Afincado en València por casualidad, no muestra el menor interés por volver a vivir en Londres. Financiero y cantante, solo tuerce el gesto cuando le comentan el Brexit
VALÈNCIA.Lo que pensaba que iba a ser una aventura de dos o tres años en Dénia se convirtieron en nada menos que treinta y cinco años, el tiempo que lleva viviendo Neil Collen (Londres, 1961) en tierras valencianas. Fue a raíz de la venta por su padre de la empresa familiar. «Cogí un vuelo para reunirme con él para firmar unos documentos de la venta y cuando me preguntó lo que pensaba hacer le contesté que ni idea: «¡Has vendido mi futuro!». Entonces me explicó que tenía ganas de quedarse en España por un tiempo, así que decidí quedarme con mi hermano y empezar un negocio», apunta a Plaza sonriendo este curtido experto en el sector de las fusiones y adquisiciones (M&A).
Pero la trayectoria laboral de este ejecutivo formado en la Universidad de Durham (Reino Unido), en la Universidad de Chicago (EEUU) y en el IE Business School comenzó en una tienda de fotos. «Montamos una pequeña red de tiendas; conocí a un vecino que me ayudaba a buscar locales y aprovechó para presentarnos un par de oportunidades inmobiliarias. Combinamos sus contactos y mis conocimientos de estructuras financieras». Y precisamente esa vasta red de contactos —y suerte, como reconoce— le llevó a decantarse por las operaciones corporativas. «Estaba trabajando más en el sector de inversión inmobiliario, cuando un inversor británico me comentó que en lugar de comprar un edificio quería un negocio y pensé: «Bueno, ¿por qué no?». Y el resto es historia.
Gestor de distintos negocios familiares, socio y director de varias empresas en España, con presencia en diversos consejos de administración de compañías españolas y extranjeras, Collen reconoce que siempre tuvo claro que el máximo valor añadido que podía aportar era combinar su experiencia local con sus conocimientos internacionales. Tras comenzar a trabajar en 1996 con Livinsgtone, firma internacional de M&A y asesoramiento de deuda, no dudó en hacerse socio y montar la división española domiciliada en València, aunque siempre tiene la maleta preparada para dirigirse a cualquier punto del planeta.
Este devoto del rugby, aficionado al pádel, los viajes y la fotografía, también saca tiempo de su cargada agenda para cantar al frente de Los Imprevisibles. «Un grupo de amigos me invitó a formar parte del grupo y la realidad es que canto bastante mal aunque gano a todos en el tema del acento inglés, pero no creo que nos dé para dedicarnos a la música de forma profesional, aunque cada vez nos llaman más para dar conciertos», sonríe.
De vuelta a las operaciones corporativas, no duda en advertir que «el mercado del M&A en la Comunitat Valenciana sigue con bastante fuerza. Continúan las operaciones en el sector de los materiales de construcción y en el agroalimentario. Ambos sectores han captado el interés tanto de industriales como de grupos financieros y atraviesan un momento de concentración. Los inversores financieros están teniendo un buen papel con su experiencia, consolidando sectores y, muchas veces, fortaleciendo las empresas haciéndolas crecer».
Collen considera que las nuevas generaciones del empresariado valenciano ofrecen mucho. «Los jóvenes han recibido una formación mejor, son muy inquietos y viven en un momento de cambios tecnológicos. Además, son más sensibles al impacto medioambiental, la igualdad entre hombre y mujer y el tiempo dedicado al trabajo, familia y ocio. Eso sí, a veces pienso que buscan el trabajo ‘ideal’ y, sin embargo, para llegar al éxito es preciso aceptar que el trabajo a veces es pesado y poco glamuroso. Es posible que no tengan la misma hambre que la generación anterior, pero con mejor y mayor formación pueden hacer que las empresas lleguen lejos».
Como británico ve con mucha tristeza el Brexit y tiene claro que no tiene sentido y va a causar mucho daño económico al Reino Unido
Preguntado por alguna anécdota en las muchas negociaciones que ha mantenido durante su trayectoria, recuerda tres: una estando en la notaría para cerrar una operación cuando la mujer del dueño, llorando, se negó a firmar la venta de la empresa familiar porque sus hijos perdían el trabajo. «La firmamos después de que los hijos explicaran a su madre que es lo que ellos querían; de hecho, ya estaban contando el dinero». Otra anécdota salió de una compra de un grupo de empresas en liquidación que, tras cerrar la operación, al despedirse del cliente este le pidió ponerlo en marcha de nuevo —«acabé siendo presidente ejecutivo»—. Y la tercera, que de la venta de una empresa surgió la del propio coche del cliente: «se lo compré yo».
Como británico ve con mucha tristeza el Brexit y tiene claro que «no tiene sentido y va a causar mucho daño económico al Reino Unido. Creo que es el síntoma de un cabreo generalizado en la población mundial que culpa a los políticos de su situación financiera». Preguntado por si esperaba que de las urnas saliera el ‘sí’, manifiesta que «en absoluto, pero lo cierto es que hay mucha gente mayor cabreada con la política y piensan que será mejor vivir como antes. Un razonamiento puramente simplista y nostálgico».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 64 (febrero 2020) de la revista Plaza