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Mozart como reto en el aniversario de Les Arts

El Palau de les Arts celebra este jueves su décimo aniversario con la primera actuación de Fabio Biondi como titular de la Orquesta. El viernes dará un recital en su faceta de violinista

8/10/2015 - 

VALENCIA. La cantata sagrada Davidde penitente y la Sinfonía 31 París de Mozart se interpretarán en el concierto conmemorativo del  décimo aniversario de la apertura del Palau de les Arts. Fue en 2005, y también un 8 de octubre, cuando se celebró el primer concierto inaugural del Palau de les Arts (no es una redundancia: fue el primero porque hubo varios conciertos inaugurales). El programa estaba compuesto por una selección de Carmen y otra de música española. La orquesta se formó para la ocasión, con músicos valencianos venidos de distintas agrupaciones y dirigidos, en la primera parte, por Lorin Maazel. En la segunda llevó la batuta García Asensio. Intervino asimismo el Cor de València, y, como solistas, Angela Gheorghiu, Erwin Schrott, Roberto Alagna, Elena de la Merced, Marina Rodríguez Cusí y Josep Miquel Ramón. El concierto se repitió al día siguiente. El día 24 del mismo mes, Zubin Mehta y la Filarmónica de Israel, interpretaron (en el segundo concierto inaugural) Leonora III de Beethoven, la sinfonía 41 de Mozart, y la núm. 1 de Brahms, enfrentándose el 25 (tercer concierto inaugural) con la Novena de Beethoven, cuyo cuarteto solista tenía realmente campanillas: Ingrid Kaiserfeld, Elina Garanča, Robert Dean y Matti Salminen. Y el Cor, naturalmente. La orquesta del recinto aún estaba en ciernes, y al edificio también le faltaban cosas. Por eso, se volvió a cerrar un año entero. Quedó abierto al público otra vez (cuarto concierto inaugural —e institucional—) el 8 de octubre de 2006, actuando ya la Orquesta de les Arts dirigida por Mehta, la Orquesta de Valencia dirigida por Traub, y ambas formaciones juntas —simbolizando una sintonía a veces cuestionada— de nuevo con la batuta de Zubin Mehta. Por fin, la temporada de ópera se inauguró, esta vez de verdad, el 23 de octubre de 2006, con un precioso Fidelio, ya con el coro y la orquesta del recinto bajo la dirección de Mehta. Waltraud Meier, Peter Seiffert, Matti Salminen y Juha Uusitalo fueron los principales solistas.  

Mucho ha llovido desde entonces, y la crisis le cayó encima a Les Arts después de que se cayera también la plataforma escénica y antes de que se desprendiera el trencadís. No está al frente del recinto quien estaba, ni los directores de la orquesta son los mismos, ni en la Generalitat Valenciana, de la que depende el coliseo, manda el mismo partido. La abundancia de títulos en cada temporada, la estimulante presencia de grandes voces, magníficas batutas y celebradísimos montajes (ay, aquel Anillo...) pasaron a la historia por la falta de dinero. Sin embargo, ese relámpago de la gran música ha servido para crear un poso importante entre los oyentes, que han aumentado sus perspectivas y su exigencia. Quedan, por otra parte, el coro y laorquesta de la casa, dos pilares fundamentales en la historia de este  teatro, que son, también, garantía imprescindible de su futuro.

Ambas formaciones se estrenan hoy con la batuta deFabio Biondí, que va a ser, junto a Roberto Abbado, uno de los directores titulares de la orquesta. De él esperan los músicos una profundización en el repertorio del siglo XVIII. La música de este periodo es la especialidad del italiano, y nada más adecuado que Mozart para empezar, pero también nada más arriesgado. Bien sabe la Orquesta de la Comunidad que sus mejores logros —impresionantes algunos— han sido en obras posteriores. A los pentagramas de Mozart los teme, por otra parte, cualquier músico sensato. Y es que en esa textura transparente y delicada, cargada de tesoros, todo se escucha, todo se disfruta o se sufre, nada puede enmascararse, y, en el ámbito expresivo, tolera tan mal la frialdad como los excesos.

Ahí es nada.

