Ha costado tiempo y esfuerzo que lo que hoy denominamos Discapacidad haya tenido su consideración en la legislación y en la disponibilidad del Estado o las instituciones privadas para abordarla. Atrás quedó la imagen de aquellos que faltándoles las extremidades inferiores se trasladaban en una tabla con ruedas impulsada con los brazos. Y los que no tenían brazos usaban los pies y la boca para desenvolverse. Muchos de ellos utilizaban la calle o la entrada de una Iglesia u otros establecimientos para pedir limosnas. Lo mismo ocurría con los ciegos que se las arreglaron para vender cupones de "los iguales" hasta que la ONCE les dio cobertura. La literatura nos ha dejado relatos sobre sus andanzas en El Lazarillo de Tormes. (Jesús Montoro, Los ciegos en la Historia. ONCE, 1994) Los deficientes mentales solían deambular por calles y plazas de los pueblos donde algunos niños se burlaban y jugaban con ellos. La guerra civil española generó una gran cantidad de inválidos que recibían alguna dotación económica si habían luchado en el bando nacional. Pero sus vidas dependían, principalmente, de las familias y de algunos centros religiosos o públicos. Los Hermanos de San Juan de Dios se ocuparon de los niños "deficientes", físicos o mentales, sin recursos, y los asilos recogían a personas mayores abandonadas o sin familias. Las diputaciones utilizaron las Misericordias y Beneficencias para amparar a niños sin familia o con escasos recursos, como ocurrió con Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, que fue tipógrafo.
Era habitual en los pueblos primitivos deshacerse de los niños nacidos con malformaciones, y así Plutarco hace referencia a cómo eran lanzados en la antigua Esparta desde el monte Taigeto, en el Peloponeso, aunque algunos investigadores lo dudan. En la India eran arrojados al Ganges y en la antigua Roma las familias podían desembarazarse de los niños discapacitados si conseguían la aprobación de dos vecinos. En cambio, la Biblia, en el Pentateuco, recomendaba la ayuda a los ciegos y a los sordos. Mahoma prohibía el infanticidio y proclamaba que los deficientes y enfermos mentales eran los inocentes de Alá. Lutero y Calvino consideraban que los calificados de locos o con déficits intelectuales estaban habitados por Satanás y debían ser encerrados. Era difícil hacerse cargo de este tipo de personas en sociedades donde la inmensa mayoría hacía esfuerzos para sobrevivir en condiciones precarias, y las epidemias mermaban las poblaciones. Incluso en el siglo XX los nazis proyectaron medidas para deshacerse de los deficientes mentales (lease, J.A. Marcos, Hadamar primero, Auschwitz después. UNED, Centro Alzira-Valencia 'Francisco Tomás y Valiente', 2000). La I Guerra Mundial produjo la invalidez de muchos jóvenes y con la creación de la OIT se impulsaron normativas para darles cobertura. El Estado de Bienestar se encargó, en sus inicios, de las pensiones, la medicina y la educación gratis pero la Deficiencia no se abordó de manera global hasta la segunda mitad del siglo XX. A principios del siglo el enfoque era principalmente asistencial. En España, por ejemplo, en 1922 las ayudas por invalidez se relacionaron con los seguros de vejez. Actualmente su atención y prestaciones se utilizan como reflejo del índice de desarrollo humano de un país, y la ONU ha cuantificado que un 10% de la población mundial son personas con deficiencias, lo que supone unos 700 millones de habitantes. En España el INE contabilizaba que en 2007 había en España unos 3,8 millones de hombres y mujeres con discapacidades, lo que suponía un 9% de la población total.
Desde la Constitución de 1978 la presión de las múltiples asociaciones de personas discapacitadas dio un impulso, a través de los medios de comunicación, para extender la sensibilidad hacia un sector social que se había visto estigmatizado y marginado, y reclamaron que se aplicaran políticas de integración en el Estado y las Autonomías. En ese año se creó el Imserso para atender a las personas en situación de dependencia, así como la confección de programas para jubilados. (25 años: el Imserso y las políticas sociales, 2004) En 1982 con la publicación de la LISMI (Ley de Integración Social del Minusválido) se establecieron cuotas para contratar a discapacitados en las Administraciones públicas y en empresas con más de 50 trabajadores. Hubo también una depuración del lenguaje desechándose términos como "subnormales", después "minusválidos", para desembocar en la Discapacidad. En 1997 se crea el CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) que reúne en su plataforma a los representantes de las asociaciones de las distintas personas que adquieren, de acuerdo con la definición de la OMS en 2001, la discapacidad. Esta abarca las limitaciones permanentes, físicas o mentales, en la vida diaria, pero quienes las padecen no se contemplan de manera aislada sino en su interacción con la sociedad en la que viven. La ley de la Discapacidad de diciembre de 2006 significó una apuesta decidida por la plena inclusión. No obstante, siguen manteniéndose obstáculos y prejuicios en la multiplicidad de casos muy diferentes, donde la inclusión en la actividad laboral en España de las personas con discapacidad alcanza solo al 35%, mientras el 65% vive de los subsidios.
En este contexto hay que destacar la progresión de los afectados por el síndrome de Down, que han destacado en distintas actividades e incluso algunos han conseguido cursar estudios universitarios. Un caso paradigmático en la Comunidad Valenciana es el de Eros Recio, el primer bailarín profesional con síndrome de Down que ha intervenido en espectáculos de danza clásica y otros bailes folclóricos. Michael Baryshnykov, uno de los bailarines más destacados del siglo XX, lo felicitó personalmente: "Eres un milagro de la danza y de la vida, afirmó, porque gracias a tu ejemplo las personas con discapacidad pueden aspirar a disfrutar y participar del arte". El director del American Ballet Theatre, Robert Bolle, le entregó el premio de mejor bailarín por sus actuaciones en USA. Ha participado en varios espectáculos como Down Juan y Carmen, basado en Don Juan Tenorio o la Carmen de Merimée. Estrenó en el teatro Talía de Valencia el drama El matrimonio Nijininsky, además de Los siete gigantes de la libertad en compañía de Amparo Pastor y César Vercher. En Alicante interpretó La Celestina infantil y en 2013 se proclamó campeón nacional de Bailes de Salón junto a Pilar Andrés. En el Centro Cultural Bankia realizó una representación de danza acrobática. El artista fallero Toni Fornés lo convirtió en ninot en las fallas de 2018, y posteriormente hizo una gira artística en México. En 2021 fue galardonado con el Premio Carlomagno de la Juventud, y presentó en mayo de 2002, en Bruselas, con la presencia de la presidenta del Parlamento europeo, Roberta Metsola, la propuesta de formalizar la Bandera de la Discapacidad.