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Corrupción, silencio y cinismo: el viejo PP de siempre

Publicado: 22/07/2025 ·06:00
Actualizado: 22/07/2025 · 06:00
  • El exministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Ricardo Montoro.
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En pocos días, las españolas y los españoles hemos vuelto a comprobar la diferencia entre dos formas opuestas de entender la política. De un lado, un partido, el PSOE, que cuando conoce la más mínima sospecha de corrupción en sus filas actúa con contundencia, aparta a los implicados y colabora con la justicia. Del otro, el Partido Popular, que encubre, guarda silencio y convierte la corrupción en una forma sistémica de gobierno.

El llamado “caso Montoro” es solo la última muestra. Una trama que, según las informaciones conocidas, salpica a uno de los hombres más poderosos de los gobiernos de Mariano Rajoy, el ministro que pidió a la ciudadanía que se apretaran el cinturón mientras, por detrás, se facilitaba un presunto desvío de fondos millonario, haciendo uso del poder institucional para beneficiar a empresas cercanas, a través de contratos públicos aparentemente dirigidos, canalizando fondos hacia sociedades que actuaban de forma opaca y favoreciendo intereses personales y políticos, todo ello con apariencia de legalidad. Una estafa a los contribuyentes en uno de los momentos más duros para el país. No hay que olvidar que mientras se recortaban derechos, pensiones y salarios, mientras cientos de miles de familias perdían sus empleos o sus hogares, desde el ministerio de Hacienda se permitía, presuntamente, este desfalco encubierto.

Lo más grave no es solo el contenido del caso, sino el modo en que ha sido tratado: sin apenas filtraciones, sin un solo reproche público del Partido Popular, sin exigencia de responsabilidades. En un país donde hemos visto filtrarse hasta los mensajes privados de dirigentes políticos por causas menores, ¿cómo es posible que una trama que afecta a un exministro de Hacienda, a su hermano y a decenas de adjudicatarios pase tan de puntillas? ¿Qué temen en el PP? ¿A quién protegen?

Este escándalo no puede explicarse como una anécdota o una manzana podrida. Es una estructura. Es el síntoma de un sistema donde el poder se confunde con la impunidad, y donde los recursos públicos son tratados como un botín. Mientras el PSOE ha apartado de forma inmediata a dos cargos ante indicios de mala praxis, ha facilitado su investigación y expulsión, el PP sigue sin hacer ni una sola autocrítica sobre Montoro. No hay reproche, no hay distancia, no hay asunción de responsabilidad. Solo silencio. Solo cinismo. No es el “y tú más”, es “mire y compare”.

Porque no hablamos solo del pasado. No es el PP de ayer. Es el PP de siempre. Un partido que nunca está del lado de la mayoría social y actúa como tal. El enemigo de la clase trabajadora. 

El Partido Popular de hoy es el mismo que votará mañana en el Congreso sobre la actualización de las entregas a cuenta, esa herramienta esencial para garantizar que las comunidades autónomas tengan los recursos que necesitan. El Gobierno de Pedro Sánchez ha hecho su trabajo: ha aprobado el mayor anticipo de entregas a cuenta de la historia, con 147.412 millones de euros para las comunidades, 14.013 para la Comunitat Valenciana. Y lo ha hecho pensando en la estabilidad de los servicios públicos y en la protección a los proveedores. Frente a ello, el PP ha hecho lo de siempre: negarlo, bloquearlo, acusar falsamente al Gobierno de asfixiar a las autonomías… para luego llegar a la votación sin una sola excusa válida.

La hipocresía no puede ser mayor. Lo mismo ocurrió con la flexibilización de los objetivos de déficit, que habrían permitido a las autonomías tener más margen para invertir en sanidad, educación o servicios sociales. El PP votó en contra. Y lo hizo no por convicción, sino por cálculo electoral, por su obsesión con dañar al presidente Pedro Sánchez aunque eso suponga asfixiar a sus propias comunidades autónomas.

  • El president de la Generalitat, Carlos Mazón. 

Y en medio de esta estrategia destructiva, el PP valenciano se ha convertido en el ejemplo más crudo de subordinación a Génova. Mazón no solo ha rechazado los anticipos, ha rechazado la condonación de la deuda por más de 11.000 millones y ni siquiera ha defendido el interés de la Comunitat Valenciana frente al debate sobre el nuevo modelo de financiación. Ahora que se abre una posible vía de solución, gracias a la propuesta de un modelo de concierto solidario para Cataluña, que según la estimación del IVIE tendría un impacto positivo de hasta 1.800 millones de euros para nuestro territorio, el PP vuelve a refugiarse en una supuesta inconstitucionalidad que no existe.

Hasta el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana, Salvador Navarro, lo ha defendido. Si ese modelo beneficia a la Comunitat Valenciana, debe debatirse. Pero el Consell de Mazón, fiel a las órdenes de Génova, prefiere cerrar los ojos. Prefiere plegarse al relato del “agravio” antes que defender una oportunidad. Prefiere callar, negar, recurrir… aunque eso suponga renunciar a 1.800 millones de euros que mejorarían nuestra financiación.

Lo más preocupante es que, en medio de todo este sainete, el Consell de Mazón se ha convertido en un ejemplo de sumisión total a Génova. Ni una propuesta propia, ni una defensa firme de los intereses de los valencianos. Ni siquiera ha sido capaz de interesarse por un modelo de financiación que podría aportar 1.800 millones de euros a la Comunitat Valenciana. Lo rechazan de plano, no porque no les beneficie, sino porque no encaja en el relato del agravio permanente que tanto le gusta al PP. ¿Y todo para qué? Para hacerse perdonar ante la dirección nacional. Porque si algo ha demostrado Mazón durante este año, es que no le preocupan ni la verdad, ni la justicia, ni las víctimas. Lo demostró el 29 de octubre con la Dana, cuando eligió callar antes que asumir responsabilidades. Lo sigue demostrando hoy, aferrado al cargo, sin el más mínimo escrúpulo, como si no llevara sobre sus espaldas la mayor tragedia civil de nuestra democracia autonómica.

Lo cierto es que este caso Montoro, junto a la falta de reacción del PP y su conducta en cuestiones clave como la financiación, las entregas a cuenta o el gasto autonómico, nos devuelven al pasado. A ese PP de sobres, recortes y tramas. A ese PP que pide sacrificios mientras se protege a los suyos. A ese PP que nunca actúa, porque teme que, al tirar del hilo, se deshaga toda la madeja.

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