VALÈNCIA. Fue el Centre del Carme (CCCC) el escenario que escogió José Antonio Rovira en julio de 2024 para presentarse como titular de la cartera de Cultura, que sumaba entonces a la ‘macroconselleria’ de Educación. “La verdad es que es la primera vez que he venido y me he sorprendido porque es algo precioso, pero también porque queda mucho por hacer aún”, declaró ante los medios. Lo que parece una anécdota ayuda a dibujar el perfil de un conseller que llegó como un forastero a un área que nunca buscó liderar, sino que le ‘cayó’ por sorpresa tras la salida de Vox del gobierno autonómico.
Esta distancia inicial con el ámbito cultural se ha mantenido en el tiempo, un sector que nunca ocupó un lugar destacado en su agenda. Otro ejemplo. No sería hasta abril de 2025 cuando el conseller pisó por primera vez el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), en este caso en una cita ineludible: la presentación de su nueva directora, Blanca de la Torre. Su inusual presencia era también una oportunidad para conocer su plan o proyecto para el área, un micrófono que casi nunca aprovechó para profundizar en ello. En este caso, interpelado por la convivencia del nuevo proyecto del IVAM y del futuro museo de arte contemporáneo autonómico -una promesa planteada por el propio Partido Popular-, esquivó la pregunta y dejó la pelota a una De la Torre que apenas llevaba unas horas en el cargo.
Que Rovira ha sido ‘caro de ver’ está claro, un perfil más político con un discurso marcado por cuestiones como el fantasma del pancatalanismo o el conflicto con la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). Más allá de la agenda política, no era habitual escucharle hablar sobre las tareas culturales ni visitando los espacios que gestionaba, tampoco por placer, una ausencia que era comentada con resignación en los corrillos de los centros culturales, una distancia que, aunque ya de manera mucho más medida, también trascendió al ámbito público. “No ha venido a ninguna función todavía. Entiendo que cuando se está al frente de una macroconselleria de ese nivel, el tiempo es limitado”, declaraba Jesús Iglesias Noriega, director de Les Arts, en una reciente entrevista con Las Provincias. ¿Y Mazón? “Tampoco”.

- Presentación de Blanca de la Torre como directora del IVAM
Las anécdotas son eso, anécdotas, pero la suma de ellas no deja lugar a dudas: Rovira ha sido conseller de Educación y un extraño para los sectores culturales, una tarea de interlocución que ha descargado casi en su totalidad en la secretaria autonómica, Pilar Tébar, quien ha liderado el diálogo -en no pocas ocasiones tenso- con los profesionales del sector. Esto por lo que respecta a los despachos, pues en el ámbito mediático unos y otros han mantenido un perfil más bien bajo. La máxima de la Conselleria de Cultura en estos meses parecía ser la de no explicar su proyecto. En este puzzle, además, hay un factor no poco importante a tener en cuenta, el protagonismo de Presidencia a la hora de liderar las grandes apuestas culturales de la legislatura, con un Carlos Mazón que fue la cara del acuerdo con la Hispanic Society of America para traer la obra de Joaquín Sorolla a València o la frustrada creación de la dirección general de Industria Musical, pero que dibujaba a un Mazón líder de los grandes eventos.
En el mapa de esta breve andadura hay un factor no poco relevante, pues este último año ha estado marcado por la Dana, que provocó daños en el patrimonio sobre el que todavía se trabaja, pérdidas millonarias en los sectores culturales y una primera gran oleada de críticas a la gestión de Rovira que, más adelante, se fueron suavizando. La gestión de la emergencia también ha dejado negro sobre blanco la distancia con el Ministerio de Cultura de Ernest Urtasun, que ya ‘rompió’ con Vicente Barrera y con el que apenas se ha reunido en un par de ocasiones, con la petición de un bono cultural valenciano como principal demanda de Rovira -y no recogida por el gobierno central-.
La urgencia del presente dejó arrinconado un largo plazo que pasó a ser una cosa secundaria, también sobre el papel. Cabe recordar que con Vox al frente de Cultura se anunció el diseño de un plan estratégico que guiaría la acción del gobierno -cabe recordar que Tébar ya formaba parte del equipo, entonces como directora general-, un plan que quedó en un cajón con la llegada de Rovira. Tras el cambio de caras, con todo, sí llegó un nuevo anuncio. Lo pronunció Carlos Mazón en el Debate de Política General en Les Corts Valencianes de 2024: habría un renovado plan estratégico para cultura y se haría con el apoyo del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Sin embargo, nunca se desarrolló.
Y en esas llega María del Carmen Ortí Ferre, la tercera consellera de Cultura de la legislatura, un perfil de nuevo más enfocado en el área de Educación, que tendrá que lidiar con un área que ha vivido demasiados reinicios en muy poco tiempo. Tras este año que se antoja de transición, en el que más allá de la urgencia de la Dana no se han planteado proyectos o medidas de especial relevancia para el sector, sí se presenta un escenario más calmado, pasada la emergencia y con los organigramas de la mayor parte de los centros y organismo culturales sin ‘vacío’ de poder. Toca ahora mirar al futuro.