CASTELLÓ. Ya no hay palabras para explicar la situación. De nada sirven las manifestaciones u otras acciones. No sirve de nada, estamos al límite de la impotencia. No se puede hacer nada. Así terminaba su intervención el presidente de la Comunidad Palestina de València, Adel Sheik Yousef, en el marco de un encuentro celebrado el pasado jueves en la sede del PSPV de Castelló y en el que también participé. El acto estuvo organizado por Joves Socialistes, por su secretario general, Jaime García y por la secretaria de cooperación Hanna El Fazazi. Fue un acto muy interesante en el que conocimos de primera mano la tragedia personal, el drama colectivo, el apartheid y el genocidio en Gaza.
Hace unos días, el filósofo y activista Noam Chomsky explicaba que parte de la tragedia de los palestinos es que no tienen apoyo internacional, por una buena razón: no tienen riqueza, no tienen poder, así que no tienen derechos. Adel Sheik dijo lo mismo en Castelló, destacó que no existe una comunidad internacional decidida a salvar al pueblo palestino porque Gaza y Cisjordania no aportan nada, son tan solo una cuestión moral de cumplimiento de los derechos humanos. No le importa a nadie y los pocos países que nos apoyan no pueden hacer nada por sí mismos.
El presiente de la Comunidad Palestina valenciana mostró la desesperante actualidad que viven los palestinos, denunciando, además, la proliferación de las bombas racimo, armas prohibidas por más de cien países al ser propulsoras de múltiples bombas explosivas. Asimismo, denunció el masivo disparo de municiones de fósforo blanco, gas tóxico que provoca graves quemaduras. Se trata de armamentos con sello estadounidense, ya utilizado por Ucrania con las bombas racimo. EEUU es el primer proveedor de armas para Israel y en estos días se ha conocido que el Gobierno de Biden viene desarrollando una investigación al Gobierno de España por impedir el paso de buques cargados de armamento con destino a Israel. La primacía del Ejército israelí en la región lleva la marca estadounidense en las decenas de miles de toneladas de bombas que están cayendo sobre Gaza, y otros países.
Por otra parte, Adel Sheik mostró su indignación por la imposibilidad y prohibición de la entrada en el norte de Gaza, de ayuda humanitaria para la población, alimentación, ropa de abrigo, agua, productos sanitarios, medicinas… Según explicaba hay cerca de dos mil camiones retenidos en esta frontera sin poder acceder a Gaza. Relató varios casos de gazatíes residentes en València desesperados por no poder ayudar a sus familias. La situación es exasperante. Sobrevivir es imposible.
En Cisjordania, donde Hamás no tiene prácticamente relevancia, la situación está empeorando con el terrorismo de los colonos sionistas. La dureza del apartheid, que se prologa desde hace décadas, está sumando los atentados mortales, sobre todo contra niños y jóvenes palestinos, ya hay cerca de mil personas asesinadas. Asimismo, el derribo indiscriminado de viviendas, está generando otro éxodo maldito entre los municipios y campos de refugiados de Cisjordania.
Se acerca la Navidad y en Belén, mientras nosotros vivimos rebosantes de alegría, luces y villancicos, no habrá celebraciones este año. No se unirán musulmanes, cristianos y católicos. No se rodeará masivamente la gran plaza frente al templo del Nacimiento. No habrá desfiles del Patriarca, ni luces, ni música. Jerusalem también sufrirá el silencio, el dolor y la rabia.
La impunidad de Israel y de Netanyahu, -en búsqueda y captura como criminal de guerra por la Corte Penal Internacional-, es cada vez más insoportable, y los principales gobiernos internacionales se han puesto de perfil, arrojando un genocidio y el exterminio de un pueblo al horror de los espacios del olvido. Y el mundo calla, esperando a Trump. Así pasan los días, y pasa la poca vida, y se queda la muerte en Gaza.
Buena semana. Buena suerte.