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exposición del fotógrafo

Miguel Trillo: "La moda ha llevado los límites juveniles a un lugar al que no ha llegado el rock"

23/06/2024 - 

CASTELLÓ. La moda y su público han llevado Miguel Trillo a dar la vuelta al mundo. Es como Willy Fog, solo que él se dedica a la fotografía. Fashion victims de lugares como Madrid, Barcelona, Londres, París, Nueva York, Tokio, Ciudad del Cabo o Sídney han contemplado como el gaditano capturaba sus formas de vestir. Outfits expuestos en la Sala Sant Miquel hasta el próximo 26 de julio. Junto a ellos, un total de 15 fotografías acerca de la cultura juvenil de Castelló en 1991. 

'Equidistancias: Souvenirs/Pasarelas' se titula la muestra. Muestra que refleja a la perfección el estilo de Trillo, quien busca a través de sus imágenes "ir analizando los cambios estéticos de las diferentes generaciones" que va viendo pasar. Tras iniciarse como fotógrafo en 1976 y capturar con la llegada de la democracia a su generación "viviendo en libertad", ahora pone el foco en "el mundo de la cultura suburbana juvenil" y, más concretamente, en cómo viven la moda y sus desfiles.  

P. En los últimos años has centrado más tu actividad en captar a los llamados fashion victims, aquellos personajes anónimos que se encuentran alrededor de las Fashion Weeks y sus pasarelas. ¿Por qué has puesto en ellos el foco? 

Al principio, veía la moda como una especie de ópera, como un espectáculo donde hay música de fondo y ropa muy extravagante. Sin embargo, me di cuenta de que la actitud transmitida por el público era muy distinta. El público mantiene una actitud de performance, se siente protagonista. Desea ser fotografiado. Esa es la actitud que me interesa y que quiero transmitir. Para eso he ido recorriendo diferentes ciudades y grandes eventos de todo el mundo. Al fin y al cabo, la ropa es como una especie de armadura que el fotógrafo es bienvenido a reflejar. 

P. El 23 de mayo inauguraste en la Sala Sant Miquel de Castelló tu exposición 'Equidistancias: Souvenirs/Pasarelas'. ¿Qué puede esperar el público de ella?

El público podrá ver como personas de distintas religiones, razas o lenguas sienten una pasión común por su aspecto externo, por su barroquismo. Van a poder contemplar el placer del cuerpo vestido. Esta pasión, junto al componente de la actitud, es lo más importante. La actitud se manifiesta a través de la ropa que llevan puesta los protagonistas.

Esta pasión y esta actitud ha llegado en la moda mucho más lejos de lo que llegó en el mundo de la música. La moda ahora es rock and roll, porque ha llevado los límites juveniles a un lugar donde el mundo del rock no ha llegado. Esta es la filosofía final de mi exposición.

P. El origen de Souvenirs tuvo lugar en 1991, el de Pasarelas en 2010. ¿Sabe mejor el resultado final cuando llevas tanto tiempo trabajando en el proyecto?

Sí, me siento muy orgulloso. Y, aparte, he podido comprobar la tremenda evolución que han experimentado las Fashion Weeks. Antes eran consideradas por el público como una especie de eventos de lujo, ahora no. Ahora, detrás de las grandes marcas hay infinitud de gente. Tanto ciudadanos de a pie como cantantes u otro tipo de famosos. Hoy en día, para conectar con la gente, es fundamental la imagen y la creación de una marca personal a través de la moda y de la ropa. 

P. En él, exhibes retratos con un estilo Street Style. ¿Qué caracteriza este tipo de estilo?

Este estilo consiste básicamente en fotografiar al público que acude a un determinado acto. En este caso, al relacionado con el mundo de la moda. En Asia, por ejemplo, me encontré a mucha gente que salía a la calle con una ropa diseñada por ellos mismos y deseando encontrarse con un fotógrafo de tendencia que les fotografiara. Esto es algo que ya pasa en todas las ciudades.

Dicho fenómeno ha llegado tan lejos que, a día de hoy, la gente sale de compras para meterse en un probador, hacerse una foto, subirla en redes y dejarla después en la tienda. Mi objetivo y, por lo tanto, lo que marca la diferencia es crear un discurso, que haya una narrativa detrás.

