La nueva ubicación en el Palau de la Música y un cartel que reúne ídolos y emergentes, los pilares de la cita de este año
VALÈNCIA. Lugar nuevo, vida nueva. Esta es la premisa del festival Deleste, que se celebra este sábado en el Palau de la Música. La relación con Espai Rambleta ha durado seis ediciones, y dio para verles nacer y crecer, de todas las maneras en las que ha ido mutando esta cita otoñal. Ahora toca independizarse entrando a un Palau que busca ser más ecléctico introduciendo en su programación géneros como el pop o la electrónica, algo de lo que la concejala de Cultura del Ayuntamiento de València, Glòria Tello, y el director del Palau, Vicent Ros, han querido sacar pecho.
Si la primera noticia de esta edición ponía las expectativas altas, la confirmación de que Los Planetas encabezara el cartel fue definitiva y el festival agotó entradas con facilidad. Tras meses de espera, el fin de semana pasado se celebró la edición infantil en el Centre del Carme con éxito de público en una cita que era gratuita. Este sábado le toca a su hermana mayor.
Los organizadores del Deleste lo definen como un “festival de salón”: “comodidad, sonido cuidado, aforo limitado y sin solapamientos” son los pilares de un modelo que se quiere diferenciar de otras citas musicales urbanas. Quique Medina, codirector del festival, incluso ha llegado a renegar del término: “no me gusta utilizar la palabra porque la gente lo asocia a ideas negativas”. En palabras de Medina, su idea es hacer un día histórico y que la gente lo recuerde mucho tiempo.
Los nombres que componen el cartel dan, al menos, para que salga un festival más que notable. Los Planetas celebrarán los 20 años de Una Semana en el Motor de un Autobús con un formato inédito en València y que forma parte un gira corta que ha pasado por su Granada natal y por el Auditori de Barcelona. El grupo estará bien arropado por La Bien Querida, amiga de la banda y una voz imprescindible para entender el indie nacional con su último álbum Fuego. Sr. Chinarro también presenta disco, este lanzado este mismo año y Los Punsetes prometen melodías afiladas y letras punzantes.
Pero el festival también adquiere el rol de ser prescriptor, y ha programado un buen puñado de nombres emergentes, como Wind Atlas o Tversky. “La idea es que el público venga por los grandes nombres pero que el domingo tenga un nuevo grupo favorito”, explica Medina. En este sentido suenan con fuerza dos nombres: en primer lugar, Els Jóvens, un grupo que ha revolucionado la escena musical con su mezcla de tradición y pop y que ha arrasado en los premios de música celebrados en la Comunitat; en segundo lugar, El Petit de Cal Eril, un grupo con un recorrido muy sólido en Cataluña pero que en València no han tenido muchas ocasiones su pop trascendental que entra tan bien por los oídos.
Todos estos conciertos se repartirán entre la sala Iturbi y la terraza, que se ha parcheado por si la lluvia cumple sus amenazas (“Y si llueve, no pasa nada, es música. Un paraguas, un chubasquero y a seguir disfrutando. No vamos a desmontar hasta que no sea peligroso”, avisan desde la organización. Por descanso vecinal, la música se recogerá a las 00:00 al hall del Palau, donde theBasement amenizarán la última parte de la noche.
Que el Deleste reniegue (sin mala baba, insisten) del término festival para evitar asociaciones indebidas es otra prueba de cómo se concibe el ecosistema de citas urbanas. Preguntada por ello, Glòria Tello ha explicado que la posición del Ayuntamiento de València es hacer una ciudad muy musical y que estos eventos “la pongan en el mapa, citando expresiones de otros años”. Pero para eso, asegura, tiene que haber un sitio adecuado.
Vecina del Cabanyal, ha confesado en la rueda de prensa que hace poco tuvo que llamar a la policia por primera vez a causa de un festival en La Marina. Descarta así el uso de espacios públicos “que no son adecuados” y lo fía a la construcción del Valencia Arena, que tiene como condición “habilitarlo para poder desarrollar citas de este tipo”.