A Fabio Biondi lo conocen los valencianos porque ha actuado en varias ocasiones en el vecino Palau de la Música, dirigiendo a su propia formación, Europa Galante. La agrupación está especializada en la ejecución de música antigua con instrumentos originales, parámetros muy diferentes a los que van a rodearle en Les Arts. El concierto de hoy, que conjuga una obra conocida (la sinfonía núm. 31 París) con otra pocas veces programada (Davidde penitente) empezará a mostrar el nivel de entendimiento que se produce entre la batuta y los instrumentistas. De entendimiento y de seducción recíproca, porque mucho de eso hay entre un director y su orquesta. También se verá, porque casi siempre rebota, cómo incide todo ello en el público. Tres solistas ayudarán en la tarea: Jessica Prat, Antonio Siracusa y Manuel Custer. El viernes, asimismo dentro de la pretemporada a precios reducidos, podrá verse a Fabio Biondi como violinista, acompañado al clavecín por Paola Poncet. El recital, bajo el epígrafe de El violín en el Siglo de las Luces, incluye obras de Corelli, Geminiani, Herrando, Locatelli, Tartini, Veracini y Vivaldi.

Davidde penitente es una cantata en la que Mozart aprovechó mucha de la música escrita para su Gran Misa en Do menor K. 427: era muy frecuente en la época que los compositores se copiaran unos a otros, y, todavía más, que se autoplagiaran (el lenguaje especializado acota el término y pasa a denominar tales cosas como parodias). Charles Rosen, uno de los grandes especialistas en el estilo clásico, no duda en calificar a Mozart, cuando habla del tema, como “el más grande de los parodistas”. En este caso, como se ha dicho, procede del propio compositor, aunque antes la hubiera encuadrado en otra obra. Hubo cambios, desde luego, entre otros la indispensable sustitución del texto latino de la Misa por otro del Libro de los Salmos, traducido al italiano por Severio Mattei. Mozart introdujo en la cantata, además, tres números de nueva creación: un aria para el tenor ('A te fra tanti affanni'), otra para la soprano ('Fra l’oscure ombra funeste') y una cadencia para los tres solistas: ('Tutte le mie speranze'). La obra se presentó en 1785 (Mozart tenía 29 años), uno antes del estreno de Las Bodas de Figaro,  y unos meses después del ingreso de Mozart en una de las logias masónicas de Viena. Esta partitura muestra la capacidad del compositor para adaptar con plasticidad a la música religiosa las estructuras y la ornamentación de la ópera. Alternándolas, cuando conviene, con un riguroso lenguaje contrapuntístico, donde se revela el conocimiento y el estudio de grandes obras del Barroco.

Hay números en Davidde penitente que exigen de los solistas una buena destreza para la agilidad y la ornamentación. Con todo, el auténtico protagonista de esta cantata es el coro, del que se pide una gran fluidez expresiva y un certero dominio del contrapunto. Llama especialmente la atención 'Se vuoi, puniscimi', retomado del Qui tollis de la Misa antes citada, con un ritmo y unas estructuras implacables que se pliegan mejor al nuevo texto del salmo que al de la Misa original: así son a veces las cosas. Para abordarlo, todos los intérpretes, con el director al frente, habrán de saber plasmar esos intensos estados de sumisión y de temor que en él se dibujan, como no podía ser menos con un texto que le dice a Dios: “si quieres, castígame”.

Se pasará después a un terreno más conocido: Mozart también, pero el de la sinfonía 31, París, estrenada en esta ciudad en 1778. Y nos encontramos de nuevo con un músico que se mueve en unas coordenadas muy diferentes a las actuales. Si antes contemplábamos a los compositores plagiando su propia obra y copiándose entre sí, sin empacho alguno, ahora vemos a Mozart sobreponiéndose a las complicadas circunstancias personales. que le acompañaron en este viaje, y escribiendo una obra brillante y espectacular que cumpliera con la moda francesa de la época, porque eso es lo que se le demandaba: aún queda algo lejos el concepto romántico de la música como expresión directa del estado de ánimo de su creador. En cualquier caso, Mozart hizo también aquí de la necesidad virtud, utilizando los esquemas y clichés de la moda parisina como punto de partida para un desarrollo tan irreprochable como encantador del discurso musical.

En la rueda de prensa convocada el martes sobre este programa, Fabio Biondi señaló que ha comenzado su labor en Les Arts con un repertorio no lejano al que frecuenta habitualmente la Orquesta de la Comunidad, pero mostrando, al mismo tiempo, una obra menos conocida como Davidde Penitente. Refiriéndose a Mozart, indicó que ha sido importante “en la comunicación a través de la orquesta”. Por otra parte ha revelado que Helga Schmidt no quiso que él trabajara en el coliseo valenciano, a pesar de lo cual no “desprecia” el trabajo de la anterior intendente.

El director actual del recinto, Davide Livermore, manifestó que se había retrasado el comienzo del concierto a las 21 horas como “muestra de coordinación” con el Palau de la Música, donde la sesión programada para el mismo día se adelanta a las 19 horas. De esta manera, el público puede, según él, asistir a los dos conciertos.

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