Cultura

¿El rap deja de ser refugio? Un debate incómodo sobre la ultraderecha en la cultura 'hip-hop'

Thais Peñalver y Santi García han querido poner ese debate en la conversación con su último documental 'El auge de la ultraderecha en el rap'

  • Thais Peñalver y Santi García
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ALICANTE. El incremento de discursos reaccionarios dentro del rap ha encendido las alarmas en una cultura históricamente ligada a la protesta, la diversidad y la lucha social. Un nuevo documental pone sobre la mesa un debate incómodo pero necesario: si la irrupción de la ultraderecha en el hip-hop es una anomalía pasajera o el reflejo directo de una sociedad cada vez más polarizada. Thais Peñalver y Santi García ponen el debate encima de la mesa con su documental El auge de la ultraderecha en el rap, donde hablan con cantantes y periodistas.

¿En qué momento detectáis que algo estaba cambiando dentro del rap como para merecer un documental?

— No te podemos señalar una fecha concreta; pasa en la sociedad y en el rap. Sí que lo hemos visto surgir últimamente, ya no solo a nivel de consumo (que también), sino a nivel de artistas que tienen ese discurso: un discurso quizás más antiinmigración y con unos valores o unas ideologías que históricamente se han alejado de lo que protestaba o de lo que hacía el rap como tal.

En el contexto de ese auge de la ultraderecha, nosotros (y cuando digo nosotros me refiero a todos los pertenecientes a la cultura hip-hop) creíamos que esta cultura era un espacio seguro y libre de todos esos pensamientos. Con el auge de la ultraderecha en la sociedad nos hemos dado cuenta de que no, de que han salido raperos y raperas que nunca se habían posicionado de ese lado y ahora sí.

Entonces, la duda, el debate, está en si es gente que siempre ha pensado así y ahora, con ese auge, pueden decirlo porque ya tienen un respaldo de la sociedad (ya que ahora una gran parte de la sociedad también piensa como ellos o está empezando a pensar como ellos), o si es que están simplemente haciendo propaganda de un discurso que ahora mismo es bastante popular, digamos, o que está en auge.

¿Hubo algún caso, artista o discurso concreto que actuara como detonante del proyecto?

— Un artista o caso concreto, no. Aun así, hay varios artistas que se posicionan de ese lado. No voy a mencionar frases concretas porque tampoco quiero darles especial publicidad, pero basta con que la gente investigue. Hay un rapero, por ejemplo, llamado G.Babe, que sale abiertamente en un videoclip con una camiseta de Núcleo Nacional soltando barbaridades, o un rapero de Barcelona llamado Swit Eme, que dice “antes que populista o comunista seré facha”, nombrándolo con mucho orgullo, o diciendo que ya ganaron una vez y ahora quieren la revancha, haciendo alusión a la Guerra Civil.

La máxima exponente de este movimiento es una rapera llamada Angie Corine, que luce de verde, tiene publicaciones compartidas con Vox, que no ha dado nunca un concierto como tal y cuyos únicos conciertos son en mítines de Vox. Vamos, que es una rapera financiada por un partido político, lo cual nos parece más grave: que un partido político utilice a personas mínimamente influyentes para distribuir su panfleto.

Entonces, cuando empiezas a ver cosas de esas en un espacio que considerabas totalmente seguro, te preocupa, y eso hace que nosotros tomemos la iniciativa de abordarlo en el documental. Así que no fue un caso concreto, sino varios casos.

  • El cantante Elio Toffana

¿Estamos ante una anomalía dentro del rap o simplemente ante un reflejo más de la polarización social actual?

— Bajo nuestro punto de vista hay un poco de ambas cosas, tirando más hacia que es un reflejo de la polarización social actual. Como dice Thais y varios artistas en el documental, el arte es un reflejo de lo que pasa en el mundo y en la sociedad. Entonces, evidentemente, estos raperos de ultraderecha o la gente que consume rap de ultraderecha lo hacen desde el enfado.

Es su protesta por los problemas que hay hoy en día, los cuales entendemos perfectamente y hasta compartimos, pero también es una anomalía porque, aunque haya mucha gente que no quiera asimilarlo, el rap es un género que tiene ideología, como muchos otros artes, y pertenece a una cultura, bajo el paraguas de una cultura llamada hip-hop. Y eso lleva asociada una ideología, una estética y una jerga que se asocian mucho más a una ideología de izquierdas que de derechas. Es la lucha afroamericana, es defender la diversidad cultural...

Habláis de un “auge”. ¿Lo habéis medido?

— Antes o no existía o existía alguno aislado al que no se le hacía caso, que rapeaba desde estas ideologías. Ahora hemos visto a mucha más gente rapear desde esta ultraderecha o desde estos valores de los que el rap siempre se ha intentado desvincular, aunque el rap siempre ha tenido una corriente un poco liberal en lo económico, pero nunca fascista como tal.

¿Existe el riesgo de sobredimensionar un fenómeno minoritario dándole más visibilidad de la que ya tiene?

