VALÈNCIA. El rap ha sufrido una evolución muy acusada en los últimos años. Concebido desde su vertiente clásica, se construía alrededor de compases 4x4, ritmos con inspiraciones del funk y 90 pulsaciones por minuto. Es el rap que hoy en día se considera “puro” y que, inevitablemente, está dejando paso a nuevas formas de expresión dentro del propio hip hop. El boom bap (onomatopeya que se utiliza para describir la percusión del rap clásico) se está perdiendo. Poco a poco, se va diluyendo en otros subgéneros -o géneros en sí- que al haber adquirido más popularidad, llevan ya un tiempo copando el mercado. Esto no tiene por qué ser algo malo, pues ha ocurrido con todos los géneros musicales a lo largo de la historia: evolucionan. Aunque, eso sí, genera nuevos debates entre los defensores del rap clásico y de los nuevos sonidos, con una cuestión palpando: ¿pierde la música su esencia de esta manera?
El panorama valenciano del rap ha atendido a una serie de particularidades tan solo presentes en nuestro territorio. Además de la cuestión de la esencia, hay muchos otros interrogantes a los que conviene dar respuesta, y es especialmente interesante hacerlo desde la óptica valenciana. ¿En qué medida el valenciano ha hecho que el rap se desarrolle de forma distinta? ¿El hecho de que no haya grandes referentes en el panorama nacional que provengan de nuestro territorio permite que se mantenga esa esencia más que en otros lugares como Zaragoza o Barcelona? ¿Ha habido una explosión de nuevos artistas? ¿En qué punto queda el rap clásico?
Culturplaza plantea un diagnóstico sobre la escena actual del rap valenciano, así como de su evolución, y lo hace de la mano de cuatro de los pesos pesados del panorama: los productores Yeke Boy y Loren D y los raperos Erick Hervé y Charly Efe.
Menos estrellas pero más heterogeneidad
Si bien València no ha tenido una especial incidencia en el panorama nacional, se ha generado un caldo de cultivo que presenta una escena que merece análisis propio. El rapero Charly Efe, padre de discos como Dioses y monstruos (2017) o El mártir (2015) explica que hay dos formas de ver este hecho. Es cierto que por norma general los raperos valencianos no dan el salto a la fama como puede llegar a ocurrir en otras partes de España, pero indica que lo que tiene València -y eso si que marca la diferencia-, es “la gran diversidad de estilos dentro del género”. Según él, “lo que tuvo nuestra ciudad hace unos años es que los grupos que sobresalieron eran muy diferentes entre sí”. No se ceñían a la definición del rap clásico. Pone el ejemplo de los valencianos Alberto Gambino, Kinky Bwoy, Los chikos del Maíz, La Raíz, Zoo... “No tenían nada que ver, cada uno era de su padre y de su madre. En cambio, en otras ciudades el sonido de los grupos que triunfaban era mucho más parecido”.
El rapero piensa que aquello pudo ser el germen del panorama actual. “Lo que vino después fue una explosión, marcada por la fusión de muchos estilos distintos, desde hace ocho o nueve años. El panorama ahora es más rico, lo demuestra el hecho de que en los grandes festivales, buena parte de los artistas son valencianos, y cada uno está en una carpa distinta”. A este hecho, explica, hay que añadirle la gran cantidad de grupos que cantan en valenciano, así como a la enorme proliferación de jóvenes que hoy en día, con muy pocos recursos, se dedican al rap de manera independiente.
El DJ y productor musical Loren D opina en la misma línea. “En València no ha habido ejemplos de referencia como Kase.O o Nach”. Afirma que “València crece poco a poco” y que esa lentitud tiene su causa en que cada rapero “desarrolla su propio estilo”. Opina que eso no es malo, pues permite que los grupos pervivan en el tiempo, al contrario que en ciudades como Zaragoza o Madrid, donde, al haber un panorama ciertamente más homogéneo, el tiempo de vida de los artistas puede ser en muchos casos más escueto.
