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La encrucijada / OPINIÓN

Obstáculos a las nuevas ambiciones de los valencianos (II)

7/06/2022 - 

En la primera parte de este artículo (OBSTÁCULOS A LAS NUEVAS AMBICIONES DE LOS VALENCIANOS I), tras la introducción y explicación de su propósito, se relataban cuatro de aquellos obstáculos: la gobernanza, la mirada autárquica, el cortoplacismo, los desequilibrios de lo considerado políticamente correcto y de los tangibles a los intangibles. En esta segunda aportación se desarrollan otros dos, respetando la ordenación numérica iniciada en la primera parte: la cooperación empresarial (6) y un nuevo marco para la relación público-privada (7)Finalmente, se añade una breve conclusión. 

Cabe recordar que el artículo aboga por la ampliación de los objetivos generalizadamente deseables para los valencianos, desde una visión a largo plazo que ayude a destilarlos mediante un amplio proceso de participación. Nuevos objetivos que reclaman esfuerzos internos y externos, la coherencia de las aspiraciones valencianas con los cambios que han experimentado su sociedad y entorno y la convicción de que la madurez interna existente permite trabajar simultáneamente en múltiples aspiraciones desde la compartición del saber y el autocontrol de los protagonismos aislados.

6. La cooperación empresarial

Los intangibles, en sentido amplio, pueden incluir distintas palancas relevantes para una visión a largo plazo de la sociedad y economía valencianas; es el caso de la cooperación, ya sea entre agentes privados, públicos o ambos. Una cooperación entendida como la habilitación de ambiciones compartidas frente a las limitaciones de las aspiraciones individuales.

La cooperación reclama tonos urgentes en las empresas. Existe cierta conciencia de que la dimensión de los proyectos enraizados en tecnologías avanzadas o bien alcanzan una altura predominante o bien quedan al albur de su desaparición, absorbidos por firmas con mayor músculo. La experiencia internacional se encuentra sembrada de eurekas enterrados por el ánimo depredador de los gigantes tecnológicos. También en la Comunitat disponemos de algún ejemplo.

Pero no es el único foco de alarma: de continuo aparecen noticias sobre la venta de empresas competitivas valencianas a los fondos de inversión y el consiguiente riesgo de su “desterritorialización” como unidades económicas y como creadoras de lazos convivenciales en el lugar donde se ubican. Convendría, pues, que se hablase más del tamaño y la solidez financiera, tanto en las empresas asentadas como en las start-ups, al objeto de alimentar con mejores vitaminas la dimensión media del tejido empresarial valenciano y su resiliencia: un factor, el tamaño, que afecta al enraizamiento, innovación, presencia de trabajo cualificado e internacionalización de la empresa. Un factor al que puede sumarse la sucesión de la empresa familiar, en ambos casos como obstáculos potenciales al acogimiento de nuevas ambiciones.

La cooperación no toma como únicas metas el crecimiento empresarial y la raigambre territorial como catapultas de mayores aspiraciones. La creación de redes informales en el tejido empresarial ha estado presente, históricamente, en los distritos industriales valencianos, facilitando la eficiencia de los procesos productivos mediante una mayor división del trabajo y una difusión tecnológica más rápida. Ahora, lo que se plantea es, entre otras, la impulsión de una nueva generación de distritos, focalizados sobre diferentes mixes de conocimiento tácito y codificado, y la formación de redes, indistintamente del lugar de la firma en el territorio, para la generación energética de  renovables, la compartición de innovaciones, la escalabilidad de la producción compartida necesaria para acceder a clientes situados en las grandes redes internacionales, el desarrollo de la formación profesional dual y la de la formación universitaria dirigida a los nuevos yacimientos de empleo.

7. Un nuevo marco para la relación público-privada

La relación público-privada forma parte frecuente del discurso público. No consta, sin embargo, que se produzcan avances sensibles, si exceptuamos algunos foros colaborativos dirigidos a reconducir los excesos burocráticos, fijar prioridades turísticas o desarrollar proyectos de innovación. Existe una historia de errores, todavía no superada, en la concepción e instrumentación de esta relación que contrasta con la normalidad acumulada por la adjudicación a las empresas de contratos públicos de obras, bienes y servicios. Por el contrario, las concesiones administrativas (ITV, hospitales, algunas residencias de mayores) no han sido igual de pacíficas, como se ha observado tras cumplirse el plazo de concesión contemplado contractualmente. Las discrepancias han alcanzado el rojo vivo, con campañas, juicios y denuncias diversas.

