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Se cumplen 40 años de la experiencia de autogestión, única en España, de la fábrica de electrodomésticos Numax. Después de que los empresarios, antiguos nazis refugiados en Barcelona, intentaran desmantelar la planta fraudulentamente tras una huelga, los obreros tomaron el control de la fábrica y se pusieron a gestionarla. La experiencia duró dos años hasta que 80 trabajadores abandonaran desencantados. Joaquim Jordà reunió todos los testimonios de su iniciativa
VALÈNCIA. Una fábrica de electrodomésticos, Numax. Era de las que menos pagaban de Barcelona, pero no era su único problema. La maquinaria estaba en mal estado, había máquinas denunciadas a la Delegación de Trabajo por riesgo de accidentes. Estaban viejas, obsoletas. Alguna despedía residuos tóxicos sin control. Por estas condiciones comenzó una huelga. Los empresarios se enfrentaron a los trabajadores. Despidieron a todos los que se destacaron en la huelga y a unos cuantos más, por si acaso magistratura les obligaba a readmitir a algunos. La huelga se prolongó.
Durante el paro, los empresarios decidieron descapitalizar la empresa. Ir vendiendo de saldo todo lo que podían, mientras decretaban la suspensión de pagos. Un cierre fraudulento. Momento en el cual los trabajadores organizaron una asamblea en la que tomaron la determinación de gestionar ellos la fábrica. Fue una experiencia de autogestión. Duró años y fue única en aquel momento en España, aunque finalizó abruptamente. Cuando los trabajadores vieron que su proyecto tocaba a su fin, decidieron rodar un documental explicándolo todo, disponible aquí. Ellos mismos pusieron el dinero, unas 600.000 pesetas, lo que les quedaba en la caja de resistencia, y tras la cámara se situó el cineasta Joaquim Jordá. El resultado, Numax presenta, se estrenó en 1980. Cuarenta años después de aquel rodaje, la película muestra la conflictividad laboral, la efervescencia ideológica de aquella época y sus contradicciones.
Mientras se desarrollaba la Transición, la economía española y, por tanto, los trabajadores estaban cayendo al vacío, pero no se enteraron hasta que se estrellaron contra el suelo. Para unos ese momento fue cuando se firmaron los Pactos de la Moncloa, para otros cuando empezó la reconversión pocos años después con la llegada del PSOE al poder.
Esa época, anterior a los estragos del paro que cambiaron el comportamiento de los trabajadores para siempre, fue de una elevada conflictividad laboral. No solo por la libertad recuperada de los trabajadores y su intento de sacudirse las condiciones en las que trabajaban, también porque por medio de huelgas masivas se logró, por ejemplo, echar abajo el gobierno de Fraga y Arias Navarro. Un papel, el de las movilizaciones obreras, clave en la Transición y que por lo que sea se ha olvidado.
El conflicto de Numax comprendió toda esta época. En el documental son los propios trabajadores los que explican de forma colectiva qué es lo que pasó y por qué acabaron tomando el control de la empresa. Un diálogo claro y sin interrupciones. Lo más llamativo son las tensiones que afloraron entre ellos. Al principio, nadie sabía a qué partido pertenecían los compañeros, porque estaba prohibido todavía, pero cuando se empezó a reconocer la afiliación abiertamente, en lugar de celebrarlo, se enfrentaron entre facciones.
Del mismo modo, a la hora de llevar la fábrica, surgieron encontronazos generacionales. Los trabajadores más mayores querían mantener el funcionamiento como había sido hasta entonces, pero sin los patrones, y los jóvenes abogaban por experimentar una gestión socialista.
Pese a todo, los trabajadores lograron llevar la fábrica ellos mismos durante dos años. Como en una gran metáfora, los propietarios que habían intentado desmantelar fraudulentamente la planta, eran antiguos nazis que se habían refugiado en Barcelona en los años 50.
Estos dos años, aparte de las discusiones entre ellos, los trabajadores de la autogestión también tuvieron que luchar contra los boicots que les planteó toda la patronal local y los exdirectivos de su fábrica, ahora desde otros puestos. Entre otros boicots, sobornaban a todos los clientes para que no volvieran a comprar nada de Numax.
Los trabajadores pasaron de la cadena de montaje a ejercer de comerciales y vender los productos de la fábrica. Muchas veces ni sabían lo que contenía todo el catálogo. Luego se recurrieron a las tácticas comerciales antiguas de la firma y surgieron nuevas peleas. Los clientes antiguos tenían descuentos y algunos trabajadores no querían dárselos, otros en cambio pensaban que eso era bueno para el negocio.
El reparto del dinero fue otro gran conflicto. Una propuesta pedía que quinquenios y antigüedad desaparecieron en el periodo revolucionario. Se decidió dar más al que más lo necesitaba, si tenía una familia más numerosa y dependía de él que si no. En un principio, fue imposible tomar una postura común que complaciera a todos. Otro problema era determinar cuáles eran las necesidades de cada uno. Muchos no querían que les tocasen una peseta del sueldo, otros en perspectiva sugerían que los salarios debían igualarse por lo bajo para repartir la responsabilidad entre todos. Hasta la duda de si instituirse como cooperativa o sociedad anónima les dividió.
Numax presenta es un documental extraordinario. Lo es por su valor histórico, por reflejar un suceso inédito de forma diáfana, pues no se ve la mano del director y todo el protagonismo y el discurso es de los trabajadores. Y también es reseñable por reflejar la parte prosaica del encanto revolucionario. Las dificultades de hacer que los trabajadores se pongan de acuerdo y al menos se orienten todos en la misma dirección. Lo triste es que un capítulo como ese de nuestra historia no parece que ocurriera hace cuarenta años, sino cuarenta años luz.
Hay un discurso interesante. El de una mujer que dice que si antes el obrero era considerado un ser casi inerte, que solo valía para obedecer, con la autogestión al asalto de Numax quedaba demostrado que eran capaces de responsabilizarse y dirigir la fábrica. Y otro revelador, también de una mujer: "Lo están contando todo muy bonito, pero hubo más problemas de los que cuentan". Es una mujer que asegura que con la igualdad salarial, faltó quien se responsabilizase de decisiones importantes y concluye sobre la experiencia: "He visto mucho bueno, pero también mucho malo". Finalmente, 80 trabajadores disconformes con el modelo abandonaron la fábrica.
Cuando se cumplieron veinte años de la experiencia, Jordà rodó Veinte años no es nada, otro documental en el que volvía a encontrarse con los trabajadores de Numax. Esta película está disponible en YouTube . Como una premonición, los trabajadores ahora demandaban que la población "recuperase el sentido crítico". En el momento del rodaje eran los años de Aznar.
Algunos de ellos se convirtieron en concejales. Desde la política, el que logró un cargo representativo reconoce que en el despacho las discusiones eran sobre asuntos muy diferentes a los intereses que había en la calle. Y lo decía en 2004, años antes del 15M. Otra trabajadora también clava una sentencia. Se queja de que con la democracia puede decir lo que quiera, pero el problema es que nadie quiere escucharla.