Hoy es 15 de octubre
VALÈNCIA. El artista Nico Munuera (Murcia, 1974) es de los que prefiere trabajar siempre “de puertas hacia dentro”. Al exponer su obra se ha dado cuenta de que lo que hace es abrir ventanas hacia él mismo, pero que no busca "generar nada en concreto", que lo que le enriquece es el proceso creativo, la investigación y la disciplina: “Si me lo pudiese permitir no expondría mucho, lo haría una vez cada cinco años porque para mí lo importante es vivir el momento, no el producto”, señala.
Aunque claro, exponer a veces le lleva a que le pasen cosas buenas, estas palabras las pronuncia justo unas horas después de obtener el premio como Artista Destacado de Abierto València por su muestra Entretener el agua que se podrá ver en la galería Tuesday to Friday hasta el próximo 8 de noviembre. En esta, Munuera explora la relación de los pigmentos con el agua y juega con sus formas. Lo hace trabajando siempre en horizontal, con mucha paciencia y generando unos paisajes mentales que hacen que se abra una ventana hacia quién es. Con motivo de salir “de puertas hacia fuera” se ausenta de la fiesta de celebración dentro de la galería para conversar con Culturplaza sobre su exposición, su manera de comprender el arte y la importancia de la disciplina dentro en el arte plástico.
-¿Cómo consideras tu estilo artístico?
-No me considero clásico ni moderno, creo que hago algo más contemporáneo... teniendo en cuenta que lo que hago es jugar con la pintura mojando el pincel en un bote, eso ya debería ser arcaico por sí mismo. Para mí pintar es algo tan sencillo como estar en el momento exacto, acercarte a la naturaleza y hacer un trazo, ahí es donde está la magia.
-¿Pintar es observar?
-Es estar delante de algo que es sumamente obvio y simple, pero que te traslada a otro sitio. Es como un poema, son palabras que conoces, pero que según como estén ordenadas, te llenan de una emoción o un pensamiento diferente. El arte te llena también de otro tipo de sensaciones que son intangibles, que no puedes explicar con palabras.
-Cuando presentas tu obra explicas que lo más importante es saber "jugar con el agua", que es el elemento clave de tu obra
-Creo que es un discurso muy contemporáneo y válido, que va más allá de la belleza. En una sociedad donde vivimos un momento tan tecnológico, técnico y científico me gusta pensar que un gesto tan simple como el de pintar puede llegar a emanar algo tan fuerte. Algo que nos deja atrapados y que nos hace reflexionar sobre nuestro propio interior, la naturaleza, las relaciones, el factor sorpresa… Creo que ahí está el poder paralizante de la pintura, el poder de dejar el tiempo sostenido y hacer que pienses sobre ti y tu entorno. Me parece mágico que pase con agua y con pigmento, nada más.
-¿Qué es lo que te inspira a la hora de crear?
-La pintura, en mi caso, es un trazo horizontal, un trazo que se puede repetir muchas veces y que va de la mano con esa idea de percepción, de meditación y de contar lo máximo con lo mínimo, de cuidar cada detalle. Al mismo tiempo, esa obra recuerda a la gente a un paisaje, una ondulación. Para mí lo que une mi obra es la propia naturaleza, porque el agua viene de lo natural y el pigmento se comporta de cierta manera ante ella. El hecho de relacionarse continuamente con estos elementos naturales hace que puedas introducirte en entender la naturaleza y lo que le rodea.
-¿Cómo dialoga tu obra con la naturaleza?
-Para mí relacionarme con la naturaleza hace que pueda comprenderla. Mis cuadros funcionan a veces como un espejo. Con mis obras dobles juego también con el concepto de la dualidad, la comparativa y la contención del tiempo. Una vía de conocimiento para mí es la pintura, es una vía en la que me desarrollo y, a veces, salen cuadros.
-¿Y qué es para ti ser artista?
-Para mi el arte no funciona por pulsión, sino por disciplina. El arte para mí tiene muchas similitudes con la práctica del zen, creo que crear es algo que repito todos los días y cuando lo hago llego a descubrir cosas realmente especiales en determinados momentos.
-¿Y qué pasa cuando expones tu obra?
-Cuando veo mis cuadros en una galería me convierto en espectador y tomo distancia con lo que sucedió en el momento de la creación. A veces se parece más bien a una batalla, en la que es difícil llegar a un final. Tiene mucho que ver con un deporte como podría ser el ciclismo: hay momentos de lucha, momentos en los que puedes pararte a ver el paisaje y otros en los que tienes que seguir subiendo. Cuando llegas arriba ves el entorno, pero tienes que tener cuidado de que no te pille la noche para volver.
-¿Y tu “noche” es...?
-Tal vez tiene que ver con la tormenta creativa, que es mi cabeza. Para mí pintar es eso, un acto de fe, es un momento en el que crees en algo que no has visto nunca y que ni siquiera sabes si va a suceder. Cuando puedo crear algo, consigo creer en lo que consigo hacer y vuelvo a mantener la fe otra vez.
-¿Cómo se mantiene esa fe?
-La clave es ir al estudio todos los días. Hay veces que hago mucho y hay veces que hago poco, pero siempre hago algo, hasta los fines de semana y los festivos. Para mi es importante no perder ese flujo de trabajo y ser capaz de ordenar lo que quiero hacer.
-¿Dónde dirías que reside la complejidad de tu obra?
-En trabajar en horizontal. Todo lo que hago está “vivo” y mi trabajo, junto con el agua, suele tardar en secarse tres o cuatro días y siempre hay ciertos cambios de color, por ejemplo. La complejidad está también en compararme conmigo mismo y seleccionar todo el rato lo que tengo que cambiar para mejorar.
-Como en un deporte, vaya.
-Es muy importante aprender de los errores y saber mantener la disciplina. Además, mi trabajo en sí ya es como un deporte [ríe] porque hago mucho movimiento corporal encima del cuadro.
-¿Qué es el arte para ti?
-El arte es un espejo que refleja perfectamente las emociones del ser humano. El arte para mí nunca miente porque las piezas te dan exactamente lo que eres capaz de percibir. También es mi manera de descubrir el mundo, no tengo ni idea de nada y por eso pinto. La pintura es un salto al vacío, un abismo, lo que pasa es que en la caída a veces salen cosas maravillosas.