El sueño de cualquier emprendedor es conseguir que su empresa emergente se convierta en un unicornio. Para los que no estáis familiarizados con esta terminología, las empresas unicornio son aquellas que alcanzan un valor de 1.000 millones de dólares o más, sin cotizar en bolsa. Algo tan mágico y difícil de ver como este animal mitológico.
Y en Valencia tenemos esa magia. El emprendedor Iker Marcaide fundó en 2009 PeerTransfer, conocida en la actualidad como Flywire, una firma dedicada a optimizar los servicios de pagos en empresas de sectores como la sanidad, la educación o los viajes. En 2021, Flywire se convirtió en la primera startup española en cotizar en Wall Street. Este es el primer unicornio con ADN valenciano, un éxito sin precedentes no sólo para Iker sino para todo el ecosistema valenciano. Esperamos que lo sigan muchos más.
Pero lo más importante no es este éxito en sí mismo, sino como lo ha gestionado. Este emprendedor decidió que su unicornio no era la llegada a la meta, todo lo contrario: era el que marcaba el inicio de una nueva etapa. Y así nació Zubi Group, un grupo de empresas con el único objetivo de mejorar el mundo.
Y de eso ya han pasado diez años. En esta década, Zubi Group ha centrado su actividad en la creación de proyectos con un enfoque de triple impacto: económico, social y ambiental. Han invertido 60 millones de euros, lanzado y apoyando más de 40 startups, y han participado en más de 30 alianzas internacionales y nacionales. Lo más importante es que han logrado que todas estas acciones tengan un impacto directo y positivo en la vida de las personas, así como en nuestro entorno.
Esta semana he tenido el privilegio de compartir con Iker Marcaide y con su equipo la celebración del décimo aniversario de Zubi Group. De esta celebración me quedo con la gran admiración y respeto que sienten por él los emprendedores, los compañeros del ecosistema valenciano que él mismo está ayudando a consolidar e impulsar. Y, sobre todo, con la ilusión que transmite Iker, la misma o más, que cuando lo conocí hace más de diez años.
Con esa ilusión nos contó sus ambiciosos planes de futuro: movilizar 1.000 millones de euros para resolver los grandes retos de nuestro tiempo. Un dinero que se quiere invertir en evitar que 1.000 millones de toneladas de CO2 sean emitidas a la atmósfera y que otras 200.000 acaben en vertederos, contribuyendo a mejorar la salud y el bienestar de 100 millones de personas, así como a desarrollar el talento de un millón personas en los próximos 10 años.
Este tipo de compañías son un ejemplo de cómo los emprendedores están redefiniendo el propósito empresarial en el siglo XXI. Ya no se trata únicamente de generar beneficios económicos, sino de construir organizaciones que integren principios éticos y sostenibles en su núcleo. Este cambio es lo que las convierte en auténticos catalizadores de la transformación global.
Estas compañías son un ejemplo de cómo la disyuntiva entre crecimiento económico y sostenibilidad está superada: es posible crecer de forma sostenible y generar un impacto positivo en el mundo. Pero para que esto suceda, se necesita mucho más que solo buenas ideas; hace falta visión, talento, apoyo de instituciones y capital comprometido con el futuro.
Y aquí es donde las administraciones también jugamos un papel importe. Nuestra misión es ayudar, impulsar, eliminar trabas y burocracia, apostando por la colaboración público-privada. En el Ayuntamiento de Valencia lo tenemos claro. Por eso todas las políticas del equipo de gobierno de María José Catalá en el ámbito de la innovación van en esa dirección.
Lo veremos en unos días, el 23 y 24 de octubre, con la celebración del Valencia Digital Summit (VDS), un evento que Startup Valencia ha escalado a niveles impensables. En esta séptima edición, la previsión es recibir a más de 12.000 profesionales de 100 países, más de 600 ponentes y 2.500 startups. El impacto económico superará los 15 millones de euros y la marca València se posicionará a nivel internacional como epicentro de la innovación.
Como Ayuntamiento, estos éxitos nos reafirman en nuestro objetivo de consolidar a València como el hub tecnológico e innovador de referencia en el Mediterráneo, para que inversores, empresas y talento nos elijan, mejorando la economía y la vida de las personas.
A todos nos gusta pensar a lo grande, pero los unicornios no son los únicos capaces de transformar la sociedad y la economía. Cada empresa, cada emprendedor, cada persona tienen la capacidad para innovar y generar impacto positivo con sus ideas, sus acciones y con su esfuerzo. Y en Valencia lo estamos haciendo. Estos emprendedores inspiradores son solo un ejemplo de que tenemos el poder de cambiar las cosas, de hacer realidad ese mundo más justo y sostenible con el que soñamos.