Todavía estamos digiriendo el último pleno de la Diputación de Valencia. Fue el 18 de mayo. La intervención del presidente sigue siendo analizada y criticada. Toni Gaspar dice ser contrario “a hacer ruido” y sin embargo sus palabras sonaron como una mascletà, una de las buenas.
Gaspar cruzó la raya que nunca un presidente de una institución debería pasar, la de la educación. Encendió la mecha y disparó sin tregua. Por su boca salieron improperios y faltas de respeto. Lo paradójico es que trataba de defender así una política sosegada. Sin duda, no predica con el ejemplo.
Quizás fuera mi percepción, pero fue especialmente duro con Ciudadanos. A mis preguntas, formuladas con respeto y totalmente legítimas, el presidente contestó directamente con el ataque. “A ver si aprendemos un poquito de Derecho”, me espetó de manera rancia y paternalista. No sé si Gaspar piensa que la UJI regala los grados universitarios. No lo hace, por supuesto, y yo llevo a mis espaldas un grado en Derecho y dos másteres jurídicos. Un poco de Derecho sé.
Además, me dijo que “no tenía sentido común”. Me parece una falta de respeto gravísima. Por eso, ni intenté contestar, se describe a sí mismo.
También llegó a afirmar que, si pudiera, ya habría cesado a José Luis Vera “para no aguantarnos”. A Gaspar se le han olvidado sus tiempos en la oposición. Como él en su momento, nosotros, ahora, hacemos nuestro trabajo, velamos por los intereses de los valencianos y por la eficiente y honesta gestión de las arcas públicas. Se llama Democracia. Ese sistema en el que la oposición existe, trabaja y fiscaliza al gobierno. Como él mismo diría: es lo que hay.
Sin embargo, al presidente le molesta. De ahí su intervención, decepcionante de principio a fin. Nadie la esperaba. Probablemente tampoco sus compañeros de gobierno. Todos callaron. Nadie fue capaz de salir en su defensa. Ni los diputados del PSPV ni los de Compromís. Los nacionalistas, el timo político valenciano, continuaron haciendo el avestruz. Han pasado del “Go home” al “Stay, don’t move”, pero ahora sin camisetas. Ya no es tiempo para perfomances ni para críticas.
Ahora son ellos los que gobiernan y, en vez de actuar frente a lo que en comunicados de prensa dicen que no comparten, ni hacen ni dicen nada. En el pleno ni mu. En Divalterra dejan su silla vacía para no tener que pronunciarse ni tomar decisiones. Cierran los ojos, esconden la cabeza bajo tierra y permiten que un alto cargo, investigado en una presunta trama de corrupción, siga en su puesto. Todo por permanecer en su sillón. Señores de Compromís, el que calla otorga, es cómplice, está al mismo nivel.
Dicho esto, se me escapa si los socios del PSPV sabrán por qué se protege de esta manera al señor Vera, es realmente sorprendente. Ellos, como nosotros, sabemos que Gaspar sí puede actuar, aunque diga que no está en sus manos. Claro que puede. Pero opta por mantener en el puesto de jefe de servicios jurídicos, transparencia y prevención de riesgos penales a una persona imputada. Sí, todos los valencianos pagamos 72.500 euros anuales a un presunto corrupto. Porque el PSPV quiere y porque Compromís lo consiente. Decir esto no es hacer ruido. Lamentablemente, es lo que hay.
Rocio Gil, portavoz de Ciudadanos en la Diputación de Valencia.