La mayoría hicieron sus primeros ‘pinitos’ en el colegio

Nacidos para emprender

19/03/2018 - 

VALÈNCIA. Cuenta Yaiza Canosa Ferrío que ella, cuando era pequeña, solía quedarse callada cuando la gente le preguntaba qué quería ser de mayor. “Me sorprendía cuando escuchaba a otros niños contestar con firmeza que querían ser médicos o ingenieros. Yo no sabía qué decir. Ahora imagino que es porque me resultaba complicado expresar que lo que me gustaba era construir cosas, desde el génesis hasta el final, ejecutar ideas”. Ahora conoce bien la palabra emprender porque es lo que esta joven de 25 años lleva haciendo desde que tenía 16.

Siempre encontró una forma de obtener una ‘sobrepaga’ en el colegio, organizando mercadillos o competiciones de canicas. “Trapicheos todos que, de haberlos convertido en negocio, rozarían la ilegalidad”. Luego ya empezó a tomárselo en serio.  Nacida en Coruña, Yaiza Canosa estudió ADE y un MBA compatibilizando siempre los estudios con el trabajo. “Creía que era la mejor forma de aprender”. Con 19 años “crucé el charco” que es como ella se refiera a trasladar su residencia de Coruña a Barcelona para desempeñar con cargo ejecutivo. Este le aportó experiencia suficiente en el campo de las empresas tecnológicas de servicios que poco después aprovecharía para su primer emprendimiento en solitario y ya en Madrid, Glue Concep, una especie de consultora que ayuda a otras empresas a generar ideas y fortalecer aquellas áreas en las que flaquean. De esta deriva Gluework, un espacio de coworking con más de 4.000 metros cuadrados.

Tras asegurarse de que el negocio ya tenía tracción y rodaba por sí solo, arranca, con 23 años, un nuevo proyecto, Goi, ahora dentro del sector de la logística donde ofrece servicio de traslado y montaje de artículos de volumen, especialmente muebles y electrodomésticos con el que abarata y profesionaliza este segmento de la paquetería.

De dónde le viene a Yaiza Canosa este impulso emprendedor es una pregunta que ni ella sabe precisar porque referentes familiares no hay. “Creo que es más una cuestión de actitud. -dice- Una forma de entender la vida con inquietud, inconformismo, valentía y un poco de locura para lidiar con la frustración y la incertidumbre”. Una actitud que confía en no perder con el paso de los años porque ella se ve de todo, menos jubilada.

Mejor de lo que se imaginaba

Aunque menos precoz que Canosa, también Cristina Miguez, actual CMO de eCooltra, líder en scootersharing, cuenta que eso de emprender lo tuvo claro desde que “tenía 7 años y vendía fotocopias en el patio y ganaba entre 25 y 100 pesetas cada día para comprar mis caramelos”. Luego ya, cuando tenía 13, se ‘espabiló’ un poco más. “Falsificaba firmas de los padres de los compañeros de clase para ganar un dinero firmándoles las ausencias  y malas notas etc. Siempre tuve una visión de dónde podía hacer negocios y trabajar”. Y tanto que la tuvo. Empezó a trabajar a los 14 años y montó su primera empresa a los 23. La empresa se llamaba Digital-Text y consistía en ofrecer libros digitales a estudiantes. Tras esa experiencia se lanzó a esloultimo.com, tienda de productos gratuitos y, tiempo después, a weSmartPark, incorporándose como CMO al equipo de Jaume Mayor, y donde actualmente figura como accionista.

A día de hoy, que Cristina Míguez ve cumplido su sueño emprendedor de la infancia, asegura que no solo le gusta, sino que todavía “es mejor  de lo que imaginé. La libertad de crear, de ver crecer una idea y que además sea rentable y te ganes la vida no tiene precio”.

Fenicio desde pequeño

“Recuerdo que de pequeño era un poco fenicio. El padre de un amigo tenía una nave donde hacía bollería industrial de tamaño XL. Eran unos bollos grandísimos y se podían comprar en la misma nave. No se distribuían en tiendas porque eran para grandes cadenas, así que se nos ocurrió ir a la nave y comprar un montón de bollos con la idea de venderlos en el recreo en los días siguientes. No contábamos con 2 cosas: que éramos unos glotones y nos comíamos la mayor parte del inventario y que era un producto que al día siguiente estaba más duro que una piedra”. La anécdota es de Ismael Labrador, cofundador y CMO de Tuvalum quien afirma que, aún estando trabajando por cuenta ajena, “siempre he tenido algún proyectillo orbitando”.

Sin embargo, no fue hasta cumplir 30 años cuando se animó definitivamente a emprender. Antes había seguido el camino convencional, precisamente de ahí le viene la vena emprendedora: “Me viene del hartazgo de trabajar por cuenta ajena. Formo parte de una generación que fue educada para seguir una hoja de ruta definida: ‘Estudia, consigue un trabajo, cómprate un coche, consigue un ascenso, cómprate una casa y mantén tu trabajo para toda la vida’. Así que eso hice: estudié una carrera, conseguí un trabajo, me compré un coche, me compré una casa... Hice lo que se suponía que tenía que hacer para tener un buen plan de vida. Pero un día me di cuenta de que todo eso no me servía para nada. Llega un momento, cuando adquieres cierta experiencia profesional, en el que te das cuenta que estás en un entorno laboral inadecuado, con unas reglas de juego que dependen de estructuras y jerarquías anquilosadas, donde no puedes hacer lo que verdaderamente quieres. Incluso aunque propongas mejoras para la empresa en la que trabajas, las decisiones dependen de personas que tienen un desconocimiento absoluto de ciertas materias y que sólo buscan mantener su jerarquía y su ego. Me cansé de trabajar para otros y decidí trabajar en proyectos que verdaderamente me ilusionaran”.

De Ismael Labrador se puede decir que sabía dónde se metía. Durante años trabajó como periodista económico donde tuvo ocasión de conocer ruinas y fracasos. Sabía, pues, que era duro y arriesgado, pero aún así desoyó a todos aquellos que le trataron de “tarado” y le dijeron “por qué no te dejas de tonterías y te vas a una compañía de verdad”, y decidió seguir a ese “pequeño fenicio”. Aún así sostiene que no todo el mundo debería emprender no está capacitado para ello. “Esa es otra falacia que nos han querido vender. Yo muchas veces lo comparo con los viajes transoceánicos de los siglos XVI y XVII. Descubrir nuevos territorios, conquistar islas y abrir nuevas rutas en barco mola, pero no todo el mundo estaba capacitado para soportar viajes de meses e incluso años en alta mar, sin saber si las provisiones se iban a agotar antes de avistar tierra firme y sin tener la certeza de qué se iban a encontrar”.

La metodología Lean aplicada a su propia vida

También Alberto Mera, actualmente strategy consultant en Icornio, considera que no todos están capacitados para emprender. Tampoco está seguro de estarlo él, pero entiende “que es una opción en la vida que todos deberíamos plantearnos y probar alguna vez porque es la única manera de saber si esto es para ti o no.

Y si el resultado final de esa prueba/error es que no, pues lo dejamos, pero eso que hemos aprendido”. Dicho así parece fácil, pero tampoco debe ser tan sencillo ‘desengancharse’ una vez que te introduces en el mundo del emprendimiento tomando como ejemplo al mismo Alberto Mera quien, después de despedirse de su trabajo de broker, lleva 8 emprendimientos, la mayoría frustrados. A saber dónde está la línea que separa la cabezonería de las pulsiones más íntimas.

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