Más cultura

VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

No es Sorolla, es Nueva York: el perfil cultural de Mazón como creador de contenido

De qué manera el viaje de Mazón a Nueva York encaja con una política cultural desligada de la capilaridad en el territorio, que busca un efecto rápido

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALÈNCIA. En noviembre de 2024 Manhattan se despertó con una buena nueva: ya era Navidad en Vigo. “Probablemente en más de una conversación entre neoyorquinos se ha colado hoy (un) ¿Dónde está Vigo?”, escribía el cronista del Faro de Vigo a cuenta de la campaña que el ayuntamiento vigués había desplegado por Nueva York: ‘The world's best CHRISTMAS is in VIGO (SPAIN)’, se podía ver en unos cuantos mupis.

 

La fijación de Vigo con Nueva York -mejor, la fijación de su alcalde, Abel Caballero- viene de lejos. En 2023, explicó que “competir con las luces de navidad de Vigo tiene un riesgo”: el alcalde de Nueva York “intentó competir con Vigo y perdió las elecciones”. En el mismo periodo Badalona intentó superar a Vigo con un árbol de más de 40 metros… y fue entonces cuando Caballero propuso uno de 45 avisando que “Vigo solo compite con Nueva York”. El 31 de julio del año pasado, ya en Navidad, Abel Caballero arremetió contra el nuevo alcalde neoyorquino: “las luces de Navidad de Nueva York son aprendices a nuestro lado”.  

 

También en 2023, el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, en el Club Siglo XXI, argumentó la necesidad de “crear o generar un icono” en Madrid, poniendo un ejemplo: “todo el mundo identifica Nueva York con la estatua de la libertad…”. Casi 23 años antes, Eduardo Zaplana, al inaugurar el Museo Príncipe Felipe, se refirió al mismo como nuestro particular Moma de Nueva York. 

 

Ciudades y autonomías españolas abordan su relación con Nueva York desde el fetichismo. Por mucho que el Faro de Vigo fantasee con que los vecinos de la Gran Manzana se pregunten dónde está Vigo, la comunicación navideña de la ciudad gallega no busca ni tiene por objetivo a los ciudadanos estadounidenses (tampoco el anuncio de Compromís en Times Square). Su estrategia, quintaesencia del momento, pretende otra cosa: insuflar autoestima a los vigueses, hacerlo construyendo la percepción -el dichoso marco- de que Vigo está presente en Nueva York. Esto es, es el centro de atención. Por tanto, está en el mapa. Un intento animoso de transmitir la idea de que la ciudad en cuestión tiene un gran futuro por delante, asociado a la autoría de quien construye el marco. En este caso, Abel Caballero, siempre con la luz encendida. 

 

El viaje de Mazón a Nueva York, con la idea en curso de recuperar vuelo directo uniendo Valencia con Nueva York (lo presentó Camps en 2009) y extraer de la Hispanic Society of America algunas obras de Sorolla (lo hizo Camps en 2007, con los 14 murales de ‘Visiones de España’), buscan, de manera caótica, improvisar un nuevo marco en torno a él: desde fuera, nos vuelven a admirar. Correlacionar la autoestima valenciana a lo que puedan pensar de Valencia en Estados Unidos, no parece una munición especialmente sexy en el contexto actual. 

 

  • El president de la Generalitat, Carlos Mazón, y el CEO de la Hispanic Society of America, Guillaume Kientz. -

 

Mazón no busca en el vínculo con Sorolla una depurada estrategia cultural (con que fuera básica ya bastaría). La clave vuelve a ser Nueva York. Como los rentistas que se aplican a la fórmula que siempre funcionó, rescata Nueva York a modo de emblema para alimentar el ego emocional de los valencianos, el cual aumenta el propio sentimiento identitario, en idea tradicional del analista Moratal Sostre. Una descarga de dopamina, la externalización de su mandato. Una intención que parece tener impacto pero que busca, internacionalizando la atención, darle la vuelta a su posicionamiento maltrecho. A diferencia de Caballero, Zaplana o Camps, no es él quien guioniza la escena, sino que va contracorriente. Por tanto sus acciones no se ven empujadas por un sentir general de coherencia. Sorolla suena a excusa y no a razón. 

 

No hay en la expedición americana hacia Sorolla relación con el cuerpo museístico valenciano, ni tan siquiera queda claro quién sería el receptor de las obras. Porque, simplemente, no va de eso. Sorolla es la manera mazoniana de encender la luz con la esperanza de que sea tan cegadora que no permita ver todo lo demás. Es la búsqueda de ese anzuelo que redunde en el gustar para atraer como fórmula mágica. Como quien prepara su próxima publicación en redes pensando en el alcance. 

 

El mecanismo de un creador de contenidos encaja bien con los intentos del mismo President por hacer de la valenciana la autonomía de los influencers: quiso ser sede de los premios Ídolo, a pachas con Dulceida, un acuerdo que finalmente se fue al traste por las circunstancias. 

 

Desarrollar una red cultural repleta de capilaridad es aburrido y su retorno se percibe a largo plazo, imposibilitando apuntarse la autoría. Agarrarse al binomio Sorolla-Nueva York contiene, por el contrario, azúcares de efecto inmediato. Solo que en esta ocasión puede que el número de magia apenas tenga efecto porque ya nos sepamos el truco. 

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo