VALÈNCIA. En el mundo de las artes la improvisación es clave. Saber jugar con lo que llega, dejarse llevar y dar rienda suelta a la imaginación para generar un resultado único y que emocione. En las manos adecuadas artes milenarias, como la cerámica, pueden tomar una nueva vida y perder un punto de seriedad a través de sus creadores. Lejos de los colores lisos, las formas imposibles y las técnicas especializadas en València, hay nuevas manos, y estudios, que juegan a moldear las piezas cerámicas, reinventándose, volviendo la cerámica más accesible y jugando a darle un toque único que le distingan en un arte que está en pleno auge. 

Para comprender la innovación dentro de este arte tan milenario, Pedro Lloret desde 107 Studio, Alexandra Salazar desde Espai Gresca y Elisa Mengual de Fangtàstic Estudi se mojan las manos, se ponen sus delantales y se preparan para explicar cómo actualizar este arte milenario. Todos ellos han abierto sus estudios cerámicos este curso, y ofrecen clases y talleres, además de vender sus propias piezas. En su trabajo juegan, y crean, dentro de una industria que se ha popularizado enormemente y a la que tienen que seguirle el ritmo mientras marcan su estilo propio, con el que distinguirse.

Desde Espai Gresca Salazar explica que su “flechazo” con la cerámica fue en la pandemia, porque moldear y trabajar sobre la arcilla le daba una sensación de calma muy terapéutica. Probó por primera vez con una amiga, que le insistió en acercarse a su casa para que trabajaran juntas en varias piezas, y fue ahí cuando se enamoró por completo: “Me distraje demasiado y me ayudó a poner mi mente en blanco en un momento en el que realmente lo necesitaba. Poco a poco fui investigando más sobre la cerámica y al final de ese camino encontré este nuevo trabajo”. 

Al principio empezó con una pequeña marca -Red Hot Ceramics- y luego el sueño cobró vida propia en forma de estudio: “Quería generar un espacio en el que la gente pueda venir a divertirse, enseñamos cosas básicas pero fáciles y accesibles. Si alguien quiere ser ceramista profesional debe buscar en otro sitio, pero lo importante para Gresca es generar un espacio de calma”.

Bajo esa filosofía, Lloret también apunta que la cerámica es un arte con el que es crucial saber pasarlo bien. Su estudio nace precisamente de hacer caso a su instinto creativo, y siguiendo una broma con amigos que se hizo demasiado grande: “Yo quería abrir el espacio con la filosofía de generar un lugar tranquilo en el que pasarlo bien haciendo cerámica. Me interesa centrarme en mi propia obra y en generar talleres accesibles para todo el mundo”, apunta Lloret, quien como Salazar considera que el boom cerámico y creativo tiene mucho que ver con el parón de la pandemia y la idea de los autocuidados: “Cuesta distinguir si vino antes el boom o los espacios cerámicos, pero cuantos más sitios, más posibilidades de generar un tipo de cerámica u otra”, explica el propietario de 107 Studio.

Para Mengual esto viene de la mano con el interés por el “autocuidado” y como ha cambiado el ocio a la hora de asociarlo con el bienestar y el tiempo de calidad: “Creo que el ocio ha ido cambiando y se le ha empezado a dar importancia a pasar tiempo con uno mismo, por tanto, bajo mi punto de vista, la apertura de este tipo de espacios y el creciente interés en cerámica es algo que ha ido de la mano a consecuencia de lo anterior”. 

Como una pescadilla que se muerde la cola, cada vez hay más gente interesada en encontrar un pasatiempo “relajante” y cada vez hay más emergentes que dirigen sus estudios y talleres a responder a esta tendencia: “Creo que la tendencia de los espacios donde se trabaja con cerámica ha cambiado, se han convertido en espacios más creativos donde la gente puede atreverse a innovar y experimentar, pero el barro es un material muy puro y primitivo que ha estado presente en nuestras vidas siempre y no podemos perder esa esencia del pasado”, apunta Mengual sobre este cambio de tendencia.

Es por ello que Fangstàstic Estudi no pretende ser un espacio estricto donde se desarrolle una actividad basada en directrices, sino que pretende “que las personas que tomen la decisión de iniciarse en el mundo de la cerámica exploren y aprendan libremente dando rienda suelta a su creatividad. No hay exigencia a nivel técnico que destacar, sino que se trata más de una expresión artística personal”.

Atendiendo a lo que les funciona a los propios creadores, Lloret y Salazar ven también la cerámica del Siglo XXI como una “extraescolar para adultos” que sirve como terapia, descanso y punto de encuentro con los amigos que forman parte de un mismo taller. Lloret destaca también que huir de la “base cerámica tradicional” les ayuda a generar piezas más “atípicas y divertidas” mientras en la ciudad sigue estando el espacio para generar piezas más clásicas: “En la ciudad hay estudios para todos los gustos y todas las personas. Yo doy clases en el mío y recibo clases en otros que no tienen nada que ver, cada uno tiene un estilo diferente y eso es lo que genera un buen tejido”. 

Salazar contempla que en Espai Gresca lo menos habitual es ver “diseños serios o colores lisos” aunque cada uno es libre de hacer lo que quiera. Contempla también que con este estilo de enseñanza es capaz de llegar a todo tipo de perfiles: “Al final es una actividad de descanso, a la gente le puede gustar hacer cerámica porque de alguna forma le acerca con ese cuidado mental o con un momento para socializar con otros. Es interesante que en la ciudad se vean nuevos estudios con nuevas manos y voces que ayuden a romper con la idea más tradicional. Hay un público nuevo al que no solo le interesa generar algo marrón y plano”. 

Desde Fangtàstic Estudi Mengual encapsula este concepto de renovación en el ocio y el buscar tiempo con uno mismo, en un momento de parar y vivir a ritmo “real”, mientras se tiene “libertad para trabajar sin prejuicios y con una forma de expresión personal que no pase por lo profesional”. Con todo ello logra que los estudios sean lugares en los que se pueda comprender la relación entre la cerámica y la vida: “Normalmente, las cosas no resultan como las habíamos imaginado y no por ello están mal. La cerámica es imprevisible y hay que aprender a aceptar, seguir aprendiendo y disfrutar del proceso”. Un proceso que, a manos de los emergentes, no hace más que evolucionar.