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EL MURO / OPINIÓN

Museos o cementerios

Foto: ALMUDENA SOULLARD

Gastamos demasiado en exposiciones temporales sin atender a la competencia ni ordenar nuestro circuito museístico. No sé cómo resulta tan difícil redefinir espacios pero sobre todo coordinar esfuerzos

31/03/2019 - 

Una legislatura puede dar para mucho. También para apenas nada, salvo excepciones o políticas de apósito. Pero está claro que tras un cambio de Gobierno, o más bien de color político en un Gobierno sin extremada experiencia en la gestión, lo bien cierto es que cuatro años no son suficientes. Más aún después de la aprobación de tantas normas coercitivas que impiden que las cosas en este país vayan un poco más lejos, más rápidas o con cierto sentido, el mismo que apenas existió en la era de la borrachera económica y hoy obliga o coarta el sentido.

Tengo un amigo íntimo en el sistema luso que valora positivamente la recuperación de su país pese a su diferente visión ideológica gubernamental. Sin embargo, narra con esperanza presente y futuro. En su país se ha ido poniendo orden después de tiempos más que difíciles. Hemos aprendido la lección y nos hemos coordinado, comenta

Me encuentro a otro científico/amigo de gran nivel internacional que se niega a desvelar a su universidad planes de trabajo y crecimiento por miedo a que le “roben” sus iniciativas. Vivimos en un país de ocurrencia, poco pacto y pánico intelectual. La desconfianza es un peligro. Es el miedo a la creatividad y la participación lo que conduce a la medianía o el oportunismo absoluto, a la supervivencia de la mediocridad, algo que evita la progresión social más allá de ocurrencias o mensajes pasajeros. 

No estoy sugiriendo una continuidad del Botànic o La Nau, que eso lo decidirán las urnas, simplemente continuidad en algunas políticas estrictamente blancas y fáciles de coordinar que podrían aportar una estabilidad de funcionamiento y normalidad dentro de la lógica, como sucede en cualquier país avanzado o en vías de recuperación. Sé que eso por aquí parece de momento imposible. Por ello no soy optimista, pero no estaría de más pensar en la ciudadanía de vez en cuando y menos en los compromisos personales o de partido, que es lo que nos pone, algo así como el quítate tú que ahora llego yo y los míos; después terminamos y volvemos a empezar desde la nada. Es el mal del protagonismo político, la confusión del recién llegado. No importan los hechos, sólo logros personales. O fracasos que ocultar. Y hasta vender como éxitos en las Redes Sociales (RR SS). Hablamos mucho de las fake news pero las mayores las aportan a las RR SS los mismos políticos desde su púlpito digital. Y allí que las votan y comparten sin ser contrastadas pero convertidas en “verdad”. 

Así que, por pedir de forma sutil o en estética de símil, creo que en esta autonomía hacen falta muchos pactos de consenso más allá de colores. Por ejemplo, un gran pacto cultural y político en torno a los museos, su propia red y salas de exposiciones públicas o semipúblicas, lo que nos ahorría gastos y aportaría sentido común. Es un ejemplo para resumir excesos. Serviría para alcanzar cierta normalidad. Con definir líneas y sumar esfuerzos sería suficiente. Después cada uno aportará su granito de arena personal, pero nunca fuera de unos raíles. Así evitaríamos tropelías o cambios sin sentido y hasta innecesarios. El MuVIM es un buen ejemplo para comprender esta sugerencia. El cambio de los cambios cambiados que jamás dejarán de cambiar porque aún no ha encontrado su espacio y menos su definición. No es una crítica sino un seguimiento a su historia y realidad.

Foto: KIKE TABERNER

Esta semana tocaba inmersión museística. Se trataba de ponerme al día en exposiciones y realidades después de tanto ruido, cosa a lo que suelo dedicar habitualmente las mañanas de los domingos, aunque esta semana decidí hacerlo en días laborables -esa suerte tenemos algunos- lo que me deparó una sorpresa fuera de lo común y una experiencia extrasensorial. Porque eso de recorrer museos y museos, salas de exposiciones y salas de exposiciones como un zombi y con miedo en el cuerpo por ser casi único visitante en algunos casos y mega vigilado por cámaras y vigilantes aburridos en medio de un silencio sepulcral, pues no es una experiencia enriquecedora sino más bien turbadora.

Es cierto que en algunos casos me crucé con algún grupo de escolares, pero fueron excepciones. Lo demás fue silencio sepulcral, escuchar tus propios pasos y sentirte vigilado tras el cogote. Como si estuviera allí para robar o atentar contra algo. Normal que me siguieran. Al menos servía a vigilantes de muchas salas para estirar los pies y sacarlos del silencio de sus lecturas, chats o el seguimiento de las cosas absurdas que se sueltan en el Faceboock en horas de tedio. La conclusión fue que había cosas de mucho interés, otras perfectamente evitables y mucho museo, digamos, aburrido o moribundo. Sí, sin vida.

Ya sé que somos una sociedad que esto de la cultura no es algo a lo que sea muy dada, pero también que se nos va un pico en este desorden expositivo y la ausencia de promoción y difusión en torno a ellos que incluso llega a conseguir que buenas iniciativas pasen absolutamente desapercibidas.

No pondré ejemplos, salvo el MuVIM u otro que experimenté. A la salida del Museo de la Ciudad -Palacio de Berbedel o del Marqués de Campo- escuché a una pareja foránea de mediana edad comentar algo así como que si ese museo-edificio de tanta belleza estuviera en Madrid habría colas para entrar y para nada esa vida lánguida y silenciosa que suele acompañarle. Me quedé helado, pero coincidente con su afirmación.

Creo que esta ciudad, o entre las diferentes instituciones, existe un afán por lo suyo o por controlar museos y salas de exposiciones públicas que les saca de la propia razón de ser de los mismos. Si ustedes, por ejemplo, cogen cualquier guía o agenda cultural comprobarán cuántas exposiciones se reparten por la ciudad sin tiempo material para acceder a todas ellas y, al mismo tiempo, cuanto cruce y colisión existe entre museos y salas de exposiciones gestionadas en muchas ocasiones por el mismo partido en el poder institucional. Es un gran error mantener este ritmo o no generar un verdadero debate sobre competencias, atribuciones, promoción y coherencia expositiva y hasta de horarios o circuitos que vaya más allá de la rivalidad que sólo conduce, o de momento lo hace, al gasto innecesario por la mera inercia.

De casi nada más sirven muchos turistas o grupos de cruceristas que pasan unas horas en la ciudad y efectúan un rápido recorrido por los mismos escenarios de siempre si antes no se promociona una oferta alternativa bien difundida y atractiva, por muchas webs institucionales que se creen si luego no se promocionan o son imposibles de entender y menos profundizar. O que ayuden a volver sin conocer otros atractivos al margen de los promocionados por los guías al paso.

Creo que un debate político debería de estar también en el reordenamiento de la parcela expositiva dejando de lado el interés particular y pensando en el general. Se trata de un análisis al que jamás nos hemos enfrentado. Supongo que por miedo o concepto de posesión. Pero va siendo hora. No hay tanto público para ese exceso de inversión, oferta y personal

Háganselo mirar. Nos vendría muy bien. Saldríamos todos ganando. Tengo la sensación de que tenemos demasiado sin ordenar. Y ya se sabe, menos pero mejor siempre es más.

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