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tensión tras el pacto con podemos

Morera se alía con sus críticos para enfrentarse a la revuelta 'mayorista'

12/11/2015 - 

VALENCIA. La política da muchas vueltas, en especial en coaliciones como Compromís o en las formaciones que lo componen, como el Bloc. En los últimos años, se ha desarrollado en el partido nacionalista una corriente crítica frente a la dirección que ostenta el secretario general, Enric Morera. Un dirigente bajo cuyo mandato, habitualmente cuestionado, el Bloc ha alcanzado las mayores cotas de representación de su historia, envuelto eso sí en la marca Compromís. 

En este sentido, el grupo de renovadores del partido, al que algunos llaman G-7, siempre se ha mostrado crítico, entre otros motivos, con las concesiones de Morera al sector liderado por el histórico Pere Mayor, los denominados 'cristians vells'. Sin embargo, el panorama ha cambiado en los últimos meses y, especialmente, en el proceso de negociación del acuerdo con Podemos así como en los días posteriores.

Precisamente destacados miembros del sector 'mayorista' han protagonizado las reacciones más airadas -dimisiones incluidas- contra el pacto llevado a cabo entre Compromís y Podemos. Una de las últimas, la marcha "simbólica" de la Ejecutiva de la coalición del eurodiputado Jordi Sebastià: un adiós que no es tal puesto que es miembro nato de la misma por su condición de parlamentario, por lo que para renunciar a estar en la dirección, debería abandonar el escaño. En cualquier caso, algún dirigente de la coalición apuntaba a este diario ayer que el dirigente tampoco suele frecuentar las reuniones de la dirección en los últimos tiempos. 

Este goteo de ausencias -culminaron este miércoles con una tensa Ejecutiva- han sido criticadas desde el entorno de Morera, al igual que desde el grupo renovador de la formación nacionalista, al que pertenecen dirigentes como el conseller Vicent Marzà, el síndic de Compromís, Fran Ferri, o la secretaria de Organización del Bloc y de Compromís, Àgueda Micó, desde cuyos entornos también han mostrado su rechazo a las dimisiones por fascículos en la Ejecutiva a las puertas de la campaña de las elecciones generales.

Con este escenario, se ha producido una confluencia de intereses -algunos se apresuran a matizar que "puntual"- entre Morera y su grupo y el llamado G-7, dado que ambos defienden el acuerdo alcanzado con Podemos con vistas a conseguir un grupo parlamentario propio en el Congreso y plantar cara en Madrid. En esta línea, coinciden en que más allá del "malestar" que pueda existir en muchos militantes, las dimisiones que se han dado en el Bloc se producen en "clave orgánica" como un "intento de desestabilizar" y "enfocadas al próximo congreso" de la formación nacionalista.

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