Hace unos días me subí al Delorean de Doc para averiguar lo que nos traerá la industria alimentaria en la próxima década, y resulta que el snack de tus fiestas serán las algas, tu carne (que será vegetal) habrá sido impresa en 3D, tendrás un huerto vertical en casa y no concebirás la vida sin proteínas vegetales. ¿Qué tal te suena?
El primer cambio, ya ha sido: el nuevo modelo de consumidor que se viene construyendo en los últimos años. Los millenials y los centennials han hablado y no hay marcha atrás. Estas son las generaciones que deciden hacia dónde se dirige la industria alimentaria.
Los principales intereses de las generaciones eco-friendly son el acceso a una alimentación saludable, el bienestar animal, la ética y el impacto sobre el medio ambiente.
Para empezar, cuando hagamos la compra del futuro, el realfooding será nuestra biblia y Carlos Ríos nuestro profeta. Adiós a todos los procesados, por más que se reinventen con opciones healthies, el nuevo consumidor lee la etiqueta. Saldrán de nuestros platos los aditivos y el azúcar añadido y elegiremos productos naturales y caseros. Pero no solo querremos que sean alimentos reales, sino que también funcionales. Querremos alimentos que respondan a necesidades puntuales durante el día y eso se logrará a través de lo que será la verdadera revolución, tatuajes capaces de medir nuestros niveles de sodio, azúcar y potasio en sangre. ¿Te imaginas que un tatuaje te avise de que tienes que tomar azúcar? Pues ve acostumbrándote a la idea. Entre estos alimentos encontramos, aceite de aguacate, probióticos, ginseng, té verde, el ajo de toda la vida o la melatonina.
La Huella de carbono será nuestra sombra y procurar el bienestar animal estará entre nuestros mandamientos.
El siguiente cambio, la sostenibilidad, una de nuestras mayores preocupaciones.
¿Sabías que el 75% de nuestros alimentos procede de solo 12 tipos de cultivos y 5 especies de animales? Este dato aislado no tendría mucha importancia si no fuese porque existen más de 20.000 especies de plantas comestibles. ¿Cuántos sabores inexplorados? Y nosotros aquí sin saberlo, venga pasta y arroz.
Pues resulta que este consumo masivo por solo un tipo de alimentos va en contra de nuestra propia salud y la del planeta, ya que resulta hacerlo menos resistente a plagas y al impacto del cambio climático. Nos inclinaremos por comer plantas que consuman pocos recursos, y ahí aparece nuestro futuro snack favorito, las algas. Son nutritivas y no requieren de riego, por lo que menos gasto de H2O, favor para el planeta. Ya sabes, el agricultor del futuro irá en buzo.
Aunque cada vez nazcamos menos, la realidad es que duramos más. Se prevé que la demanda mundial de alimentos aumente un 60% para el 2050. Una barbaridad. Y si a esto sumamos que el 83% de la superficie cultivable global se destina a alimentar animales y ahora mismo solo nos queda un 3% cultivable, puede cundir el caos.
Vamos a explicarlo. Una vaca que se sacrifica a los 8 años, ha necesitado alimentarse durante todo ese tiempo, por lo que habrá consumido incontables recursos con el único objetivo de producir unos cuantos filetes que se podrían agotar un día en un solo restaurante. En cambio, si no produjésemos tantas vacas, esos espacios de cultivo podrían destinarse a consumo humano, es decir, años y años de verdura a cambio de unos 30 filetes de carne. El cálculo sale positivo. Si encima sabemos que no cabrá ni un alfiler entre toda la masa humana dentro de 30 años, convendría empezar a pensar en cómo alimentarla.
Otra solución pasará por convertir tus paredes en floreros colgantes. Con ellos reduciremos el uso de agua para riego, el consumo de pesticidas, la huella de carbono y se disminuirá el CO2 ya que prescindiremos de transportes. El contra, la luces led consumen demasiado para que sea realmente sostenible.
¡Y no nos olvidemos del packaging! Tu snack de algas irá envuelto entre algas. Las despensas del futuro están llenas de envoltorios de lo más variopintos. Aunque ya forma parte del final de la pasada década preocuparnos por reducir el plástico, en la que viene aparecerán nuevos envases sostenibles. Hasta ahora conocemos el PLA, un material biodegradable obtenido del maíz, yuca o azúcar. A este y al bambú, sumaremos el agar (alga) y el Marinatex hecho a base de escamas de pescado.
Leerás la palabra plantbased (basado en plantas) en todas partes, será tu nuevo mantra.
Las proteínas vegetales serán otra de las revoluciones. Un paseo por el supermercado del futuro te basta para saber que las proteínas ya no serán lo que eran hasta ahora. La proteína de guisante, de alga, de setas, de habas de fava, las lentejas de agua y las levaduras serán tan comunes como lo es ahora el aguacate.
A las hamburguesas de carne ya les salió sustituto en la pasada década con la Beyond burger, la Impossible Burger o Heura, el nuevo pollo vegetal. El próximo paso será el pescado vegetal, ¿Qué te parece?. Pues así es. El 90% de las reservas de pescado están sobreexplotadas, y en el futuro ya ni te cuento, así que allí ya se come vegetal. Además, vegano, sin microplásticos y sin mercurio, la panacea.
Pero esto no es nada nuevo ¿no? Llevamos meses viendo en los supermercados como las marcas cárnicas de toda la vida lanzan sus alternativas vegetales. Porque o te unes a la ola, o ya sabes, te ahogas.
Y hace unos días veíamos ya un reflejo de estos cambios, el inicio de la década sostenible y vegana. Los Globos de Oro servían por primera vez en su historia un menú 100% vegano. A mis ojos les salieron corazones, como al emoticono.
Y es que en 2017 sabíamos que, solo en España, el 7’8 de la población se definía como veggie, siendo en 2019 un 9’9%. Es decir, en tan solo dos años, 817 mil personas se han sumado a este movimiento, alcanzando el total de más de 4 millones de personas, y no tiene pinta de parar.
La comida ya no será lo que era hasta ahora, allí la imprimen en 3D. Ya te digo que tu madre o tu abuela esto no lo van a entender, ve armándote de paciencia. Carne sintética, carne vegetal o la carne creada en laboratorios están a la orden del día en el nuevo mundo. Aunque a mi me da un poco de repelús, parece que en unos años no nos quedará mucha más alternativa.
Pero no solo servirán para imprimir carne, también para personalizar alimentos, pudiendo elegir el sabor, la textura, la forma y los ingredientes. Muy Frankenstein todo.
Dicho esto, ¿te ves preparado para la nueva década, McFly?