VALÈNCIA. Los aniversarios, además de ser una fuente inagotable de ingresos para el grupo Parchís, son siempre puntos de inflexión forzados, momento de hacer pausa y balance. En el caso de la Associació Professional d'Il·lustradors de València (APIV) esto tiene más sentido que nunca. Tras veinte años de actividad, su actual presidente, Miguel Ángel Giner Bou, encara el que prevé sea su último ejercicio al frente de la entidad para dar paso a un relevo generacional que considera necesario. Pero antes de que eso suceda, todavía quedan algunos platos por degustar de una celebración envuelta en una postal de Elías Taño. Tras un entrante que vino con la publicación de The Valencianer, la versión local e ilustrada de The New Yorker, y el plato principal de una potente programación en la Fira del Llibre, la asociación ya trabaja para cocinar un dulce postre que se emplatará el 13 de julio en Pepita Lumier. La galería aglutinará una representación de todas las exposiciones colectivas generadas desde APIV, empezando por Animalada, que fue la primera de muchas. También aprovecharán la coyuntura para renovarse por fuera con una nueva web que firmará Nectar Estudio, reciente ganador de dos premios ADCV. Con el menú claro, Giner Bou recibe a Cultur Plaza en la sede de la asociación para hacer balance de estos años, sí, pero también para hablar de un presente muy agitado para el sector. De esas primeras ediciones de Feria del Cómic y ComicCon que no acaban de cuajar en València a una relación que se afianza con la administración y los museos. Y todo esto sin haber hecho sonar la maldita canción de Parchís todavía.
-Forma parte de la junta directiva de APIV desde el principio, 1997. Dos décadas después, ¿ahora qué?
-Estamos en un muy buen punto. Cuando se crea algo, en este caso una asociación, suele surgir de gente joven que va tirando del carro durante muchísimos años. Lo bueno de ahora es que, veinte años después, ha entrado gente nueva, yo he pasado a ser el más mayor. Hay una renovación muy lógica. Yo he estado en un punto intermedio, siendo maestro de los que llegaban, pero también creo que ya llega un momento en el que me tendré que retirar para que la gente joven asuma este proyecto, del mismo modo en que dentro de 20 años habrá otro relevo.
-¿Ve la renovación a corto plazo?
-Este es mi último año, ser presidente es un trabajo extra no remunerado que exige mucho esfuerzo. Espero dejar la presidencia a final de año.
-¿Cuáles son las urgencias a atacar por parte de la asociación en el contexto actual?
-Hay un reto que se repite cada unos años y es el de la defensa de los derechos de autor, con la crisis -que no me gusta esa expresión, porque ha sido una revolución de los ricos contra los pobres- ha habido mucha gente que ha aprovechado para quitar derechos a los trabajadores. Ahora hemos de volver a luchar, como hicimos hace veinte años, por nuestros derechos. Otra de las urgencias es la visibilidad de la ilustración en la sociedad, que se está consiguiendo más o menos, aumentando el interés por parte de los medios, hay un boom de la ilustración.
"gracias a la ley sinde los autores sí que recuperamos parte de esa piratería que nos afectaba. Ahora lo hemos perdido"
-Hace unas semanas se estrenó el documental Autores sin propiedad, que versaba precisamente sobre este tema. Desde el punto de vista de la legislación, ¿dónde se puede batallar y cuáles son las necesidades?
-Hay una parte muy importante que son las entidades de gestión, en nuestro caso VEGAP, que ha sido una de las grandes defensoras. En la antigua legislación se hizo una ley bastante buena, pese a que fue muy machacada, que defendía muy claramente al autor, la Ley Sinde. Con todos sus errores, de repente apareció una ley que estaba defendiendo a los autores en una industria donde todo el mundo está ganando dinero menos el autor. Ese es el camino. Si no hay una legislación que nos defienda es difícil que podamos hacer algo más allá de manifestarnos.
-Dice "con todos sus errores", ¿quedó a medias tintas?
-Creo que se explicó muy mal y la sociedad no la acabó de entender. Sí se quedó un poco a medias, pero fue la primera que nos defendía, aunque evidentemente el PP se la cargó cuando entró. He de decir que gracias a esa ley los autores sí que recuperamos parte de esa piratería que nos afectaba. Ahora lo hemos perdido. De hecho, a las entidades de gestión las demonizaron y fue la justificación propia para que el gobierno las intentara acabar de matar. Para los valencianos, que siempre vamos al revés del mundo, es una cosa curiosa. Por una parte nosotros, tanto ilustradores como diseñadores gráficos, hacía veinte años que habíamos dejado de trabajar para la administración, sin embargo estábamos cobrando por VEGAP una pequeña cantidad que era la recuperación por la copia privada y el canon digital. Al mismo tiempo, cuando cambia el gobierno, cambia el de la Comunitat y volvemos a trabajar para la administración valenciana, pero dejamos de cobrar la parte de VEGAP que nos correspondía.