P. Presentas fotos realizadas en ciudades como Madrid, Barcelona, Londres, París, Nueva York, Tokio, Ciudad del Cabo y Sídney. Has dado la vuelta al mundo durante la construcción de tu proyecto. ¿Con qué quedas de todo este recorrido? ¿Qué has aprendido?

Me quedo con la lucha del joven por pertenecer a su generación. Esto sucede en países cuya ideología es muy distinta a la nuestra, como por ejemplo China o Sudáfrica. Allí, si vistes de una forma distinta a la culturalmente establecida, ya estas rompiendo con la tradición. Esto repercute directamente en el entorno familiar, pues si comparas al joven con sus padres, ves como parece que sean no de otra generación, sino de siglos distintos. Esto no pasa en Europa. En Europa una persona sale a la calle y rompe con la generación anterior. En estos países, rompen con sus padres, y esto es muy fuerte. 

Fotografía realizada por Trillo en 2022 en Nueva York

P. Intuyo que la experiencia habrá sido excitante, pero también agotadora, sobre todo a nivel mental. ¿Cómo lo has vivido?

A nivel mental, no me ha agotado. Todo lo que he hecho ha sido de forma voluntaria y producto del entusiasmo. Soy yo el que me lo he encargado. Entonces, desaparece la tensión de tener que rendir cuentas. Por lo tanto, si yo realizaba una foto y veía que no me salía, pues no pasaba nada. La única tensión que me producía es la de estar en búsqueda constante. Pero eso pasa con todo. Y al final, cuando conseguía una foto que realmente me agradara, la satisfacción se volvía mucho más grande que el desazón por la tensión acumulada. 

P. ¿Cambia mucho la forma de vivir las Fashion Weeks en España respecto a otras partes del mundo?

A efectos de repercusión, sí. La Fashion Week de Madrid, por ejemplo, se desarrolla a las afueras de la ciudad y a ella acuden dos o tres cámaras de televisión pero no suele verse prácticamente a ningún fotógrafo como yo. En la de Nueva York o París son un montón los fotógrafos que hay. 

A efectos fotográficos, no. En todas las ciudades del mundo existe público adicto a la moda, público que, dicho sea de paso, tiene un 'nivelazo'. No hay grandes diferencias entre las fotos que he realizado en Madrid o Barcelona respecto a otras capturadas en Milán o Londres. 

P. ¿Dónde has visto una mayor 'locura' o pasión por la moda?

En Tokio. Allí es tremendo. También en Seúl. La gente se viste igual tanto para ir a trabajar como para tomar una copa con sus amigos. Sin embargo, no sabría decirte el por qué. Nunca me he detenido a analizarlo. 

P. Souvenirs cuenta con un apartado en el que se muestran fotografías realizadas únicamente en Castelló. ¿Qué muestras en él? ¿Cuántas fotografías lo componen?

En la parte de Castelló hay un total de 15 fotografías, todas ellas retratos. Aquello fue un encargo que en 1991 me hizo El País Semanal. Vine con el periodista Moncho Alpuente, que también era un músico muy conocido. Eran fotografías preparadas, en el sentido de que iba a hacerlas con cita previa, y cuyo nexo entre ellas era la cultura juvenil de la ciudad, pues hubo una intención de mostrar la versión más underground de Castelló.

P. Una última, a modo de reflexión. 'Equidistancias: Souvenirs/Pasarelas', en su conjunto, es una retrospectiva con más de 100 fotografías en la que se pretende reflejar el mundo moderno a través de la fusión de dos exposiciones. ¿Qué sensaciones te deja este 'mundo moderno' tras haber visto y recorrido la mayor parte de sus culturas?

Me deja una satisfacción grande, porque veo que la historia continua. Sin la ropa, sin el mundo de la moda yo no podría fotografiar ni llevar a cabo mi mensaje. Por ello, el hecho de ver cómo la gente joven acude en masa a las Fashion Weeks me llena de satisfacción. Todo, a pesar de que haya generaciones que tiendan siempre a criticar lo nuevo. 

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