A título particular y a título colectivo, según el diagnóstico del doctor Puig en su reciente viaje a la capital de España, tendríamos que hacernos una revisión todos los españoles porque parece que tenemos muchas vertebras dislocadas
VALÈNCIA. El desayuno informativo que protagonizó Ximo Puig, presidente de la Generalitat en Madrid tuvo un eco y una respuesta por parte de políticos y periodistas. Esta semana Carlos Mazón, nuevo líder del PPCV firmaba una columna a modo de respuesta contrastando con datos lo que un ciudadano medio paga en Madrid y en Valencia, muchos medios y columnistas han arremetido contra el Molt Honorable por la propuesta que lanzó de que Madrid debería tener un impuesto para sus rentas más altas, la denominación de ‘procés invisible’ o la idea del efecto de capitalidad. En definitiva, un discurso de confrontación con la capital que suele ser muy efectista para contentar a la parroquia local.
La estrategia política la marca el líder y sus asesores, en este caso el perfil moderado del presidente Puig optó por un tono más bronco y buscando el choque con Madrid como ejemplo de gobierno autonómico egoísta y que actúa contra el resto de las comunidades (como si del vasco o catalán habláramos). Imagino que el entorno de Presidencia sabe que, aunque las cifras demuestren que en tema fiscal es más infierno la Comunitat que Madrid, la política de unos contra otros y del PSOE contra el PP tendría más peso para justificar sus críticas hacia una Comunidad donde gobiernan los populares, es decir, frente a los datos, los políticos saben que es importante jugar con emociones y sensaciones.
El hilo argumental giró sobre cinco ejes que Puig denominó vertebras dislocadas de ahí que quizá sea bueno que todos pasemos por una revisión en manos de un fisioterapeuta, porque con tanta dislocación va a ser difícil avanzar. La cuestión es si todos tenemos problemas en las mismas vertebras, si los cinco males que detectaba el presidente valenciano tienen solución desde la columna central, Madrid, o tienen que ser trabajados desde la periferia de este gran esqueleto que es España. El eterno deseo de vertebrar España ¿tiene su problema en que la parte central se niega a ello y buscar romper? o ¿en que muchas de las vertebras o ramas que salen del tronco común han tomado vida propia y parecen árboles ajenos que se quieren separar de la raíz o quizá de la matriz que les dio vida?
Sin duda la complejidad de nuestra nación tiene mucho que ver con los líderes y gobernantes que ha tenido a lo largo de la historia. Sus decisiones y su manera de entender al propio país han logrado generar tensiones, luchas y odios que los ciudadanos no tenían o dejarían en un segundo plano. La actual situación de crisis sanitaria ha dejado al descubierto la dificultad de coordinar diecisiete sistemas de salud, y como consecuencia muchas decisiones son injustas y desiguales por territorios. Todo ello sucede en la España multinivel que denominan desde el partido del presidente Puig, un estado que genera ciudadanos de primera y de segunda en aras de las autonomías. Lo vemos a diario con las medidas restrictivas para contener la pandemia.
Los valencianos sufrimos unas injusticias especialmente en el tema de la financiación o del derecho civil valenciano que solo tendrán su reparación y solución definitiva el día que pudieran sentarse los representantes de la soberanía nacional, que no los líderes de cada comunidad autónoma pidiendo lo máximo para su terruño, y debatieran y argumentaran con criterios jurídicos, históricos y razonados sobre cómo gestionar de manera común este país llamado España. No creo que fuera un imposible siendo 47 millones de españoles, pero haría falta una voluntad real de sentirse una parte de un todo al que quieres mejorar y engrandecer y no destruir y saquear para mejor provecho de uno mismo.
De la España invertebrada a la España vertebrada, quizá lo que habría que reclamar es una España unida y hermanada, que no viera al vecino de otra provincia como competidor o enemigo sino como fiel y leal compatriota, parece algo lógico para intentar ponernos de acuerdo en asuntos fundamentales como el agua, la financiación o las infraestructuras ferroviarias.