-Llegan los cambios en la administración, las llamadas a proyecto... ¿hemos llegado a la meta?
-He crecido con una administración tan nefasta para el ilustrador que nuestras perspectivas eran siempre a corto plazo, de pronto llega un modelo que me parece muy positivo. Sé que hay diseñadores que lo matizan, pero yo no soy tan crítico porque creo que se está haciendo bien. Es un proceso lento, en el que hay que educarlos. A nivel personal, entiendo que si haces llamada proyecto y de pronto tienes a Ibán Ramón o Boke [Bazán] haciendo carteles... si siempre se presentan y no hay un tipo de control -por ejemplo, que no se puedan presentar en un año- estás cerrando la puerta también a estudios más jóvenes que podrían participar. Si yo soy jurado y veo que está Ibán Ramón en cartelería sé que es muy difícil que alguien le haga sombra. Que haya algún tipo de equilibrio, para que no pase lo que pasaba en la época del PP en la que daba la sensación de que la cartelería siempre la hacían los mismos. Mi crítica iría por ahí, por encontrar más diversidad.
-¿Cómo ha cambiado el panorama visual entonces?
-La cartelería anterior daba mucha verguenza y ahora es para aplaudir, hemos pasado de un extremo a otro. No puedes argumentar como administración que tu cartelería es mala porque se la das a alumnos.
"La cartelería anterior daba mucha verguenza y ahora es para aplaudir, hemos pasado de un extremo a otro"
-También como urgencia hablaba de aumentar la visibilidad. Esta semana se ha inaugurado la exposición València en vinyetes en el MuVIM, además ha sido muy publicitada la vinculación del IVAM con el cómic no solo desde el punto de vista expositivo sino adquiriendo obra.
-Con el MuVIM en la época de Román de la Calle tuvimos muy buena relación. Ahora con la entrada de José Miguel García Cortés al IVAM y, también, de la mano de Álvaro de los Ángeles se ha apostado mucho por el cómic y la ilustración, lo cual me parece maravilloso, como no podía ser de otra forma. Ojalá hubiera empezado antes, pero lo de antes era política de fútbol: traer a grandes fichajes que cuestan una barbaridad olvidándose de la cantera local. Eso no crea cultura. Pese a todo València es muy inquieta y ha generado mucha cultura siempre, pero desde luego ha habido un vacío en el apoyo al creador local.
-Tomando como referente el Museo ABC de Madrid, además del coqueteo con los centros valencianos, ¿cabría un centro expositivo permanente sobre ilustración en València?
-No solo eso, creo que un museo es imprescindible y le toca hacerlo al MuVIM, sería el sitio ideal, es el museo de la modernidad y la ilustración. De hecho cuando se incluyó esto último se hizo con sus dos acepciones, también por la parte gráfica, por eso en la época de Román de la Calle se apostó mucho por ello con muchas exposiciones. Debería ser este el museo que apostara por ello. Ahora el diálogo entre el museo y el sector no es muy fluido, se está apostando más por el IVAM. Es muy curioso que València haya producido en cómic e ilustración una cantidad de autores de una calidad increíble y que seamos una comunidad que siga sin tener una sala permanente y sin un salón del cómic. Sería dar un premio a la cantera que tienes.
-En un corto periodo de tiempo hemos pasado de la frustrada Feria del Cómic y una ComicCon que parece que no se materializa a un festival Splash que quiere ser el festival de referencia, ¿es esta la fórmula definitiva?
-A mí Splash me gusta muchísimo, como las jornadas de Tapinería. Creo que València capital precisaba de un salón, no tengo muy claro si Feria era el espacio adecuado, creo que no. Soy de los que piensa que hay que empezar poco a poco y luego ir creciendo. De algo humilde como las jornadas a Splash y, el último salto, sería ya un salón de cómic como el de Zaragoza o, al final, Barcelona. Partir de cero e intentar ser Barcelona es hundirte, ese es el error. Dicho esto, sí, hace falta un salón más grande que sea uno de los puntos de referencia en España. Necesitamos algo más potente. Gijón o Avilés tienen salón del cómic, y València con todo el potencial que tiene no: es algo que no se explica.
"El modelo ComicCon no me gusta, no miman al autor"
-¿Hace falta tiempo o cambiar la fórmulas?
-Como autor de cómic, el modelo ComicCon no me gusta, no miman al autor. Un salón tiene que funcionar de su mano, cuidarlos. Cuando crece muchísimo nos tratan como ganado, no hay un trato como se merece. El modelo que València debería imitar es el de Coruña, es decir, un salón no demasiado grande, dentro de la ciudad, con unas buenas salas de exposición y un presupuesto que permita traer autores de cierto renombre. Splash está intentando llegar a ese modelo, ahora tienen una administración que les apoya mucho. Creo que debería continuar como está, si crecen tendrán mi apoyo, pero como está ahora me gusta. Por su parte, las jornadas han crecido lo que tenían que crecer. Puede convivir todo, incluso aunque hubiera un salón.
