análisis

No tan horribles

Lo mejor del balance de los cuatro años de gobierno del tripartito de izquierdas no son las cosas buenas que ha hecho, sino que no ha hecho ninguna realmente mala. En común tienen con la oposición que todos creen que no son tan mala opción como el de enfrente

15/04/2019 - 

VALÈNCIA.-Si hubiera que hacer un balance de conjunto del gobierno del Botànic, probablemente sería difícil centrarnos en sus realizaciones: en lo bueno y en lo malo, no es mucho lo que se ha hecho. Ni se han conseguido grandes cosas (y los aciertos, aunque importantes, suelen ser de orden modesto), ni se han cometido grandes errores. Ello se debe a que no se ha hecho demasiado, naturalmente. 

Se ha convertido en un mantra habitual, entre los ‘botánicos’, lamentarse de tener las manos atadas: la financiación autonómica, las exigentes leyes de transparencia, la lentitud del procedimiento administrativo (agravada por funcionarios que entraron en la época del PP y, según algunos, estarían empeñados en poner palos en las ruedas), la falta de preparación o adecuación de los cuadros del otro partido del Consell del Botànic (porque ‘los nuestros’, sean de PSPV o de Compromís, huelga decirlo, siempre son magníficos, y, si no, es que son de otra facción dentro del partido)... Sea por la razón que sea, la verdad es que el bagaje del Govern del Botànic en esta legislatura, sin resultar irrisorio, parece más bien modesto. Casi se diría, a pesar de lo mucho que se quejan, que en realidad Mariano Rajoy les ha inculcado a todos en estos años las virtudes del ‘rajoyismo’, de no hacer sino lo indispensable, y dejar que el tiempo solucione los problemas.

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Breaking news: la izquierda no ganó las elecciones de 2015 por su ilusionante programa, sino para echar a los que mandaban. Para echar al PP, pulverizado por la crisis y la corrupción. No es que esto sea nada nuevo, por supuesto. En las elecciones, los cambios, cuando se dan, suelen derivar en mucha mayor medida de los deméritos del que manda que de los méritos del que aspira a mandar. Por eso, el que aspira a mandar suele postularse con un ilusionante eslogan: Lo haré mejor que el que está. Conmigo no sufriréis tanto. 

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