Realmente, no anima mucho al desarrollo de esta modalidad de relación público-privada la reiteración de ambientes conflictivos. Tampoco lo hace el recuerdo de experiencias en las que la relación se instrumentó mediante empresas mixtas: el fracaso de Terra Mítica y de las empresas destinadas a la construcción de viviendas, junto al rescate anticipado del Hospital de Alzira, para ampliar y elevar sus tarifas, devolviéndolo de inmediato a sus gestores iniciales, tampoco resultan en absoluto estimulantes, incluso aunque el proceso administrativo fuera correcto. De otra parte, centrar la discusión en la eficiencia relativa de la gestión pública y privada ideologiza la materia y, simultáneamente, la bloquea. Un paso equivocado para un tiempo que necesita, como hemos contemplado recientemente, de vías sólidas de interrelación que permitan aprovechar los recursos existentes más allá de su adjetivación, siempre que la buena fe constituya el principio de referencia.

Abrir un cauce preliminar de observación de buenas prácticas aplicadas en otras regiones, de dentro y fuera de España, sería de interés para que el marco legal interno se alimentase de todo aquello que, siendo útil y pacificador, no contradiga al legislador doméstico. Aun así, la necesaria construcción de una atmósfera de mutua confianza aconseja ir más lejos. La presencia de administradores profesionales en representación de las instituciones concedentes constituye un paso en tal dirección. La transparencia y el consiguiente acceso directo de aquéllas a determinados campos de información de las empresas concesionarias abundaría en la evitación de malentendidos. La filosofía implícita en este planteamiento es muy sencilla: el objetivo dominante reside en la impecable prestación del servicio; una meta que anime a ambas partes a hablar regularmente de mejoras posibles y de lo que cada parte aporta a ese proceso de superación continua de la calidad material y, -muy importante-, de protección a la dignidad de la persona asistida.

La existencia en la administración correspondiente de un marco armonizado de relación permitiría, de otra parte, evitar contradicciones internas en la fijación del contenido regulatorio. La autoridad moral de las organizaciones empresariales, de aplicarse, contribuiría a que las aspiraciones extracontractuales de algunas empresas no pusieran en riesgo la continuidad de la relación público-privada: antes que considerar la defensa de empresas desafiantes como un deber insalvable de la organización, las patronales merecen considerar si su rol prioritario no se halla en garantizar que otras empresas, de conducta ajustada y con servicios de calidad, dispongan de mayores oportunidades con la presencia de una relación público-privada pacificada y colaborativa.

Conclusión

Puede observarse que el despliegue de nuevas ambiciones valencianas necesita salvar obstáculos que, como los mencionados, requieren a menudo de cirugía fina, paciencia, conocimiento de otras experiencias, confianza y una gestión diferente del individualismo. Especialmente cuando afectan a mentalidades consolidadas, acostumbradas a entender el presente como una extensión lineal del pasado. Los estudios sobre la velocidad de aceptación de las innovaciones subrayan las huellas cognitivas que, inercialmente, alientan la adopción del camino de siempre, incluso cuando surge una nueva vía, más corta y eficiente.

Los valencianos, como otros pueblos, estamos inmersos en una vorágine de incomprensiones, comprensiones parciales y conocimiento aproximado de por dónde van los tiros. Por ello, la primera tarea quizás consista en dedicar mayor tiempo a pensar en común qué obstáculos son los perentorios o, en caso de evidente dificultad, cuáles son los que permiten una escalada más rápida. La vertebración de la Comunitat Valenciana pasa, antes que nada, por la sintonización de las aspiraciones generales de sus ciudadanos, empresas e instituciones; un paso para concretar un lenguaje común de más extenso vocabulario que no concluye aquí: queda abierto, por ejemplo, al rescate de las diversas reformas estructurales que tanto nos gustan a los economistas. No obstante, el enfoque ahora adoptado ha pretendido subrayar aspectos que quedan al margen de los focos o que se deslizan por zonas en las que lo resaltable son las actitudes y conductas sociales.

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