Esa heterogeneidad provoca que no haya abanderados del rap valenciano reconocidos a nivel nacional. El productor y beatmaker Yeke Boy explica que “los artistas que han llegado a salir de València han seguido su marcha, no se han llevado la bandera de su ciudad”. Y no hay crítica en sus palabras, sino que lo explica como un fenómeno que ha llevado a que el underground valenciano “tenga más calidad”.
Y en esta línea, todos coinciden en que en los últimos años se ha presenciado un auge en el número de artistas en la ciudad de València. De hecho, según Loren D, justo antes de la pandemia estábamos atendiendo “a un salto de muchos artistas al panorama nacional”. Habla de Nadal015, que con tal solo 21 años empieza a ser considerado uno de los nuevos talentos de la escena del hip hop nacional, o de los propios Erick Hervé y Charly Efe. Este hecho se explica, según Yeke Boy, porque “ahora el alcance de la música urbana es mucho mayor, pues se ha estandarizado”. Explica que hay nuevos estilos como el trap o el rap electrónico que “han ampliado el cerco del propio rap y de la cultura underground”. Ahora, “cualquiera con un micro y una buena letra puede unirse al movimiento. Ahí está la explosión”.
Erick Hervé, por su parte, explica que los subgéneros populares a nivel nacional se han trasladado al territorio valenciano, y que eso, “además de dar más libertad al artista, hace que haya mucha más gente”. Charly Efe explica que, además de eso, en València hay “una gran cantidad de chavales jóvenes que están haciendo rap clásico”. Son grupos, apunta, que “se montan sus conciertos en garitos de la ciudad”. Indica que el Cedro es un buen lugar para la escena underground. “Lugares como El asesino o la Sala Matisse”. De hecho, en este último estuvo hace unos meses el artista Jona, que llenó la sala entera con cuatrocientas personas.
La proliferación del rap en valenciano
La evolución del panorama también ha servido para que en los últimos años haya proliferado el rap en valenciano. Grupos como Pupil·les, Tesa, JazzWoman, Aspencat, Txarango o el propio Charly Efe hacen música en valenciano, hasta el punto que el fomento de la lengua se suma como una reivindicación más, que se hace extensible al resto de denuncias que el rap ha lanzado a lo largo de su historia. Loren D explica que este circuito de rap en valenciano lleva 15 o 20 años desarrollándose. "La Generalitat ofrece ayudas a estos grupos, y hay festivales exclusivamente en valenciano".
Sobre esta cuestión, Yeke Boy matiza que el hecho de fomentar el valenciano en el rap mediante subvenciones o festivales exclusivamente en valenciano, "hace que muchos criterios de calidad se pasen por alto a la hora, por ejemplo, de hacer un festival. Hay veces que si no escribes en valenciano se te cierran muchas puertas".
Charly Efe considera este fenómeno como algo bonito. "Los grupos en valenciano que van a festivales y tienen una clara identidad política, desde el caso de Obrim pas, han defendido las raíces, la lengua y la ideología. En sus letras hay amor y homenajes a la tierra, pero el mensaje reivindicactivo clásico está implícito en sus canciones. Aparte de apostar por lo nuestro, buscan una sociedad mejor. Hay mucha denuncia social".
Un espacio para las mujeres
Aunque el rap es un género especialmente masculinizado, poco a poco esto va cambiando, y el panorama valenciano también está plagado de raperas que además de reivindicar su tierra o los derechos sociales, usan el rap como altavoz feminista. Loren D explica que "gente como JazzWoman, Tesa o Mckea están sonando mucho fuera de nuestro territorio". Asegura que hoy en día el rap femenino está bastante fuerte, y también habla de grupos como Las Ninyas del Corro o Santa Salut.
Por su parte, Charly Efe piensa que "se ha abierto un camino muy interesante" en este sentido. "La aparición de artistas como Tesa o JazzWoman ha hecho que chicas que antes no se atrevían a lanzarse al rap, lo hayan ido haciendo poco a poco". Para él, las referentes son, entre otras, las barcelonesas Tribade y Úrsula. Y Erick Hervé considera que su filosofía a la hora de hacer música "se alinea con la de la artista Andrae Durden".
