¡de qué bars, nano!

No doy Abastos

Local nuevecito y reluciente, que te da una pista con el nombre

| 12/11/2021 | 3 min, 59 seg

Sábado soleado, mediodía. Mis colegas y yo buscamos algún bar para atornillarnos el codo. Estamos dando vueltas a lo que era el mercado de Abastos. La gente parece relajada en las terracitas y fluyen los vermuts, en cambio a nosotros parece que no nos convence nada. 

- ¿Vamos al Tito´s?

- Nah, muy clásico, tienen lo de siempre.

- ¿Al Villaplana? 

- No tío, muy cuqui.

- ¿Y el bar Jin?

- Pfff...es que wantones ahora....

- Un momento…¿y ese?

- Cielo santo. Ese es el lugar.

Y tanto que lo es, amor a primera vista. Alguien ha tenido los tremebundos cojonazos de montarse un bar en Abastos y llamarlo…No doy Abastos.

Con la seguridad de que esa persona es mi nuevo mejor amigo, o tal vez mi padre, nos sentamos en la terraza. El interior se ve moderno y nuevo, azulejoso, como que lo han remodelado hace poco. Efectivamente, el camarero nos confirma que llevan abiertos desde julio. 

- ¿Qué queréis beber?

- ¿Qué tienes de tirador?

- Mahou Maestra, clásica, y una IPA.

- Vamos con la Maestra. 

La carta tiene cositas. Tienes la posibilidad de pedirte pescado y carne, pero también los clásicos más clásicos de un bar. Nosotros optamos por la ensaladilla de la yaya, porque claro, nano, es de la yaya. Si estuviera mala sería faltarle al respeto muy fuerte a la yaya de alguien. 

Tras un tiempo razonable de espera, aparece un cuenquito de ensaladilla, con el ya inevitable chorrete de aceite por encima, unos grisines  que son como las modelos de Victoria´s Secret de los saladitos, y sal gorda. El resto, patata, zanahoria, atún , mayonesa pero sin abusar, perfecto equilibrio, justa medida, tremenda sabrosura. 

Por recomendación (¿qué es lo mejor que tenéis?) del camarero, fuimos a por las croquetas de gamba. Pequeñas bolitas sustanciosas, con trocitos de gamba visibles inside. Estaban brutales, aunque salieron tibias. Especiales para haberlas encontrado así, a bolapié, en un bar a mediodía. Llevaban algo más que no supimos descifrar, pero que les daba mucho rollazo. Pídetelas. Si las de la Sastrería son un 10, estas llegan al 7,5.

Unos pescaditos fritos creo yo que proceden, así al sol y tal. Me esperaba el típico plato de boquerones mini que te comes de un bocao, y que siempre hay un colega que les quita la cabeza y otro que no ( y automáticamente sabes quién se come mejor un conium), pero no. En este caso son salmonetes, pescadilla y boquerón king size. Cero aceitoso, muy de mercado, solo con sal y perejil por encima. Ojito con las espinas. 

Las gambas al ajillo son bastante poco canónicas. No hay cazuelita chisporroteante de barro, no hay perejil, lo que hay son cuatro gambones con cabeza y todo, nadando en un fondo de aceite, que voy a sucar duramente con el pan que acaban de traer. Lo positivo es que están buenas, lo negativo es que, claro, tú igual te esperas otra cosa. 9 pavos, 4 gambas. Sale a devolver. Están muy buenas, pero ñah. El aceite, eso así, es para tomárselo a cucharadas, con el ajito y el picante.


Por cierto, creo que no os he contado lo del poderoso efecto psicológico que tienen en mí los vinos leídos en una pizarra. Por algún efecto Pávlov, me creo siempre que los vinos escritos en tiza, van a estar más buenos. Llámalo energía. Nos pedimos una botellita de Viña Magna, dato que os doy para que luego os cuadre en la cuenta. 

Vamos a rematar con un tomate con ventresca y una sardina a la plancha. 

El tomate sale peladito, lleva  atún, mojama, aceitunas negras, y una rave de encurtidos por encima. Dice mucho de un sitio que tengan tomate bueno. Este estaba bueno pero pelín frío. No obstante, se adivinan maneras. La sardina, pues una sardina fresca a la plancha, con limón y aceite. Igual teníamos que habernos pedido un plato de esto, que es puro verano y omega 3, pero estábamos bastante llenos, llegados a este punto.  Qué rico todo. 

Al final, 66 pavos entre tres con botella de vino y cañas y yendo a tutti. A 22 por persona.

Creo que este sitio, lejos de ser un sí, es un súper sí. Es un sí con capa, antifaz y una S en el pecho. Echadle un vistazo, merece la pena, malandrines. 

Goza de amplio aparcamiento. 

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