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EN PLENO SIGLO XXI

Nace 'Joglar', una revista valenciana para ‘jugar’ con la cultura

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VALÈNCIA. Al adentrarse en un bestiario medieval uno puede encontrarse de todo, no hay límites. Desde conejos con alas de dragón hasta caballos con cabezas de reptil. Un desfile de “animales” que dan tanto miedo como, a veces, gracia, porque su creación sin límites lleva precisamente a la imaginación, y al juego. Estas creaciones tan peculiares son la prueba irrefutable de que en la Edad Media además de luchar sabían divertirse. Para hacerlo bastaba con abrir las páginas de un bestiario o llamar a algún artista ambulante, también conocidos como juglares, para que ofrecieran un pequeño espectáculo por un poco de dinero o comida en el peor de los casos.

Estos divertidos personajes eran aclamados por su público por ofrecer una relectura única del mundo que les rodeaba, y por entretener, claro. Ahora bien, ¿tendría sentido el oficio del juglar en pleno siglo XXI? En un momento de sobreinformación, con cientos de plataformas de entretenimiento y espirales eternas de vídeos en las redes sociales puede parecer que no, pero justamente este vórtice de “entretenimiento fácil” hace que la labor del juglar sea más necesaria que nunca, para expandir la mente. 

 

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Para ello Marta Grau, Elena Martin-Gil y Llibertat Cortés han creado la revista Joglar que mezcla el formato fanzine con su “propia creatividad” para generar un producto único con el que las tres se permiten jugar con la cultura. Como antesala a la presentación del primer número de la revista en La Repartidora -el próximo 30 de abril- Grau y Martin-Gil conversan con Culturplaza sobre los motivos que les llevan a generar esta revista en valenciano que busca leer la cultura con nuevos ojos. 

 

El proyecto nace con la idea de generar un espacio en el que las tres amigas muestren sus creaciones de cara al “público” y también en respuesta a un desencanto con las publicaciones de cultura excesivamente institucionalizadas.“Queremos generar una revista que comprenda la cultura desde su sentido más lúdico, que sea abierta a la participación de cualquier persona y que no se ciña a unas directrices muy estrictas de publicación sino que impulse la creatividad sin límites”, explica Grau.

 

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Es por ello que torean la idea de la “alta cultura” para generar un producto en valenciano que se pueda dirigir a otros perfiles, creando un espacio que consideran más que necesario. Para Martin-Gil este lugar supone también un refugio para todo tipo de ideas y visiones que por fin puedan salir de las libretas en las que están resguardadas. De hecho, en su manifiesto explican que les mueve un “deseo casi erótico por el humor, la reflexión y las imágenes vivas y brillantes que se te ocurren mientras te haces un vermut con las amigas”. 

 

En su convocatoria abierta para completar las páginas de este primer número llamaron, a través de sus redes sociales, a que se presentaran textos que pudieran ir desde relatos, poesía, reseñas y dibujos hasta “listas de la compra y reflexiones escritas a las tres de la mañana en la aplicación de notas del móvil”. Una naturalidad que Martin-Gil considera que hace que se genere un formato divertido que se tome la cultura de manera más libre: “Es una forma de ver la producción literaria, artística y cultural en general tomándose menos en serio, sin las expectativas de que el creador parezca un académico. Lo verdaderamente valioso es salir de las líneas tan marcadas de la cultura en València y dar espacio a lo cotidiano y las ideas artísticas que se esconden ahí”.

 

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“Muchas veces desde otros ámbitos culturales estas ideas parecen cosas secundarias pero a nosotras nos interesa mezclar escritos con imaginaciones para generar algo nuevo”, explica Grau en nombre del equipo que conforma Joglars. Así, con combinaciones tan curiosas como las que se podrían ver en un bestiario animal, aprenden a jugar con los textos que les llegan, arriesgando con formatos que se entremezclan entre sí para generar una revista “fantástica” -en el doble sentido de la palabra- que busca saltarse las normas más académicas para formar parte de un juego en el que no existen más reglas que escribir en valenciano y pasarlo bien.

 

De cara a próximos números las “juglares” explican que se centrarán en algunas líneas más concretas para generar textos que vayan acorde temáticas que les interese explorar, aunque en este primer número se han dado total libertad con las colaboraciones. En el laboratorio de edición prometen generar una revista con todo tipo de formatos dentro y que entretengan a los lectores como lo haría un juglar en el siglo XXI. En sus ordenadores cuentan también con la ayuda de su “ximo”, un pequeño conejo que juega con un laúd y que en sus ratos libres lee algunas de las colaboraciones que llegarán a formar parte del siguiente número que brincará a las bibliotecas de quienes se dejen entretener por joglar. 

 

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