Bebidas sin alcohol y platos sin carne, queso o pescado. Para muchos, un infierno. Para todos, el futuro
Hace un par de años ya viajamos al futuro en el Delorean de Doc para averiguar qué tendencias alimentarias vendrían en la próxima década. Pero es que como esto va más rápido que la luz, había que actualizar un poquito el panorama para ver qué se asomaba por 2022. Así que ahí van para que te informes o para no poner cara de póker cuando alguien te hable de ello, porque las vas a oír más de una vez.
Empezamos con el Mocktail. La primera vez que lo oí me hice la loca y asentí como si lo conociese de toda la vida. Fantasma. En realidad sí lo conocía, de hecho soñaba con ello desde hacía años pero no tenía ni pajolera idea de cómo se llamaba. Pues no es ni más ni menos que un cocktail sin alcohol. I must confess que llevo más de una década sin comprender por qué nadie pensaba en los abstemios y es que la oferta en cualquier restaurante se resume en alcohol, bebida gaseosa o agua. Lo cual me ha terminado convirtiendo en esa persona que pide agua con una rodaja de limón para que parezca que el H2O se transforma en algo interesante por ponerle un trozo de fruta dentro. Bueno, aunque he de decir que en Bouet me hacen muy feliz con su cocktail sin alcohol, ahora Mocktail, de cereza. Qué fantasía chica.
A ver, que habrá muchos escandalizados de los que digan que su copita de vino, la caña o el gintonic después de comer son una gloria insustituible y menos por una obscenidad como un cocktail sin alcohol con nombre de moderno. Vale. Lo entiendo. No hablo de decir adiós a la copita de vino con la tapa ni a la caña en una barra pero que maravilla el día que no los quiera y poder elegir.
Después de aprender lo que es un Mocktail, nos pasamos a la Kombucha. Ya os hablaba de esta bebida hace unos meses Almudena Ortuño y es que esta bebida lleva ya un tiempo buscando hacerse su hueco en las mesas de muchos restaurantes. Se trata de una bebida a base de te fermentado usando para ello un hongo. Sí, yo la primera vez pasaba de probarlo, además que el hongo se ve ahí flotando en medio del líquido y uno no está acostumbrado. Luego vas abriendo la mente, leyendo un poco y descubres no solo que está buena sino que es la monda para tu salud y tu cutis.
Lo que hace aún más especial a esta bebida es que te la puedes preparar tú en casa, si consigues el hongo, claro. Preparas una jarra de te, introduces el hongo, cierras bien y dejas fermentar de entre 2 semanas y un mes. Se le pueden añadir jugos de fruta o raíces como jengibre que queda un sabor increíble. Ahora solo queda enfriar, servir y listo.
Hablando de Kombucha, nos metemos en la cocina macrobiótica. Esta es un tipo de dieta que se basa en tener en cuenta el cuidado del intestino ya que se dice que al ser nuestro segundo cerebro, influye directamente en nuestro sistema inmune y en nuestro estado de ánimo. Pues aunque no te pases a una dieta macrobiótica sí que será muy común ver preparaciones típicas de la misma en muchos restaurantes o mercados, como es el caso de los fermentados como el kimchi, el kéfir o la kombucha que comentaba antes. Todos ellos probióticos al ser alimentos fermentados.
Los adaptógenos por su parte son alimentos que se cree que regulan distintos estados del cuerpo como estados anímicos o físicos como el calor o el frío. Por ejemplo la cúrcuma que se considera antiinflamatoria u otros que quizá no hayas oído jamás como la Ashwagandha que combate el estrés (póngame diez de esos por favor).
Todo un mundo esto, ¿eh?
Y terminamos con la que se conoce como dieta Plant-based. No hablamos de veganismo o vegetarianismo, hablamos de una dieta basada en plantas. Es decir, todos esos que la nevera la tienen repleta de verduras y que dicen que en casa no suelen tener carne o mucha carne, entrarían en este bloque. Pero no es tan fácil. La idea es dejar de lado los procesados y el motivo suele ser en su mayoría mayor conciencia sobre el medio ambiente y la salud. Digamos que es una dieta con un gran porcentaje de vegetales frescos y de temporada.
Esta, señores, es la que viene fuerte para meterse en todas su neveras. Yo espero que venga también a pisar fuerte en las cocinas de muchos restaurantes, algo que hace años ya pasa en Barcelona o en otras ciudades de Europa. No trata de eliminar la proteína vegetal, solo reducir el consumo a una forma más consciente y sostenible.
Y por último, las carnes vegetales. Hace unas semanas os hablaba de las 3 carnicerías veganas que hay en Valencia, un de ellas recién abierta. Es alucinante como no solo se han abierto carnicerías y obradores, sino que todos los supermercados de barrio incluyen en sus lineales imitaciones vegetales a la carne. Sea por moda, por acaparar mercado o quién sabe qué, está claro que viene una nueva era. Y viene para todos. Se resista quien se resista.