VALÈNCIA. Por el colectivo valenciano Okuparte, a lo largo de cuatro años, han pasado muchos nombres. Primero, en el 2020, los de sus creadoras: Mireia Ribes y Luna Valle, a los que poco a poco se han ido sumando más de 72 artistas que en 18 lugares de València han podido desplegar su arte, performance y reivindicación. Estas son las cifras, pero ahora viene la historia, que se cuenta en València s’autoprodueix, un fanzine que se puede leer a modo de mapa cultural y que a lo largo de 30 páginas explora la ciudad de una manera inédita.
Con un paseo por su archivo y memoria, Ribes y Valle desarrollan una obra en la que intentan explicar su modus operandi mientras encapsulan la más pura esencia del colectivo: la ilusión de ocupar los espacios. “Lo importante para nosotras es ocupar los espacios y llenarlos de lo que nos parece relevante que son las prácticas artísticas de muchas personas jóvenes de esta ciudad -explica Valle- lo que queremos es trabajar la horizontalidad y la participación de estas personas en nuestros proyectos”.
Cuatro años les sirven para darse cuenta de que el proyecto está en constante crecimiento, y que cambia y crece junto a ellas. Poco a poco han aprendido a moverse por la ciudad con respeto, curiosidad y cariño mientras van acompañadas de más 72 artistas que hacen que sus acciones toquen tierra. Lo explican en las primeras páginas de la publicación, en un manifiesto en el que “intentan honrar lo que han hecho hasta ahora” porque lo que quieren es seguir abriéndose nuevas puertas: “València es “mare”, Okuparte es cualquier sitio. Nunca sabremos ni cómo ni por dónde vamos a entrar. Bienvenidas a nuestra casa.”, escriben a las puertas del fanzine.
Ribes vive el proyecto como algo que solo se puede comprender en comunidad y que ha ido mutando según se lo pedía el cuerpo mientras buscan crecer como colectivo y ver los pasos que han dado a modo de memorias y que sale de su propio archivo: “Pensamos que era interesante compartir el PDF que tenemos sobre nuestras actividades y a modo resumen de lo que hacemos. Lo convertimos en fanzine para que se puedan visitar las actividades hasta para contarla para quienes no hayan venido”.
Para ello lo que hacen es construir un mapa-calendario de València desde el 2020 con el que consiguen dibujar como han ido progresando sus acciones mientras las acompañan de los personajes que dibuja Ribes: “Miramos hacia atrás y aprendemos de otras actividades que hemos hecho. Empezamos por algo más callejero y poco a poco hemos ido moviéndonos a núcleos más reivindicativos. Vemos nuestro proceso sin dejar de ser fieles a nuestra idea principal”.
Cafeterías, callejones, la casa de unas ancianas y hasta playas son “okupadas” por estas dos artistas y sus amigas que se toman el proyecto a modo de un enorme juego que no para de replantearse y cuestionarse a sí mismo: “Siempre estamos atentas a ver de qué manera se ocupa el espacio artística y culturalmente en el mundo para ver cómo podemos ocuparlo nosotras, es una cuestión con la que vivimos constantemente.
Nos vamos formando poco a poco en el uso del espacio público y en ver como jugamos con él”, explica Valle, quien apunta también que Ribes es una compañera -que siente como una hermana- con la que siempre puede madurar y jugar por la ciudad: “Vamos madurando y aprendiendo de las especialidades y las cualidades de la otra. Okuparte es como un juego muy grande y bonito que hay entre las dos”.
En la familia de okuparte, y en este bonito patio de juegos que se monta sobre entre la tinta negra y el papel, caben también sus otras hermanas elegidas: las artistas que les acompañan y que forman también parte del proyecto. “Trabajamos con artistas que, tal vez, no tienen una gran trayectoria con la idea de visualizarlas y darles voz. Queremos seguir trabajando así siempre, mientras ocupamos espacios imprevisibles y mostramos el arte de una manera accesible”, explica Ribes, que también podría comprenderse como una emergente.
Junto a su hermana emocional, que no de sangre, reflexiona entre las páginas de València s’autoprodueix sobre una escena “viva, rica y capaz” con sello valenciano y con muchas ganas de seguir ocupando los espacios. Lo harán desde un colectivo, como apuntan en su manifiesto, que defiende a una València que se autoproduce porque no necesita que nadie la rescate, aunque cualquiera se dejaría ayudar por ellas dos.
Foto: LUCÍA LIÉBANA
