Este fin de semana estamos de celebración. Hace ahora un año que mi familia pasó de ser una familia monomarental con una niña a cargo, a convertirse en una familia numerosa y monomarental especial. Una mamá con tres niñas. Hace un año nacieron Manuela y Luna, mis mellizas… mis “Diddis”.
Manuela y Luna son las mejores hijas que la vida me ha podido regalar. Han sido vitales para mi recuperación, las perfectas aliadas y compañeras de vida en este viaje de locura hacia la maternidad múltiple en solitario. Mis bebés, sin ser conscientes de ello, no han podido hacerlo mejor ni han podido ayudarme más en la reconciliación con mi maternidad
Manuela y Luna me han ayudado a reconciliarme con todos estos sentimientos contrarios que mi mente proyectaba en esta una segunda maternidad.. Y aprender y aceptar algo tan básico como que cada maternidad puede ser experiencias distintas y completamente contrarias.
Manuela y Luna han sido mi tabla de salvación para finiquitar el duelo que he vivido con respecto a mi primera maternidad y empezar a disfrutar de mi segunda maternidad.
Manuela y Luna son dos niñas maravillosas, tan fáciles como amables, llenas de vida y de sonrisas y con una expresividad y sociabilidad que llama la atención. Acostumbradas a la multitud desde que nacieron y ir de brazo en brazo pues una madre con tres hijas a veces no tiene brazos para todas al mismo tiempo. No extrañan cuando las sacas de su zona de confort. Ahora cumplen un año y comienzan a descubrir este mundo, a mirarlo desde las alturas, a querer estar siempre de pie, a explorar cada uno de sus rincones y a meterse todo lo que encuentran en la boca… todo un clásico de los bebés.
Manuela y Luna son ese milagro de la vida que llegan cuando crees que no vas a volver a ser madre. Cada día que pasa más agradecida me siento. Han venido para ponerme a prueba y resituarme en este mundo. Yo soy de las personas que piensa que las cosas siempre pasan por algo y si vinieron dos niñas a mi vida de golpe sin esperarlo, no es casual ni un asunto baladí Una situación tan maravillosa como complicada.
Mi segunda maternidad múltiple en solitario me ha hecho crecer, me ha hecho más fuerte y, lo más importante, me ha puesto en mi sitio. Muchas veces he pensado que mi vida había entrado en el caos y era una auténtica locura, hoy me doy cuenta que el desorden que yo pensaba que vivía, era el orden perfecto.
Aunque pensara que mi vida estaba totalmente desordenada con la llegada de mis bebés, no ha podido ordenarse mejor de una manera natural. Manuela y Luna han venido a mi familia para recolocarnos a todas.
Termina un año plagado de contrastes. Un año de días eternos y semanas que vuelan. Un año de noches en vela. Un año con pocos momento de lucidez y mucha confusión. Un año con momentos que borraría y otros que me tatuaría para siempre. Un año de locura máxima. Un año de risas y lloros. Un año que a veces me parece haberlo soñado. Un sueño hecho realidad. Un año con momentos que mi mente ha borrado y otros que los llevo en el alma. Un año que ha volado aunque ha sido eterno.
Un año lleno de amor. Un año donde no he podido estar mejor cuidada, querida y protegida. Un año de entrega familiar. Un año dependiente de mi familia. Un año que me ha devuelto a mi niñez de un plumazo. Un año en que me he sentido tan madre como hija. Un año difícil de explicar y de analizar. Un año que ha marcado mi vida para siempre.
Termina ahora uno de los años más intensos de mi vida, un año que desearía volver a abrazar y volver a vivirlo con otra mirada y vivirlo desde la fuerza y lo recuperada que me siento ahora. (https://valenciaplaza.com/45-vueltas-sol )
En estos días estoy reviviendo cómo fueron los últimos días el año pasado y las últimas horas antes que nacieran mis bebés. https://valenciaplaza.com/mi-parto-gemelar Ahora me doy cuenta que por mucho que lo intentaba, no conseguí visualizar mi nueva vida. La nueva vida que me esperaba por delante. Madre soltera de tres niñas.
Hace un año a estas alturas me despedía de mi condición de ser una familia monomarental al uso, a ser una familia numerosa y monomarental especial ¡se dice pronto!
A mi vida le quedaban días para cambiar para siempre. Y es que pasaba de la crianza y la maternidad en solitario con mi hija mayor, Leo-Khadija (Didda), de la que había disfrutado durante 5 años de manera intensa , entregada y feliz … a una maternidad múltiple de dos bebés más, mis dos hijas, Manuela y Luna, mis “Diddis”* que venían a este mundo .
Me convertía en una familia en riesgo de extinción. Modelo de familia olvidada y abandonada social y políticamente. Un tema que daría para mucho más pero hoy no voy a entrar. Estamos de fiesta, estamos de celebración. Manuela y Luna cumplen un año. La vida me ha regalado mis tres niñas y sólo espero que esta vida sea generosa con nosotras y pueda criarlas muchos años más.
“Manuela y Luna han venido a este mundo para hacerlo más bonito y mejor. Las miro y muero de amor. Son el milagro de mi vida. Alegres, despiertas, felices, vivas, sonrientes, benditas… Despiertan en mí sensaciones tan extremas que no puedo identificar. Un amor infinito, incondicional e irracional”. (https://valenciaplaza.com/manuela-y-luna )
La semana que viene… más!
*“Las Diddis” es el nombre que han heredado mis hijas gracias al ingenio de los pueblos. El diminutivo de mi hija mayor Leo-Khadija en Lamu (Kenia), Didda , ha dado nombre a sus hermanas las “Diddis”. Ahora en Viver somos la familia de “Las Diddis”.