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Notas políticas para cerrar 2021

Foto: CORTS/INMA CABALLER

Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;

no queda ya el recuerdo de días sucesivos

en esta sucesión mediocre de los años (F. Brines)

30/12/2021 - 

Así, en general, cerramos un año muy loco. Y eso que, en lo colectivo, me cuesta hacer memoria sobre él, puesto que gran parte de sus 365 días se apelotona entre recuerdos fatigados. El bucle pandémico en el que llevamos desde que el virus nos acorraló en nuestras casas o el ruido constante de los agoreros del apocalipsis enturbian cualquier perspectiva. Han pasado muchas cosas, pero la sensación es de poco recorrido. Mucha gente tiene ya la mente ardiendo, no apta para lo racional, que requiere que tengamos la maquinaria fina para analizar, evaluar y buscar soluciones o entenderlas. Pese a todo, el final de la pandemia de covid se presiente a la vuelta de la esquina…

Vaivén de populistas

El primer artículo con el que empecé el año en esta columna hablaba del asalto al Capitolio estadounidense por una turba de gente que cree tanto en el derecho a portar un arma como a renegar de las vacunas que, hoy en día, salvan millones de vidas. Doce meses después del disturbio en el congreso de Washington, los indicios que apuntan a que el expresidente Donald Trump alentó tan alarmante suceso son cada vez más fuertes. Se va un político mentiroso que sembró ira por doquier y alimentó conflictos entre la sociedad. Como nuestra Ribera Salud, el señor se quiso ir ejerciendo una política de tierra quemada. Los mensajes irracionales pierden y ganan locutores al ritmo de producción de las fábricas televisivas y las maquinarias electorales. Salen los Trump, entran las Ayuso. Puntas de iceberg, toneladas de odio gélido en busca de una colisión. Unos y otras van y vienen, pero siempre queda la furia de sus relatos. Son síntomas del cabreo social y catalizadores del malestar, un cocktail tóxico.

Merkel, tanta gloria lleves…

La política como ecosistema desprestigiado. Seguramente las que nos dedicamos a ella no la defendamos lo suficiente como un espacio en el que las personas acordemos cediendo y exigiendo al mismo tiempo. Quizás por ello se vive la marcha de la política internacional y alemana de Ángela Merkel como una pérdida y no como una jubilación. Se valoran sus formas, sus discursos pausados, es la madre que consiguió mantener junta a la familia europea, que dirían algunos titulares entre la mitología y el realismo economicista… Hasta inspiró un neologismo en alemán que describe la cualidad del pensamiento pasivo, de la actitud vacilante, que nos lleva a NO tener una opinión fuerte de un tema determinado (zu merkeln, que podría traducirse como merkelizar). Esto puede ser bueno o malo, claro. Cuestión de perspectivas. A mis 31 años, Merkel es la responsable de una estrategia que destrozó a parte de mi generación, la de la austeridad. La impulsó sin merkelizar en nada. 

El furor de los tiempos

Se jubilan neoliberales y el Estado se crece en pandemia como sostenedor del sistema. Desde la Casa Blanca hasta se habla ahora de impulsar más recaudación fiscal. Que los ricos paguen más, dicen en un país enemigo de la imposición fiscal. Hasta el Fondo Monetario Internacional pide a España que suba más los impuestos sobre las rentas altas. En la Comunitat Valenciana llevamos haciendo precisamente eso desde 2015, invirtiendo 180 grados una situación tan injusta como la que nos convertía en la autonomía española en la que las rentas bajas pagaban más que nadie y las altas, las que menos. Y es que el furor de los tiempos puede tener dos respuestas: la de quien quiere gestionar y la de quien piensa que con el marketing basta. Hay vida política responsable.

La Comunitat Valenciana, aburrimiento a la suiza

Si en democracia el estilo predecible como el de Merkel es motivo de aplauso desde todas las voces del establishment, la Comunitat Valenciana debería adquirir la categoría de la Suiza del Mediterráneo. No por cuestiones fiscales, como les gustaría a algunos, sino por la constante presupuestaria. Porque llevamos aprobando las cuentas autonómicas en tiempo y forma siete años ya. Sin sorpresas excesivas, de manera previsible. En la época de los gobiernos de coalición, aquí tenemos uno que, a diferencia de los de la derecha, saca aburridamente año tras año sus cuentas adelante. Es un alarde del que pocos pueden presumir en los últimos años en España, incluidos los gobiernos monocolores. Pero es más fácil imaginar a un valenciano o valenciana enciendo un petardo que pactando un presupuesto de 28.000 millones que tiene en cuenta a las personas más débiles de nuestra sociedad.

La ciencia como faro y la política como motor. 

Quiero creer que en el futuro recordaremos 2021 no solo como 12 meses de mensajes apocalípticos sino como un año de gran cosecha científica. Se ha encontrado en tiempo récord no solo la mejor herramienta posible hasta el momento para combatir una pandemia que, salvaje y tristemente, nos dejará millones de muertos en todo el mundo, también se han dado pasos gigantes en la lucha contra la malaria o la tuberculosis, se ensaya con moléculas capaces de redirigir las metástasis cancerígenas... Y si 2021 ha sido el año de las vacunas, a 2022 deberíamos reclamarle que sea el de la solidaridad. Y para eso hacen falta menos apocalipsis y más fraternidad, más fijarnos en lo que nos une que en lo que nos crispa.

¡Patentes libres, ya!

Tengan un próspero año.

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