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No éramos dioses. Diario de una pandemia #20

No nos callaremos

10/04/2020 - 

VALÈNCIA. Lo que me faltaba: esta mañana he encendido el portátil y me han desaparecido todos los documentos y todas las fotos. ¿Habrá sido el CNI, conocedor del espíritu crítico que anima este diario? He llamado a Begoña y me ha tranquilizado diciéndome que puede tener arreglo. Según ella, a veces la gente tiene varios escritorios, y yo puedo haber escondido con el que funciono. Como soy un lerdo para la informática, desconozco cuál es el motivo real de haber perdido el trabajo de tantos meses.

¿Adónde acudir? ¿A quién llamar? ¿Les está permitido abrir a las tiendas de informática? Esperaré al martes a ver si esto tiene solución.

Mi madre me comenta que los bomberos están encontrando a ancianos muertos en sus casas. Así se lo ha revelado uno de ellos a la emisora de los obispos. Hay personas mayores que se mueren en silencio, de forma anónima, en el olvido de sus familias, como sucedió en la crisis de 2008. ¿Cuántos enfermos sin coronavirus han fallecido ya por no haber recibido una atención médica adecuada?

Los filonazis que gobiernan Cataluña han vetado un hospital de campaña, montado por la Guardia Civil, en un pueblo de Barcelona. Prefieren ver morir a sus compatriotas antes que recibir la ayuda generosa de los odiosos españoles.

Se calcula que 170 países entrarán en recesión este año debido a la pandemia. La bomba de la deuda privada y pública nos estallará en la cara, a no muy tardar. ¿Habrá rescate para España?

En la Unión Europea han llegado a un apaño. Veremos lo que les dura.

Hace un año estábamos de vacaciones

Hace un año, por estas fechas, Begoña y yo fuimos de vacaciones a Vilafamés y Cabanes, en la provincia de Castellón. En Vilafamés comimos muy bien en el restaurante La Vinya. Nos acercamos al Desierto de las Palmas, un paraje de gran belleza, en cuya cima se alza un monasterio de los carmelitas descalzos.

Vista general de Vilafamés, donde el autor pasó las vacaciones de la pasada Semana Santa. Foto: JC

En nuestra precaria situación actual, encerrados en casa desde hace un mes, aquellas vacaciones se antojan una fantasía, como si sólo hubieran ocurrido en la imaginación. Dicen que aquel mundo no volverá, que nada será como antes, que igual tampoco podemos irnos de vacaciones este verano.

Hoy se ha celebrado otra mascarada en el Congreso de los Diputados. Se debatía la segunda prórroga del mal llamado estado de alarma, pues se trata de un estado de excepción de facto.

El presidente maniquí, ese monstruo de la soberbia, ha avanzado que el confinamiento se alargará otros quince días, hasta el 10 de mayo. Ha recibido el respaldo del PP y Ciudadanos, dos formaciones a la deriva. Los palurdos de Vox han sido valientes al rechazar la segunda prórroga del estado de alarma, pero no olvidamos ni perdonamos su mitin de Vistalegre. Sus dirigentes deberán pedir perdón hasta el final de sus días.

Con un discurso mendaz y artero, como le caracteriza, el líder socialista ha presumido de una exitosa gestión frente al coronavirus, cuando España es el primer país del mundo en número de muertos por millón de habitantes. Luego ha tendido una trampa al centro-derecha sin luces y sin norte. "Si queréis que salgamos de la pandemia, necesito vuestra unidad en torno a mi Gobierno", ha venido a decirles. Si rechistan lo más mínimo, azuzará a sus dóberman de las teles contra las malvadas "derechas". Es un viejo cuento que muchos ingenuos se siguen creyendo, y aún les funciona.

Quien calla otorga

Es de cobardes mantenerse callados cuando el país ha entrado en coma por culpa de la gestión infame del Gobierno. Las críticas hay que hacerlas ahora. Ni lealtad ni unidad. Nada de sumarse a pactos envenenados. Al contrario: hay que combatir a este Ejecutivo socialcomunista como un deber moral con los más de 15.000 muertos. Hay que denunciar el régimen autoritario al que nos han llevado y que pretende prolongar sine die. Hay que airear que estos gobernantes insolventes han destrozado el trabajo y el esfuerzo de varias generaciones de españoles. No se debe tener la más mínima consideración con quien no la ha tenido contigo.

Recibo la llamada oportuna de mi amigo Imanol. Hablar con él me serena. Deberíamos conversar más a menudo porque es como una terapia para mí. Imanol no se sacude la sensación de ser un delincuente cada vez que sale a las calles de Madrid a comprar el pan. Hacemos un diagnóstico desolador de la situación y pasamos a hablar de Pasolini y de la necesidad de espíritus libres como él en crisis como esta; recordamos el mayo del 68 y acabamos dialogando sobre literatura italiana. Le comento que voy a leer una biografía novelada sobre Mussolini. Imanol es profesor de Historia.
Compartimos la admiración por Italia, un país de cínicos y escépticos que sabe reírse de sí mismo, más pulido y menos bronco que el nuestro. La diferencia que media entre la finezza del malvado y cultísimo Andreotti y los cojones del caballo de Espartero.    

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