS SOCIALES

Sin pasar por la oficina del INEM, ni estar un tiempo de reinicio, ni de reinvención, ni nada de lo que les sucede a millones de españoles. El ya ex vicepresidente segundo del gobierno deja un sillón para ocupar otro, de la política nacional a la autonómica, de cargo a cargo (si no queda fuera de la Asamblea).

31/03/2021 - 

Miércoles Santo, por segundo año consecutivo las calles permanecen desiertas de los pasos y la imaginería religiosa que llenan España cada año en estas fechas, mal que les pueda pesar a algunos, demostrando que nuestra herencia cristiana y nuestra cultura religiosa católica siguen siendo relevantes en nuestro calendario y celebraciones. Esta forma de vivir las festividades más señaladas no deja de ser una anomalía que cualquier ciudadano sensato desea que acabe cuanto antes, y entre tanta desolación siempre hay un hueco para la esperanza.

Hoy es el primer día que, de manera oficial, Pablo Iglesias ya no forma parte del Gobierno de España y si bien es cierto que su paso por tan alta responsabilidad no ha dejado hitos destacados, salvo su desprecio total por las residencias de mayores que dependían de su cartera ministerial, creo que podemos (nunca mejor dicho) sentir cierto alivio quienes abogamos porque la política y especialmente los cargos de gobierno, los ministros y demás actores que ejercen el poder ejecutivo, sean personas con veteranía y experiencia en la vida, tanto a nivel personal como profesional, la excesiva juventud y falta de trayectoria en el caso de muchos políticos de los últimos años no es una buena noticia.

Foto: KIKE TABERNER

Lo he dicho y escrito en varias ocasiones, la efebocracia no creo que sea algo de lo que sentirnos orgullosos como sociedad [este término fue utilizado por el gran Ortega y Gasset en 1927 y hacía referencia al gobierno o “la tiranía” de los más jóvenes.] La política se ha desprestigiado por muchas razones, sin duda la corrupción ha sido un elemento importante pero no el único, contar con políticos que detestan la gestión, la burocracia y el trabajo de despacho y prefieren pasarse el día tuiteando hasta lo que ocurre en los programas del corazón y dando mítines (viviendo en un período electoral constante), también hace que el pueblo se canse de la excesiva demagogia e hipocresía que desprenden nuestros representantes públicos.

El ejemplo del candidato de Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid es posiblemente el más ilustrativo de este tipo de político. Creo sinceramente que su trabajo como docente universitario y presentador de un programa en una pequeña televisión de dudosa financiación, es adecuado a su perfil de opinador/agitador, pero de ahí a representar a 47 millones de españoles y gestionar un ministerio, le queda igual de grande que las chaquetas que se pone algunas veces. Digamos que la propia estética es una acertada metáfora de cómo hay personas que el cargo les viene grande. La prueba es como ahora lo veremos disfrutando en los mítines, en las entrevistas, incendiando las redes y utilizando todo tipo de estrategias de agitprop, tradicionales del comunismo. Al menos en ese papel reconoceremos la versión original, ojalá por su bien y el de todos recupere su actividad académica y nuestra política recuperara poco a poco la seriedad, formalidad e institucionalidad que nunca debió perder.

Aunque como nunca llueve a gusto de todos, las elecciones madrileñas que sin duda son ya una especie de elecciones generales, han tenido otro protagonista que tampoco ayuda a transmitir esa imagen seria que deberíamos tener, sí me refiero al fichaje de última hora del PP, el ex líder de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana. Con esta actitud es normal que el ciudadano medio piense que los políticos sólo piensan en mantener la poltrona, en colocarse y vivir del erario. Faltan ejemplos de políticos que con naturalidad y dignidad se retiren y vuelvan a su trabajo o lo busquen, sí como millones de españoles. Algo difícil de imaginar en estos tiempos. Mientras, las vacaciones de Semana Santa nos vuelven a demostrar que los actuales gobernantes cumplen estrictamente con el “haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”, viajes, desplazamientos, vacaciones pagadas por todos y mientras amenazándonos con la cuarta ola y con que no vayas ni a comer al bar de la esquina. Sinceramente, piensan que somos idiotas o son muy malos, o quizá ambas cosas.

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