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GRUPO PLAZA

LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

No lo llames caloret, llámalo Heat wave

No hay mal que 100 años dure ni meme que justifique lo injustificable. Hoy es el día de la crida y, más que nunca, apetece olvidar el pasado aunque sea recordándolo con ironía, e invocando también el eterno poder curativo de los clásicos del pop

28/02/2016 - 

VALENCIA. Existe un viejo vídeo de una actuación televisiva de Martha & The Vandellas interpretando Heat wave que prácticamente es el único documento visual disponible del grupo en aquella época Las imágenes en blanco y negro devuelven a 1963, al año en el que la música pop empezaba a florecer gracias a los Beatles, los Stones y a muchos artistas entre los que se encuentran muchos nombres asociados el sello Tamla Motown. It’s like a heat wave, dice la letra de esta canción, que se servía de un considerable aumento de la temperatura para hablar de la sensación de estar junto a la persona deseada. Era una celebración del amor, pero acabó simbolizando otra cosa ya que apareció el mismo verano en el que Martin Luther King dio su discurso en Detroit sobre los derechos civiles de los negros norteamericanos. En cierto modo, y al igual que las canciones de otros artistas afroamericanos, la ola de calor acabó siendo también metáfora de ese movimiento social contra el racismo y la segregación que entonces se antojaba largo y duro, y al que por desgracia todavía le queda recorrido que hacer. La ola de calor del grupo pasó a convertirse en la imagen de algo que trascendía al mensaje de la canción.


Caloret Voltaire

Hace poco más de un año, nuestra entonces alcaldesa, quién sabe si poseída por el espíritu de Martha & The Vandellas, anunció a su manera otra ola de calor. En realidad era una ola de calor pequeñito, no se sabe si modesto o amable, aunque yo diría que, sobre todo, era condescendiente, conjurada por la señora Barberá, que daba así la bienvenida a los festejos falleros en el pregón que los valencianos llamamos la crida. Y ya que estaba, le dio una nueva dimensión al concepto de vergüenza (y eso incluye también la variante de vergüenza ajena). Sé que resulta casi obsceno mezclar una joya de la música pop como Heat wave con aquel momento bochornoso, pero es la única manera que tengo de recordar un hecho tan feo que no tiene vuelta atrás; un recuerdo que solo puede combatirse riéndose un poco, humor para compensar un poco aquella desafortunada proclama que tantas evidencias dejaba a la vista. Se acercaba una ola de calor –pequeñita, amable, condescendiente-, nos dijo ella, y los valencianos teníamos que estar muy contentos porque ya se iba el fred del verano, expresión que como ejercicio dadaísta es todo un hito; la pena es que en vez de haberla acuñado algún discípulo de Tristan Tzara en el Cabaret Voltaire, lo hizo la señora que entonces mandaba en Valencia, dejándonos a casi todos con esa cara que se te queda quan t’ha caigut la llonganissa a la cendra.


El día que flipamos tots chunts

Invocando algo parecido a la justicia poética, quiero pensar que aquel descaro, la culminación de tanta chulería que tan impune parecía entonces, fue lo que acabó trayendo esta ola de calor que vivimos ahora, una muy distinta a la que nuestra entonces alcaldesa pretendía invocar, si es que en aquel momento pretendía invocar algo en concreto. Una ola de calor que ha terminado por calcinar a tantos políticos que sea creían más allá del bien y del mal. Ese caloret del foc i la flama, como dijo ella, resulto ser una especie de fuego purificador que ha ido consumiendo a algunos de aquellos ninots que nos tomaron por idiotas y se creían indultats de por vida. Viendo ahora la coreografía de Martha & The Vandellas en el Ready Stedy Go, imagino lo monos que estarían Camps, Rita y Rus, bailándola, los tres con moños cardados, travestidos ellos, como si de una versión autóctona de Hairspay se tratara. No puedo evitar pensarlo viendo a Camps encoger los hombros a la vez que flexiona las piernas mientras se defiende de tantas acusaciones.


Indicios de primavera

Ella, en realidad, a lo que quería referirse era a esto que voy a explicar a continuación y que seguramente no conocen quienes no vivan en Valencia; algo que tiene mucho más de aquel Heat wave que aquel infame discurso incongruente que escuchamos hace un año. Hablamos del olor a pólvora mezclándose en el aire con la música de las bandas y el ruido a traca; del preludio primaveral que muchos valencianos asociamos a nuestra adolescencia, a las primeras salidas con los amigos con la excusa de la fiesta. Es la sensación de libertad que traía consigo el clima algo más dulce después de los meses de invierno, que culminaba con la cremà y que marcaba el inicio de unos días que empezaban a ser de nuevo más largos que las noches. Este año los indicios primaverales no persiguen desde el otoño –en mi terraza hay plantas a las que han empezado dar nuevos brotes al menos ya tres veces desde septiembre-, pero salvo que las fallas coincidan con la lluvia, el periodo al que me refiero no tardará en volver.


Hot hot hot… y Prince también

Existen muchas canciones que tienen el calor como lema, pero no hay tantas que escapen de los tópicos y menos aún que me ayuden a ilustrar lo que quiero decir en este artículo. Además de la Martha & the Vandellas, mencionaría Hot hot hot de The Cure, que iluminó las noches de las fallas de 1988 en Brillante, Barracabar, La Marxa, Continental y otros bares obligatorios de la Valencia de entonces. Una canción que –aunque la letra no haga una referencia explícita a ello- posee una música que define bien esa explosión interior que trae consigo la primavera, la revolución de las hormonas, todo ese lío. También existen canciones calientes sin mención alguna al calor, como es el caso de las tres cuartas partes de la discografía de Prince, y en especial, de Kiss, un título que en las fallas de mi juventud sonaba especialmente poderosa al diluirse con la sensualidad que impregna el aire, devolviéndote de golpe las ganas de hacer eso que el frío se empeña en quitarte.


Son ejemplos de calor pop adecuados para intentar describirle a cualquiera que no sea de Valencia, esa especie de acontecimiento pasmoso que surge de la mano de marzo y cuya anunciación tiene lugar el último domingo de febrero con la crida. La del año pasado ya sabemos cómo fue, una especie de coda. Porque de aquel caloret, carne de meme, vinieron estos cambios, benditos sean. Hay recuerdos que no pueden esperar y otros que más vale que se queden quietos donde están y que se evaporen cuanto antes. Mientras tanto, ahora sí, ha llegado el momento de encender el equipo de música y poner a Martha & The Vandellas. Heat wave, por supuesto: el único caloret que importa. Y bailar al son de su optimismo imperecedero y contonearse al ritmo de su alegría, pensando en el futuro.



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