Música y ópera

TODO DA LO MISMO

The Soft Parade, el álbum que evitó que The Doors se separaran

  • Un frame de Touch Me

VALÈNCIA. “Me tengo a mí mismo como una persona inteligente y sensible, con el alma de un payaso, lo cual me lleva a veces a joderlo todo en el momento más inoportuno”. Así se autodefinía Jim Morrison en 1967, dándole la razón tanto a aquellos que lo consideraban un gilipollas como a quienes vislumbraban en su interior el alma caótica de un poeta. Dos años más tarde sus palabras se tornaron proféticas cuando The Doors actuaron en el Dinner Key de Miami ante 12.000 personas. Morrison salió al escenario ataviado con pantalones de cuero, un sombrero decorado con una calavera y un crucifijo. Incómodo con el rol de sex symbol que le había otorgado la prensa, el cantante lucía también una tupida barba con la que pretendía zafarse de su condición de artista bello.  El alcohol era ya su gran problema y esa noche iba ostensiblemente ebrio. Sus habituales improvisaciones poéticas y sus arengas se fueron transformando en insultos y provocaciones dirigidos al público. Animó a los asistentes a desnudarse y a continuación empezó a desabrocharse la camisa. Después anunció que iba a mostrar el pene, “porque habéis venido aquí para eso”. Más de cincuenta años después, nadie sabe muy bien qué ocurrió a continuación. Hay quien asegura que Morrison hizo lo que había anunciado, aunque Ray Manzarek, Robbie Krieger y John Densmore, sus tres compañeros en el grupo siempre mantuvieron que aquello no pasó de ser una bravuconada.  

Exhibición indecente y comportamiento lascivo fueron dos de los cargos que las autoridades locales presentaron contra Morrison tras los hechos acontecidos aquel 5 de marzo de 1969. A consecuencia de ello, el cantante se enfrentó a un juicio que podía llevarlo a la cárcel. Los Doors, que estaban en la cima de su éxito, vieron cómo se cancelaban más de la mitad de las fechas restantes de su gira americana. Para los gobernantes de muchas ciudades estadounidenses se habían convertido en apestados. En una situación así, el grupo podía haberse ido a pique, pero la popularidad de la que gozaban era tal que pudieron mantenerse a flote. Aún eran la banda americana que mejor y más espectacularmente encarnaba el espíritu revolucionario de la era hippie, que ya para entonces estaba en plena decadencia. Un estatus que se debía en gran parte a Morrison, un símbolo de libertad, un imán erótico, un artista rebelde que liberó sexualmente al rock. 

 

Buscando paliar las consecuencias de incidente de Miami, Jac Holzman, presidente de la discográfica Elektra, sugirió algunos cambios estratégicos de cara al disco que el cuarteto estaba registrando desde hacía unos meses. Las sesiones de The Soft Parade, cuarto álbum de los Doors, no fueron fáciles. Morrison se veía saturado por su papel de estrella del rock, trabajo que consiguió casi por accidente. Su primera gran vocación artística había sido la poesía y fueron sus poemas, recitados con su voz de barítono, los que impresionaron a Manzarek cuando ambos estudiaban cine en la UCLA. Después de dos años lidiando con una fama que le sobrepasaba, Morrison ya no tenía ganas de seguir con la banda. Se ausentaba de las sesiones de grabación, y cuando no era así, aprovechaba el tiempo libre que le brindaban los minuciosos preparativos técnicos de sus compañeros para beber. Hasta entonces, el sonido del grupo tenía sus raíces en el blues y en la psicodelia que destilaban el teclado de Manzarek y la guitarra de Krieger. Fue Holzman el que les propuso que introdujeran arreglos de cuerda y viento en las nuevas canciones.  

Las composiciones también dejaron de ir firmadas colectivamente por la banda. De este modo, se visibilizó la importancia de Krieger –autor de la música de Light My Fire-, que ahora firmaba temas como Touch Me –inicialmente iba a llamarse Hit Me-, Wishful Sinful o Tell All The People, canciones todas ellas seleccionadas para ser editadas como sencillos. Nueve meses tardó The Soft Parade en registrarse, una eternidad para los plazos que se manejaban entonces. El presupuesto de grabación se disparó y el malestar que generaba la actitud de Morrison estuvo a punto de terminar con la banda. Cuando finalmente el disco llegó a las tiendas en julio de 1969, las críticas fueron poco amables. Las trompetas y los violines fueron tomados como una traición, como un recurso que reblandecía una música que había conquistado las listas sin necesidad de ser domesticada. Al contrario que a los Beatles, los Beach Boys y otros grupos clave de esa década, a los Doors se les negó el derecho de refinar su música. 

 

Nada de eso logró restarles popularidad. Touch Me, que apareció antes de que se desatara la tormenta, en diciembre de 1968, había llegado al número uno de las listas norteamericanas, convirtiéndose en el tercer sencillo del grupo que alcanzaba ese puesto. El álbum apareció cuando la conmoción por el escándalo de Miami aún no se había disipado. Que un cantante acusado de ejecutar actos obscenos en público saliera en la televisión cantando una canción titulada “Tócame” no hizo ninguna gracia a los padres de familia más conservadores. Sin embargo, The Soft Parade se vendió mucho. Musicalmente, era la obra de unos músicos alardeando de su versatilidad. Además de las canciones orquestadas, había también rockabilly, y por supuesto, temas marcados por la impronta de Morrison: la hipnótica Wild Child, el hechizo de Shaman’s Blues y la barroca suite que daba título al álbum, donde un Morrison manifiestamente ebrio exhibe su poética obsesión por Hollywood y el cine. Paul A Rothchild, productor de todos los discos del grupo, reconoció años después que hicieron “un álbum comercial a propósito para que siguieran aumentando los fans del grupo en una época en la que apenas podían actuar en directo”. De hecho, con su siguiente álbum, Morrison Hotel (1970), el cuarteto volvió a sumergirse con más fuerza si cabe en el blues.

Los Doors no lograron escapar al efecto ponzoñoso que el año 1969 tuvo sobre el rock en Estados Unidos. El año de Woodstock fue también el del asesinato de un fan de los Stones asesinado a manos de los Hell’s Angels, el año de la muerte de Brian Jones y, sobre todo, el de los crímenes de la familia Manson, que fueron perpetrados pocas semanas después de la aparición de The Soft Parade. Una de las víctimas de aquel crimen atroz fue el peluquero Jay Sebring. Obra suya era el corte de pelo que se convirtió en parte indispensable de la imagen de Jim Morrison, y que surgió cuando el cantante le dijo a Sebring: “Haz que parezca Alejandro Magno”. La continuidad del éxito no hizo retroceder la crisis interna del grupo. Morrison siguió distanciándose de la música y bebiendo. Grabó dos discos más con sus compañeros antes de mudarse a París con la intención de centrarse en sus poemas y olvidarse del rock. Allí murió el 3 de julio de 1971 por un fallo cardíaco, aunque las causas de su muerte siguen sin estar del todo claras. El juicio por exhibición indecente quedó suspendido, sin conclusiones ni sentencia. El 9 de diciembre de 2010, el estado de Florida concedió el indulto a Jim Morrison a título póstumo.

  • Un frame de Touch Me -

 

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo