VALÈNCIA. Si no forrarse, sí que en el origen de cualquier emprendimiento subyace la intención de ganar dinero, aunque solo sea para sufragar el mantenimiento de la organización y hacerla crecer. Asumida esta realidad, surgen ideas de negocio que resultan atractivas porque, además de para quienes las impulsan, buscan también un beneficio económico para los clientes.
Cierto que las que se venden con mayor facilidad son aquellas del ‘te vas a forrar’ sin esfuerzo y sin haber superado la ESO, pero hay otras propuestas más serias que se traducen en unas ganancias ponderadas y en una eficiencia de costes, motivo por el que se adquiere la solución.
Ayudar a los productores de materias primas agrícolas a aumentar los beneficios en los procesos de venta, es el objetivo que persiguen en Abastores. Esta startup agrotech fundada por Carlos García ha creado una lonja online que, además de conectar a vendedores con operadores de forma virtual, ayuda a los profesionales del campo a surfear la tremenda volatilidad de los precios que rige en esta actividad. Para ello, basándose en las operaciones realizadas de forma real a través de la plataforma y otros operadores de mercado durante las últimas 24 horas, ofrecen información fidedigna de lo que se está pagando en ese momento por la materia prima. Aquellos agricultores que hacen uso continuado de la herramienta ganan, según el CEO, entre 3 y 4 euros más por tonelada.
También en Consentio dicen aumentar los beneficios de los productores de frutas y verduras con su plataforma digital B2B, capaz de eliminar a varios intermediarios de la cadena de valor. La otra gran aportación de esta startup es que combate el desperdicio alimentario resultante de las ineficiencias de la cadena de suministro.
También surgen ideas de negocio con promesas que suenan seductoras en los oídos del consumidor final porque se convierten en dinero contante y sonante. Por ejemplo, las aerolíneas reciben cada año cientos de reclamaciones de los viajeros que al final no atienden porque se aferran a una casuística de lo más variada. Para realizar estas gestiones y devolver al cliente lo que considera suyo fundó Pablo Rabanal en 2012 la legaltech Reclamador, hoy abierta a la tramitación reclamaciones de más tipos. La compañía presume ya llevar más de 225 millones de euros reclamados para sus clientes y más de 100.000 casos resueltos.
Otro problema que afecta a la mayoría es el de las hipotecas. Buscando una solución, Ricard Garriga funda Trioteca, startup que se postula como una plataforma digital que acompaña al usuario en todo el recorrido hipotecario hasta dar con el producto que más se ajusta a sus condiciones y necesidades. “Es la herramienta que me hubiese gustad tener a mí cuando me compré la casa”, explica el CEO la forma tan sencilla de encontrar la idea de negocio. La compañía dispone también de una línea B2B. Actualmente Trioteca genera más de 500 millones de euros en negocio hipotecario para los bancos. La plataforma integra toda la oferta hipotecaria de 37 entidades bancarias y ofrece una plataforma digital para facilitar a los agentes inmobiliarios el proceso de venta de un inmueble.
Imaginemos ahora que un día se pone en contacto con nosotros alguien que nos informa de ser herederos de de 100.000 euros de una tía abuela que vivía en Ceuta, de la que llevábamos años sin saber de ella, pero que ha tenido a bien meternos en el testamento. Pues a dar este tipo de alegrías se dedican en el Grupo Hereda liderado hace más de 20 años por Pedro Fernández. La compañía tiene como finalidad identificar a legítimos herederos que no saben que lo son -lo que se conoce en el argot como herencias vacantes- hacer las tramitaciones pertinentes y entregar el dinero que corresponde, en este caso los 70.000 euros de la tía de Ceuta porque la empresa intermediaria se queda con los 30.000 restantes. Aseguran, no obstante, que siempre trabajan a éxito de manera que si el cliente no gana nada, la empresa tampoco.
Se entiende por red peer-to-peer (P2P) un negocio de intercambio de intereses entre pares estableciéndose una conexión directa entre ellos. Conforme a este modelo de negocio se fundó en Madrid LA OSA, un supermercado especializado productos de cercanía, sostenibles, ecológicos que nace para romper los modelos tradicionales de consumo. Se presentan como “una cooperativa de consumo consciente que decidimos crear nuestro propio supermercado porque no estábamos satisfechos con la oferta actual de comida y productos que se ofrece”.
Como réplica, han creado este supermercado con productos de menor impacto medioambiental constituido como cooperativa. Cuando se suman al proyecto, los más de 1.400 cooperativas que tienen ya asumen el compromiso de aportar tres horas de su tiempo cada cuatro semanas a la ejecución de tareas de mantenimiento en el mercado a cambio de unos productos más sanos y a precios más asequibles.
Una cadena de solidaridad es también lo que ha organizado el doctor Christian Vargas al frente de Les 1001 dents, una clínica dental en la que, tanto los profesionales que trabajan en ella como los clientes mejor situados, contribuyen de manera voluntaria a financiar tratamientos dentales de las personas más desfavorecidas. No obstante, tampoco aquí la ayuda no es del todo gratuita dado que, dentro de esta cadena solidaria, se incluye un banco del tiempo donde los pacientes de la ONG Acción Planetaria -de la que también es presidente Vargas- devuelven el favor a la sociedad realizando algún servicio a su alcance de forma desinteresada.