Valencia ya vive una de las épocas más grandes del año. Valencia ya vive sus Fallas. Dentro de escasos cuatro días, los monumentos inundarán nuestra ciudad: la sátira, el humor y el arte volverán a arrancarnos más de una carcajada, como debe ser.
Durante la última visita que realicé el pasado viernes a la Exposición del Ninot 2019 me pregunté: ¿qué ninot político podría salvarse del fuego purificador este año? La respuesta la dará el jurado popular pero, respetando al máximo el resultado de la votación, permítanme que haga mis apuestas en cuanto a los ninots políticos con los que no tendría clemencia.
Para empezar, los que no deberían salvarse del fuego son los protagonistas de la moción de censura que ha provocado una gran inestabilidad política, social y económica, y que nos han abocado a unas nuevas elecciones generales. Es decir, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Pasto de las llamas también tendría que ser Ximo Puig, que ha usado de forma partidista la prerrogativa de anticipar elecciones, uniendo su destino y el del resto de valencianos a los deseos y caprichos de los independentistas. Con estos últimos tampoco tendría clemencia.
A nivel local ya saben. A más de un ninot le vendría bien pasar por el fuego purificador, sobretodo los que representan a los grandes protagonistas y orquestadores del atasco a todos los niveles en el que vive Valencia. Las Fallas, nos identifican y nos representan, son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y llevan el nombre de Valencia a todas las partes del mundo. Pero creo, sinceramente, que Ribó y sus secuaces están desaprovechando una gran oportunidad para consolidar y promocionar nuestra fiesta grande. Su indiferencia a las tradiciones y cultura valenciana ha influido en la nula implementación de políticas públicas que proyecten una verdadera Ciudad Fallera, que ambicionen un gran Museo Fallero – epicentro de todos los actores implicados en esta fiesta- y que, sobre todo, den aire a la Junta Central Fallera, víctima de injerencias políticas reprobables.
Las Fallas son las fiestas más hermosas y grandiosas de cuantas se celebran en toda Europa y deberíamos aprovechar al máximo su potencial para atraer turistas a la ciudad, incrementar su promoción internacional y aspirar a que durante la semana fallera se alcance todos los años el 100% de ocupación hotelera, llegando a ser uno de los grandes motores económicos de la ciudad. Actualmente, la difusión internacional actual de las Fallas no es suficiente, tiene una presencia reducida en los certámenes turísticos como Fitur, sin que tampoco se le dé la relevancia que merece desde Turespaña como la Fiesta más grande, internacional y conocida de cuantas se celebran en todo nuestro país por su riqueza cultural y artística. Por ello, debemos multiplicar los esfuerzos y recursos que se están destinando a la promoción de las Fallas como reclamo turístico para Valencia. Tenemos un potencial inmenso para dar a conocer nuestra ciudad por todo el mundo y mostrarla como un destino turístico único, y debemos aprovecharlo.
Y además, volviendo al inicio del artículo, para los políticos, las Fallas son un espejo en el que, a base de sátira y humor, nos muestran cómo somos, qué hacemos bien o mal y en qué podemos mejorar. La sociedad valenciana nos habla a través de las Fallas, y nos da su visión particular de las cosas, y eso es de valorar, y mucho.