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GRAND PLACE / OPINIÓN

Mírame a los ojos…

12/11/2019 - 

Y le miré. Y luego se hizo el vacío, la oscuridad. Y llegó el frío invierno. Nada que objetar. Excepto para las generaciones venideras, que siguen preguntándose, preguntando, ¿por qué no hicisteis nada?, ¿cómo es que no lo visteis venir? Éramos pocas las que alertábamos del desastre, del devenir imparable. Tú que eres tan guapa y tan lista… Tú que te mereces un príncipe o un dentista… 

Entre mis recuerdos, un tiempo pretérito imperfecto que pretendía deparar un futuro pluscuamperfecto. “Never ever”. El 10-N marcó un cambio profundo en la población que salió a la calle en Europa, un día sin retorno. Tres generaciones futuras se jugaban la democracia soñada por sus ancestros. Y así se lo pagaron. Tú que eres tan guapa y tan lista, mírame a los ojos….

Estaba pasando. Pasó en Francia, en Alemania, pasó en España, pasaba en Catalunya… Ese día salimos a la calle por distintos motivos, por varias razones, por error. Los errores se pagan. Y los derechos se exigen, se piden, se toman… o se roban. Lo normal es que se consigan con sangre, sudor y lágrimas, como en la Europa del siglo XX, la de las dos guerras infernales.

Y así fue después de ese 10-N. Lo anunció el gurú Macron, entonces presidente de la República, una de ellas. Y todos los perros se le echaron encima. Tal vez por miedo al “amigo americano”. Todos tenemos un tío en La Habana, pero en esta ocasión debimos haberle hecho caso. ¡La OTAN ha muerto. Viva el Ejército de los Estados Unidos de Europa!, como hubiera proclamado Churchill en aquella conferencia de la Universidad de Zurich del siglo pasado. 

Pero no le escucharon ni los suyos, los hijos la “pérfida Albion”. Que le hicieron recular, como ahora están reculando sus biznietos, los “followers brexiters” de “Bo-jo”, Boris Johnson, contra sus propias creencias y en pos de un ratito en 10 Downing Street. Con su pan se lo coman. Si no es porque no comen pan, sino un sucedáneo en plan sandwich. “Pitty”.

“Well”…, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, por el desastre del 10-N y de los miles de europeos que salieron a la calle en Francia, Alemania y en España. En este último país, con el escepticismo por bandera y un síncope en el corazón que presagiaba la decepción posterior. Mírame a los ojos. Lo había elegido el pueblo, decían, con su voluntad pintada de verde esperanza, negando la historia pasada y cerrando los ojos a la venidera. Mientras el norte ardía en un tsunami que arrasó cualquier posibilidad de perdón bajo el grito de “a por ellos”. No pudieron mirarse a los ojos…

Pero lo de Alemania, con la caída del muro de Berlín, no fue mejor, y eso que se intentó parar el renacer del movimiento nazi-fascista que ahora campa a sus anchas por lo que un día fuera tierra de libertad. La caída del muro no había cerrado todas las heridas, aunque hubiera abierto todas las puertas. Y los alemanes se miraron a los ojos y no les gustó lo que vieron, el reflejo de un horror que volvía vestido con camisa negra.

 ¿Y qué pasó en Francia, en la cuna de la democracia, de la “solidarité”, “fraternité” y “liberté”…? En Francia, medio mundo se olvidó del otro medio. Suele pasar, sobre todo cuando están en juego unos privilegios ancestrales, donde el hombre supremacista y absoluto, el macho, ve venir un cambio de paradigma que no le interesa, rojo o azul. 

Con el pie cambiado -o no-, más de diez mil franceses y francesas gritaban por las calles de París que “la Islamofobia mata”. Muchas mujeres libres encabezaban una manifestación en un país libre defendiendo los recortes religiosos de su libertad individual. La crítica al Islam como acusación de xenofobia… Deberían haber marchado en Irán, allí sólo se las podía mirar a los ojos. Y eso es lo que se veía en París, en la Francia libre y laica. El 10-N del 2019.

Un día dije que la III Guerra Mundial no sería entre Oriente y Occidente, ni siquiera en el mundo digital, en los mercados financieros ni en los comerciales…, como aventuran y amenazan las agencias de calificación de “rating”, las de la famosa y etérea prima de riesgo. La próxima guerra será la guerra entre los sexos, será la guerra por el poder y los privilegios de un lado, por la igualdad y los derechos del otro. Porque un tribunal europeo no vea “muy grave” que siete chicos violen a una compañera del instituto de 14 años semiinconsciente y drogada. Porque un hombre de 40 años no sueñe con dos chicas de 20… Y un día nuestras hijas, nuestras nietas nos dirán: “Mírame a los ojos…”.

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