— Los temas de conversación se tienen que hablar, y nosotros lo que buscábamos era poner un debate encima de la mesa: hablar sobre esto, reflexionar sobre esto. Nos hemos comido mucho hate y también mucho apoyo. Ahí, con esa polarización, ves que hay un montón de opiniones y que realmente se necesitaba este debate, porque hay gente que no entiende las cosas como nosotros. Hay gente que sí, pero hay mucha polarización, como hablábamos antes, y la solución no es callarse, sino tratarlo, siente mal o siente bien.

Entonces, en vuestra opinión, el rap sí tiene una ideología concreta…

— Sí. Hay que estudiar simplemente la historia del hip-hop para saber si la tiene. De hecho, si empezamos a ver las respuestas de las personas que aparecen en el documental, en los primeros minutos vemos que todos coinciden en que sí, que evidentemente tiene ideología debido a su origen.

Elegimos la pregunta “¿el rap tiene ideología?” porque, en este fenómeno que se ha dado, hay varias personas que intentan desvincular el rap de su política, de su movimiento y de su identidad, con frases como “dejaos de politizar todo porque el rap no tiene ideología” o diciendo que el rap es libre y apolítico, pero no tiene nada que ver con eso.

Plantear esa pregunta nos sirve como punto de partida, ya que también se ha hecho popular esa cita de que el rap no tiene ideología para defender que la gente de ultraderecha pueda hacer rap. Pero todo tiene cierta política o cierta ideología, y el rap no iba a ser menos, sobre todo cuando históricamente ha sido un género que ha luchado por ciertos derechos.

Entonces, sí, el rap tiene ideología, como todo, y esa ideología se enclava en unos ideales de izquierdas, y ni siquiera hablamos de países ni de partidos. A nosotros nos han tachado de estar subvencionados por el Gobierno, de ser socialistas, cuando en ningún momento se menciona el socialismo ni ningún partido político de izquierdas. No se menciona ningún político ni ningún presidente.

  • Nach y Thais Peñalver en una entrevista

— ¿Hay entonces una idealización concreta del género, sin tener en cuenta que históricamente también ha convivido con discursos machistas, homófobos o reaccionarios…?

— Todo el mundo y la humanidad conviven día a día con discursos machistas, homófobos y reaccionarios porque, como decíamos antes, el arte y todas las disciplinas las compone una sociedad que tiene una serie de inquietudes, y el rap no es ajeno a todo eso. Pero que el rap conviva o que en algún momento haya pinceladas de estos discursos no quiere decir que el género sea así.

Para ello hay un montón de artistas, referentes de la cultura, como Nach, Tote King, Ill Pekeño o ErgoPro, que conservan y pretenden mantener una labor de identidad del rap, de recordar permanentemente de dónde viene esta música y los valores que tiene.

Eso no quiere decir que haya otros artistas que no estén tan comprometidos políticamente y que, en sus temas, en su arte, asuman cosas como, por ejemplo, el poder económico, ya que hay una corriente neoliberal. Siempre está lo que se llama el fronteo, que es vacilar, en este caso de lo que has conseguido viniendo de abajo, pero eso no debe desdibujar —o no nos debe despistar— de lo que realmente es el rap, que es una música de protesta y de alzamiento.

También es cierto que el rap ahora mismo tiene unos 50 años. La sociedad ha evolucionado. Somos una sociedad menos machista, más igualitaria, menos homófoba o más LGTBI-friendly, me gustaría pensar. Es cierto que a lo mejor había otras luchas que se ponían más en la boca, pero también en la cultura del reguetón existe machismo. Vivimos en una sociedad que, aunque ha evolucionado mucho, sigue teniendo carencias sociales.

Entonces, ¿dónde está la frontera entre colonización ideológica y el hecho de que el rap sea un espacio permeable, contradictorio y en disputa?

— La frontera está en los valores sociales. No importa escuchar un tema en el que se frontee, en el que se vacile de lo que se ha conseguido; es progreso. Dudo mucho que alguien que nace pobre quiera morir pobre, en el sentido de ser paupérrimo. La línea está en cuando tú utilizas la música de gente pobre, negra o latina para cantar discursos antiinmigración. No puedes hacer eso, porque es como coger el jazz y hacer canciones en contra de los negros.

El tope está en si tú vas a faltar al respeto, ni siquiera te digo al origen, porque evidentemente cuando llevas 50 años y te separas más del origen de la disciplina o del arte caben dentro muchas cosas. Por ejemplo, hay payos haciendo flamenco, pero no utilizan ese arte para intentar manchar el origen del mismo.

Nosotros mismos somos dos europeos blancos hablando y defendiendo una música afroamericana de personas negras que viene de Estados Unidos. Entonces, nosotros también somos “intrusos” en esta cultura. La diferencia es que nosotros intentamos apoyar, defender y respetar ese espacio que históricamente no nos pertenece e intentamos difundirlo y hacer una labor beneficiosa para el género, como es este reportaje o como es el consumo de ese arte desde la responsabilidad.

Cuando tú vienes con un discurso que nada tiene que ver con la cultura e intentas utilizarla porque te puede servir para posicionarte artísticamente, pero vas totalmente en contra de sus ideales, entonces eres un buitre de la cultura.

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