PALABRAS LLANAS / OPINIÓN

No hay divorcio a la vista

31/05/2024 - 

A veces un matrimonio, por desgracia, es una mala decisión y las consecuencias de esa mala decisión las sufren terceros. Normalmente, personas por las que se supone que esa pareja debe velar.

Durante demasiado tiempo, el tándem que forman los populares y socialistas en Bruselas han tomado decisiones que han empeorado la vida de los valencianos y de los españoles en general.

No podemos negar los beneficios que la incorporación de España a la Unión Europea nos aportó en un primer momento y en los años inmediatamente posteriores, pero, con el paso del tiempo y con la deriva que ha tomado la Unión Europea, se han producido y se siguen produciendo perjuicios en sectores clave de nuestro país.

Ese matrimonio, no sé si de conveniencia o por convicción, entre populares y socialistas, con los verdes como tercero en discordia, ha iniciado la tarea de destrucción del sector primario, de la industria y por tanto, de nuestra economía.

Esa gran coalición votó “como un solo hombre” la aprobación del Pacto Verde Europeo y ambos defienden, como si no hubiera un mañana, la terrible Agenda 2030. Sí, como si no hubiera un mañana, porque lo justifican con su fanatismo climático.

Ese matrimonio formado por populares y socialistas es más que un matrimonio. No conozco muchas parejas, por muy bien avenidas que estén, que coincidan en el 89% de las decisiones. Y esas decisiones están teniendo consecuencias desastrosas para la economía, la seguridad, la soberanía y los valores con los que se fundó la civilización occidental.

La decisión de limitar el uso de productos fitosanitarios o fertilizantes impide a los agricultores y ganaderos valencianos garantizar la productividad de sus campos y sus granjas. La competencia desleal de terceros países extracomunitarios, consentida por Bruselas, los lleva a la miseria y a la ruina y a la desaparición de nuestro sector primario. 

Jaque a nuestra economía.

Pero ese matrimonio, esa relación tan dañina, no se detiene ahí, no se detiene en la toma de decisiones trágicas para España. Se ha dedicado a postrarse ante los lobbies ecologistas radicales haciendo seguidismo de las políticas falsamente verdes, que nos conducen a una progresiva pérdida de la soberanía energética de nuestra nación. Los costes energéticos son un lastre para la industria, que se lo digan a las empresas cerámicas de Castellón, las cuales, como consecuencia, se han visto obligadas a enviar a miles de trabajadores al paro y algunas de ellas a cerrar para siempre sin posibilidad de vuelta atrás. 

Jaque mate.

Es el momento de cambiar de rumbo la política de Bruselas, es el momento de iniciar el camino para conseguir la soberanía energética y la soberanía alimentaria.

Muchos de ustedes tendrán la sensación de que Bruselas queda muy lejos, que no es relevante lo que allí suceda. Nada más lejos de la realidad. Bruselas, o más bien las decisiones que allí se toman, se meten en nuestros campos, en nuestros negocios, se meten en nuestras casas como se suele decir “hasta la cocina”. Y es literalmente cierto, de lo que decida Bruselas dependerá lo que nos cuesta un kilo de tomates o una docena de huevos. Dependerá que podamos encender la calefacción en invierno o el aire acondicionado en verano.

Es el momento de que alguien diga no a todo ese despropósito, que alguien tenga la valentía de decir la verdad y tenga la fuerza de plantarse ante ese matrimonio tan perjudicial para nuestra región y para España en general. Y a día de hoy, el único con esa valentía es Vox, ahora los ciudadanos nos darán la fuerza para poder hacerlo con una gran representación en Europa.

Como ya he dicho, ese matrimonio está de acuerdo en el 89% de las decisiones. Con esos antecedentes, no parece que ese matrimonio vaya a fracasar. No hay divorcio a la vista. Por tanto, solo nos queda ser más que ellos para ser decisivos, porque más valientes y mejores ya lo somos.

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