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mirando al mar

Dirigentes de pacotilla

| 27/03/2023 | 5 min, 35 seg

VALÈNCIA. Llevamos unos años en los que nuestros dirigentes deportivos son unas acémilas que lo único que hacen es guardar a buen recaudo su poltrona. La vela adaptada fue incluida en los Juegos Paralímpicos de verano en la undécima edición, que se celebró en Sídney (Australia) en 2000. El deporte dejó de formar parte del programa paralímpico a partir de la edición de Tokio 2020. Después de los Juegos Olímpicos de Río (2016), el Comité Paralímpico Internacional tomó la decisión de dejar fuera al deporte de la vela, con la promesa de darle una vuelta a la decisión para devolverle su derecho en siguientes citas. En Tokio 2020, no hubo vela; en París 2024, tampoco la va a haber, y ahora, para los Juegos de Los Ángeles 2028, ha saltado la noticia de que tampoco estará presente la vela adaptada. Tres ciclos olímpicos sin participar es una verdadera barbaridad, porque los propios deportistas pierden las ganas y comienzan a emigrar hacia otros deportes.

Aquí se ve el deficiente trabajo que han estado realizando el Comité Paralímpico Español, la World Sailing (Federación Internacional de Vela), el Comité Olímpico Español y la Real Federación Española de Vela. Estos cuatro organismos tienen la obligación de luchar por la integración de los atletas con discapacidad en la competición más importante del mundo. Pues no, no hacen absolutamente nada, porque ni tan siquiera lo discuten o levantan un poco la voz defendiendo a sus deportistas.

Muchos regatistas españoles se quejan de que están dejados de la mano de Dios. Nadie se preocupa por ellos, nadie intenta modernizar sus clases para adecuarlas a los tiempos modernos, nadie propone eventos internacionales en nuestras aguas… La vela adaptada española no funciona desde hace años y, cuando ha funcionado, lo ha hecho bastante mal, sin fomentar los intereses de los regatistas.

La Real Federación Española de Vela mantiene a nuestros regatistas adaptados al margen de todo. Como si fueran unos floreros que tienen que estar ahí, por imagen, pero que no aportan nada a nuestro deporte. Cuando Iberdrola era el patrocinador de la vela paralímpica española, la federación hacía esfuerzos para organizar regatas y eventos, a cambio de quedarse con el dinero de ese patrocinio. Más o menos como está haciendo ahora con la vela femenina. Ahora, desgraciadamente, la vela carece de patrocinios y la vela adaptada también, porque no hay nadie que se ocupe de buscar un sponsor que dinamice tanto a las regatas como a las clases.

La vela adaptada mundial se queda fuera de Los Ángeles 2028 y ningún dirigente de los cuatro organismos mencionados anteriormente ha levantado la voz. Les importa tres narices la situación de estos deportistas, que en la vida social cada vez están más integrados, pero que en la deportiva vienen siendo un estorbo a no ser que generen dinero. No estaría mal que la ONCE destinara parte de sus ingresos a patrocinar a los equipos paralímpicos de los distintos deportes y, sobre todo, a la investigación de nuevos materiales y nuevas posibilidades en algunos deportes.

El Comité Paralímpico Internacional basa la exclusión de la vela adaptada de los Juegos en el argumento de que se ha convertido en una modalidad aburrida, muy lenta y que la televisión no quiere televisar las regatas. Puede que tenga razón en alguno de sus aspectos, pero tampoco plantea ninguna alternativa. No todo va a ser reuniones para comer y beber mientras se decide qué atletas aportan share a los Juegos. Unos Juegos Paralímpicos sin el deporte de la vela pierden parte de su esencia. No proponen un cambio de clases, más vistosas, que sin duda los regatistas iban a agradecer. Ahora están muy de moda los foils, ¿por qué no una embarcación adaptada con foils? Quizá el Comité Paralímpico Internacional daría mucha más importancia al deporte de la vela y se pensaría en volverlo a incluir en los Juegos.

¿Por qué consideran más vistosas las competiciones de natación o de atletismo que las de la vela? ¿Por qué la televisión sí retransmite las competiciones de natación y atletismo si son igual de aburridas que las de vela? Todo es cuestión de lo que se muevan los dirigentes de cada deporte. Los nuestros no mueven ni un dedo, no vaya a ser que se hernien o algo parecido.

La World Sailing está muy desprestigiada dentro del Comité Olímpico Internacional, porque es una federación muy poco transparente y, en los últimos años, no ha dado con los dirigentes apropiados para meterse de lleno en el Comité Olímpico Internacional. Se han puesto en entredicho sus elecciones, sus presupuestos y la actitud de alguno de sus más importantes dirigentes.

Por su parte, la Real Federación Española de Vela no tiene ninguna fuerza en la World Sailing, menos ahora que la preside Javier Sanz. El Comité Olímpico Español se abstiene de dar la cara, porque para eso está el Comité Paralímpico Español, que últimamente no tiene muy buenas referencias de sus deportes asociados. En fin, como se puede ver, todo depende de dirigentes a los que les gusta mucho los viajes, las reuniones en países exóticos, y se mantienen calladitos para que no les vuelen la poltrona.

Sería interesante saber los planes que tiene Javier Sanz, presidente de la Real Federación Española de Vela, para sus regatistas de vela adaptada. ¿Será capaz de proponer delante de la World Sailing una evolución de las clases paralímpicas? Veremos a ver, pero soy muy pesimista, ya que Sanz no es un hombre de la vela, aunque lleve en ella veinte años como organizador de regatas y presidente de club. Javier Sanz no acabó su ciclo como vicepresidente económico, con Julia Casanueva como presidenta, y tuvo que dimitir por no ser leal. Ganó las elecciones a Pepe Martínez y se ha dedicado a desmantelar el trabajo realizado por Casanueva para imponer otro ritmo a la federación, que veremos si da sus frutos en los Juegos de París 2024.

De momento, nuestros regatistas paralímpicos no han ganado ninguna medalla, pero han competido desde el año 2000 hasta 2016 con mucha ilusión, peleándose entre ellos la clasificación en regatas increíbles. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 101 (marzo 2023) de la revista Plaza

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