plato de la semana

Mochi de cheescake de Mochisan

Lo siento por el dorayaki pero ha pasado a un segundo plano. Y más cuando delante hay un mochi de textura gomosa relleno de crema de queso y frutos rojos.

| 08/10/2021 | 2 min, 39 seg

Me sabe mal por Doraemon y sus dorayakis —cuántas tardes viendo esos dibujos y deseando uno de esos pastelitos— pero los mochis han desbancado a la merienda favorita del gato cósmico. Un giro de guion hacia un postre milenario que solo se tomaba en días festivos y que incluso servía de ofrenda a los dioses. Por suerte, hoy todos los días son de fiesta y podemos zampar mochis cuando queramos. Lo de ser dioses es ya otra historia. Y resulta curioso porque nadie hubiese pensado que en 2021 Doraemon seguiría emitiéndose por televisión y un postre a base de harina de arroz con una textura algo pegajosa sería la tentación de occidente. Y la mía.

Por eso, cuando pruebas un auténtico daifuku mochi sabes que ya no hay vuelta atrás y deseas tener una cápsula hoi-poi para almacenarlos y tenerlos a mano con solo apretar un botón. Como eso no es posible —de momento— lo mejor es acudir a Mochisan, un auténtico edén para los amantes de los mochis. Hay que desviarse del camino (está en la calle Martí l'Humà, 4) pero la recompensa es tan grande como encontrar una bola de dragón.

La carta de Mochisan es escueta, con ocho sabores fijos y otro que va rotando cada mes según los productos de temporada. Pero su pizarra no necesita más variedades porque sus mochis son de los mejores de la ciudad. Sin titubear recomiendo el mochi de cheesecake, relleno con un cremoso de queso, mermelada de frutos rojos y galleta. Es jugoso, suave y la textura roza la perfección. Y si lo acompañas con un Yuzu artesanal… ¡merienda de dioses! Puedes tomarlos en su cafetería —reserva antes una mesa— o llevártelos a casa.

La responsable de que València tenga un templo de los mochis es Andrea Valls. En pleno confinamiento tomó la valiente decisión de abrir Mochisan y desde entonces ha ido puliendo la técnica y la receta. La joven, apasionada al Manga y la comida japonesa, sigue la receta tradicional pero adapta los sabores al paladar occidental. La excepción es el de anko (pasta de judía roja dulce), pero solo los elabora bajo encargo. El resto de sabores son pistacho, yuzu, chocolate, matcha, Miso-Caramel y Oreo. Y sí, el de cheesecake.

Confesado que los mochis son mi perdición, aquí una gran verdad: un mochi helado no tiene nada que ver con un daifuku mochi casero. Insisto: nada que ver. Ni por su textura, ni por la calidad de sus materias primas, ni por el uso de conservantes… Además, requiere de mucha técnica y práctica para que quede en el punto de viscosidad exacta y no como un chicle o dura. Claro, porque no hay que olvidar que la masa —que podría tomarse tal cual— tiene el arroz como principal ingrediente.


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