VALÈNCIA. El Teatre El Musical (TEM) cumple 20 años y este fin de semana lo celebra con una batería de propuestas multidisciplinares para poner en valor el enclave y su historia. Entre las propuestas, una destaca por invocar precisamente a la arquitectura desde otros formatos como la música, la fotografía o el montaje audiovisual en directo. Sota la llum es la suma de Ricardo Ruiz, Sergi Palau y Fran Campos. Cada uno desde un lugar diferente, convergen en un espectáculo hecho ex profeso para el teatro.
Sota la llum se centra en un recorrido audiovisual que examina las diferentes capas del edificio a lo largo de sus 20 años de historia. Al frente, Fran Campos a los platos y Sergi Palau a los mandos del montaje audiovisual: ”Siempre trabajo con artistas locales, porque hay que dar oportunidades a las personas que tienen proyectos potentes", señala Ruiz. La propuesta parte de la exploración visual del propio edificio del TEM, pero también se apoya en el poder transformador de la música.
"Será una creación en directo. Fran Campos está preparando una sesión musical de una hora y media aproximadamente, con discos de vinilo de breaks, electro, techno mental… La idea es que la gente acabe moviendo el cuerpo a pesar de que el evento tenga más intención de ser algo contemplativo. Mientras, Sergi Palau irá al ritmo que marque Fran mezclando efectos que ha preparado con las fotografías del edificio que hemos hecho y que recorren las partes conocidas y desconocidas del edificio”, describe Ruiz.
La idea es que el público no solo contemple el edificio de una manera nueva, sino que también disfrute de una experiencia que combina la contemplación con el movimiento físico, uniendo lo sensorial y lo arquitectónico. Precisamente, la complejidad se encuentra en la traducción, por parte de la música, de la grandiosidad del edificio, que salta a la vista: “Es verdad que la experiencia depende mucho de la selección de Fran Campos, pero confío plenamente en él. Él tiene la difícil tarea de traducir lo visual a lo sonoro”. Según Ruiz, el objetivo es que la música ayude a los asistentes a ver el edificio con una nueva capa.
Esta “nueva capa” es, a su vez, fruto de un trabajo de investigación y descubrimiento del edificio. “Mi tarea ha sido seguir investigando el edificio, y he descubierto cosas que no conocía, pese a ser una predilección mía y haberlo estudiado bastante. Pero uno siempre lo va descubriendo nuevas dimensiones”, desgrana.
Desde su pasado como cine hasta la actualidad, Sota la llum también es una referencia a la importancia de la luz en la evolución del centro cultural, tanto natural como artificial. El relato del edificio que cose el espectáculos ha incluido un análisis de las fotografías del edificio tomadas en diferentes momentos de su existencia, desde las primeras imágenes capturadas por el arquitecto Eduardo de Miguel en 2004, hasta una sesión más reciente de Mariela Polonio en 2016. A través de estas fotografías, se puede observar cómo el edificio ha ido cambiando con el tiempo, adaptándose a las necesidades de los usuarios y también pervirtiendo algunas de sus ideas originales. "El edificio ha incorporado cerramientos que antes no tenía, que era un aspecto clave porque le hacía mantener un contacto continuo con el exterior, difuminando las fronteras entre lo que es interior y lo que es exterior", ejemplifica Ruiz.
Este tipo de detalles arquitectónicos serán clave en el recorrido visual que propone el espectáculo, mostrando al público partes del edificio que normalmente no están abiertas al público, como los falsos techos y los espacios ocultos detrás de los telones.
Aunque no quiere que se entienda como una continuación, el TEM ya formó parte de otras dos experiencias que surgían del mismo lugar. Primero, como parte de la exposición Erótica techno en la arquitectura valenciana; más tarde, la productora Lucía Gea creó una canción como traducción del edificio. “Siempre ha habido en mis proyectos una intención de poner en valor la arquitectura en la que veo cierta poesía, como en el caso del brutalismo", señala, que además destaca cómo la música electrónica, y el techno en particular, son géneros que dialogan bien con este tipo de arquitectura.