La esencia de un género que nace de la calle
El rap nació de la cultura hip hop (que engloba también el break dance, el graffitti y el DJing) en la década de los 70 en el Bronx y en Harlem, Nueva York. Fue por parte de jóvenes colectivos de aframéricanos y puertoriqueños y se rebelaba contra las desigualdades y penurias en que vivían estas zonas de Nueva York. Es un género musical que nace de la injusticia y la rebeldía de lo vulnerables. Por lo tanto, surge el debate de si, al convertirse el rap en una industria millonaria, pierde o no su esencia.
Los cuatro profesionales de la música piensan de forma muy similar: depende. Según Yeke Boy, "es la persona la que toma la decisión de continuar con su esencia o no". Explica que los tiempos cambian, y que "a veces, si no te adaptas a las circunstancias, acabas muriendo". Piensa que por mucho que el género se mercantilice, "siempre seguirá habiendo gente que crea en el rap de los 90". Indica que esta es la evolución natural del rap, pues al final es "un uso que le da el sistema".
Loren D piensa que el mantenimiento de la esencia en el rap depende "del tipo de vida que lleva el artista". Según él, hay que tener muy en cuenta "los cambios en las letras, en el comportamiento de la persona con su familia y amigos y la relación con su barrio". Y en la misma línea, Erick Hervé opina que "hay artistas que, pese a alcanzar un punto muy alto, guardan su esencia, la siguen teniendo". Para él "no es el dinero lo que lo determina, sino la persona".
Un género hermanador que también se nutre de la humillación
El rap, desde un principio, nació con la idea de unir a determinados colectivos frente a una lucha superior. Se trata de un género en esencia hermanador, que genera cierto vínculo entre todos aquellos que lo practican. Sin embargo, esto contrasta con otros fenómenos que rompen totalmente con esa dinámica. El freestyle (patente hoy en día en las batallas de gallos) y el beef (que se basa en la rivalidad entre dos o más raperos explicitada a través de sus canciones) están a la orden del día, y ambos se basan en la pura pretensión de humillar al adversario.
Loren D reconoce que "esto tiene su causa -parcialmente- en que hay muchas multinacionales que se aprovechan de la proliferación de freestylers". Sin embargo, indica, es un fenómeno que "se está intentando cambiar". Afirma que es bueno que haya batallas de gallos, pero que la imagen que difunden es muy negativa. "Pese a ello, cuando sale una batalla con más contenido que humillación, se suele alabar en mayor medida".
Por su parte, Yeke Boy explica que "por mucha hermandad que haya en el rap, siempre va a seguir habiendo competitividad. El rap siempre ha tenido el detonante de la competición". Así, junto a ese vínculo hermanador, hay otro "a un nivel distinto, que se basa en la intensidad con uno mismo". El rap es, en definitiva, "un género de egos".
Contrariamente, Erick Hervé afirma no haber llegado a vivir ese vínculo fraternal en todo el tiempo que lleva en el rap. "Sí lo he generado con con aquellos con quienes comparto gustos o trabajo, pero no he vivido esa sensación de todos a una, la verdad". Y por otro lado, el rapero afirma que él disfruta con el beef y la competición". Lo argumenta puntualizando que compite contra sí mismo. "Yo quiero escribir frases más y más ingeniosas, quiero ser el mejor y que quien me escuche lo diga. Ahora, si bien el freestyle me gusta, no puedo sentarme a ver una batalla ni cinco minutos".
Actualmente Yeke Boy y Erick Hervé se encuentran terminando de grabar su tercer disco. Yeke cuenta que "también está preparando otro con N. Bajozero". Destaca que tiene muchas expectativas con estos dos trabajos. Por su parte, Hervé adelanta que "en un par de semanas lanzaran un vídeo adelanto de su nuevo proyecto. Loren D explica que "ahora mismo está terminando de grabar y mezclar algunas cosas" y que tiene en mente "algún que otro proyecto con Chave".