-Queda claro que en València hay talento pero, ¿hay negocio a la par?
-No, pero tampoco es un problema muy grave. Hay industria editorial valenciana, pero sería imposible vivir solo de ella, de hecho ya nos cuesta vivir solo de la nacional. En cuanto al cómic la industria es prácticamente cero, quitando Camacuc y Xiulit, pero hoy en día puedes trabajar desde tu estudio para cualquier sitio, con lo cual la mayoría de nosotros trabajamos para Madrid o Barcelona y mucha gente tiene agentes fuera de España. Hoy en día no es una preocupación aunque, es verdad que si hubiera una industria en València lo suficientemente potente pues muchos de ellos no tendrían que salir de aquí, pero pasa lo mismo en otros sectores.
-Además de los autores, ¿se regenera el público?
-Sí, indudablemente. Una de las cosas que hace que València sea un centro muy interesante de talento tiene que ver con tres sitios: el Master de Ilustración y Diseño de la Facultad de Bellas Artes, los cursos de ESAT y Barreira, que atraen a gente joven de todo el mundo que viene aquí a estudiar. Cuando se hace Tenderete es una fiesta, sería incapaz de meterme en ese mundo. Ver que la gente joven está apostando por una fiesta de la ilustración, las batallas de ilustradores de Rivendel o los conciertos ilustrados, muchas cosas que están haciendo que el sector salga a la calle desde un punto de vista festivo, que es lo que mi generación no tenía. Hay un público detrás que son todos los alumnos que vienen.
-Con más de diez ediciones Tenderete es ya un referente local en la autoedición, ¿qué lugar ocupa?
-Soy de los que piensa que todo suma. Todo lo que sea visibilizar la ilustración y el cómic para mi hay que aplaudirlo y apoyarlo en la medida que podamos. También está el FAP de Patraix, cosas muy interesantes. La asociación siempre ha entendido Tenderete como algo impulsado por un grupo de personas que han apostado por eso y que no quieren que ninguna institución les contamine, hay un respeto mutuo. Es su espacio y es de ellos.
-No hace mucho se publicaron los datos de la Encuesta Nacional de Ilustración, en la que APIV participó. En ella se reflejaba datos como el alto nivel de pluriempleo y la brecha salarial entre hombres y mujeres, de un 42%.
-Me habría gustado hacerlo hace veinte años para tener una apreciación real en la comparación. Estaba claro que los datos iban a ser tremendos tal y como estaba el país cuando se hizo, intento ser positivo y pensar que hay que luchar para revertir esos números.
-Siendo este su último ejercicio, ¿con qué se queda de estos años?
-Si hay algo de lo que estoy contento es de haber gestionado bien la transición generacional. Es complejo ese paso, solo hay que ver a Felipe González o Aznar. Es difícil desapegarse de lo que uno ha creado. Era muy necesario ese cambio, he apostado por el modelo que tenemos, con un gerente que no fuera un ilustrador, sino un gestor cultural, Manuel Garrido. Junto con la coordinadora, PaulaPe, aposté por hacer un equipo fuerte que hiciera que la asociación funcionara con su mecanismo, un barco que pudiera tirar solo. La anterior transición fue cuando la entidad estaba muy tocada económicamente, hemos pasado una etapa muy crítica, también a nivel ideológico y conceptual. Gracias al equipo actual hemos logrado volver a tener una asociación potente y con mucha presencia. Me voy con la sensación de que he hecho el trabajo bien.
-El aniversario es un punto de inflexión forzoso, pero con el cambio de presidencia ya en la mente, ¿qué le pide a la siguiente etapa?
-Si una cosa funciona es mejor no tocarla, hay que mejorar lo que ya hay. Pienso en la continuidad, aunque es cierto que puede ser egoísta. Si entra gente joven tiene todo el derecho a equivocarse, aunque parezca que me contradigo con lo que he dicho antes. Cuando impones tu forma de pensar matas a la creatividad, debe ser todo lo contrario. Tienen que arriesgarse, chocarse contra una pared y volver a levantarse, creo que es un proceso de maduración que va a beneficiar al fin y al cabo a la ilustración. Si hubiésemos estado los mayores siempre diciendo lo que se podía o no hacer no se habrían hecho los combates de ilustración, los conciertos... tantas cosas que ahora están aceptadas y que ni se me habían ocurrido. Estaré ahí para lo que quieran y seguramente me mantenga en la junta directiva para seguir aconsejando, pero quien entre nuevo tiene que darle su propia personalidad. Si te haces conservador en estas cosas, matas la creatividad y esa es la base de la asociación. Veamos que cosas nuevas inventamos.