Encar y Álex al mando de esta 'cocina de felicidad' que ya ha encontrado su lugar en Ruzafa
Hay locales con historia. Uno de esos locales es el siete de la calle Pintor Salvador Abril, república de Ruzafa; antaño la casa de aquel maravilloso Appettite de Arantxa y Bonnie (qué felices fuimos allí) y después llegó la hora de Carlos Ruiz, Mike Grey y ese Mood Food de la cocina viajera y el steak tartar de matrícula.
Hoy el proyecto está en manos de Alejandro Rossell (en cocina, antes en La Vida es Bella de Benimaclet) y Encar Izabal (pastelería), currantes honestos sin más amparo que la pasión y la perseverancia —ojalá esta ciudad sea capaz de cuidar casas como esta, donde el corazón va tres pasos por delante del escandallo. A Alejandro le va “la cocina tradicional; los buenos fondos y los caldos elaborados sin prisa para extraer toda la esencia de nuestros productos. ¿Nuestra propuesta? felicidad y bienestar a través del sabor de nuestros platos y una experiencia culinaria basada en la creatividad y la tradición”.
Cocinar es un acto de amor. Es la firma de esta pareja y (estas cosas se intuyen) yo sé que es verdad; excelentes arroces, rubia gallega de Cárnicas Lyo, mollejas con ajo negro y ningún miedo a la cuchara. Qué buena noticia. Si pierden cierta inclinación al barroquismo (¡menos es más!) y saben cuidar al cliente fiel, sé que tenemos familia para rato. Bravo.